En el interior, además del mausoleo gótico de Santo Domingo, se conserva una hornacina con dos aves de corral vivas en recuerdo del milagro de la gallina que cantó después de asada.
El límite de La Rioja marca un punto de inflexión en la ruta jacobea. Llegan los montes de Oca, la última elevación que los caminantes han de salvar antes de entrar en las interminables llanuras burgalesas. El monasterio de San Juan de Ortega, levantado en épocas medievales en un clavero de la montaña, supone la última estación de acogida para los viajeros antes de que las monumentales agujas góticas de la capital burgalesa le den la bienvenida.
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Nave central de la iglesia de Santa María la Real, en Nájera. |