Sensaciones a flor
de piel

Pero Marrakech es algo más que los comercios y bazares de su medina. Esta ciudad marroquí encierra verdaderas maravillas, como por ejemplo, los mausoleos de la dinastía de los saadíes (se descubrieron en 1917); el Palacio de Bahía, un impresionante edificio de 1880 decorado en estilo marroquí-andaluz, o el Palacio el- Badi (1603) o los jardines de la Menara, presididos por un enorme estanque que riega los olivos centenarios que crecen en las 100 hectáreas de terreno que conforman este vergel.
Para los amantes de la botánica Marrakech ofrece una verdadera joya: los Jardines de Majorelle. Fueron proyectados por el pintor francés Jacques Majorelle, que vivió en la ciudad desde 1922 a 1962. Están situados en la zona de Guerliz, un agradable barrio de la ciudad nueva. Hoy son propiedad del diseñador Yves Saint Laurent y en ellos, además de poder admirar las más exuberantes y raras especies vegetales, se puede visitar un edificio construido en estilo Art Déco y pintado en azul cobalto que alberga un interesante museo de arte islámico.

Y, por último, dése un capricho: acérquese hasta el mítico Hotel La Mamounia, uno de los hoteles más lujosos del mundo, para disfrutar en sus jardines de un refresco o una comida. Este magnífico alojamiento fue diseñado en 1922 por los qrquitectos Prost y Marchisio, y en él se aúnan la decoración de estilo morisco con lo más refinado del Art Déco. Además de sus bellísimos jardines, el hotel cuenta con 171 habitaciones y 57 suites, una de ellas decoradas con piezas originales del Orient Express. En definitiva, un ejemplo del lujo y refinamiento del que se puede disfrutar en esta ciudad de ensueño. ¿A qué espera para visitarla?