Sensaciones a flor
de piel

Si en su primer contacto con el país prefiere tomarse las cosas con calma y disfrutar de unas cuantas jornadas de playa, sin más misión que disfrutar del sol, plácidamente tumbado sobre la arena, Agadir le ofrece todos los lujos y comodidades de una ciudad consagrada al turismo. A su preciosa bahía, recorrida por una magnífica playa de 10 kilómetros de impoluta arena dorada, se asoman hoteles, complejos turísticos, cafés, bares, boutiques... un verdadero paraíso para el turista que busca unas vacaciones sin grandes sobresaltos. Aquí es posible practicar cualquier deporte (vela, submarinismo, pesca, tenis, golf), degustar el pescado más fresco o los platos más típicos de la cocina magrebí, alojarse en un lujoso pero acogedor hotel o bailar en una discoteca hasta el amanecer.

Esta ciudad, que en 1960 fue borrada del mapa por un terrible terremoto, es un motivo de orgullo en Marruecos, porque literalmente resurgió de sus cenizas gracias al esfuerzo y empeño del pueblo marroquí. Eso sí, como ciudad de nueva planta, no vaya buscando atisbos de historia porque el trágico seísmo acabó con todo ello. Ahora bien, merece la pena darse una vuelta por el puerto, uno de los más importantes del país, para asistir ‘in situ’ a una subasta de pescado o ver cómo se construyen artesanalmente los barcos que surcarán el Atlántico en busca del preciado pescado.