Es un pueblo típico del Camino, crecido al amparo de la sirga peregrina, como delata su calle Mayor. Alargada y rectilínea, orientada de Este a Oeste, la calle principal de Puente la Reina estaba concebida para acoger, arropar y acompañar al caminante desde que entraba por la puerta de la iglesia del Crucifijo hasta que abandonaba el pueblo por el maravilloso puente de piedra.
De Puente la Reina, la fértil vega navarra guía los pasos hasta otra gran ciudad jacobea: Estella. Hace mil años, los peregrinos no pasaban por esta urbe monumental por la sencilla razón de que no existía. La mandó construir Sancho Ramírez en el año 1090 para facilitar el tránsito de los peregrinos y repoblar, de paso, partes abandonadas de su reino.
Estella ofrece un casco histórico repleto de inmejorables edificios góticos y románicos, como la Iglesia de San Pedro o de la Rúa y el Palacio de los Reyes de Navarra.
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El famoso puente de piedra de Puente la Reina. |