Cardona, un castillo, un pueblo medieval y una gran montaña de sal

Una escapada a esta localidad de Barcelona que propone un apasionante viaje al pasado con la sal como protagonista.

por Hola.com

Sorprendente, indescifrable, una maravilla de la Naturaleza. Eso debió pensar el cónsul romano Marco Porcio Catón (s. II d.C.) tras contemplar el afloramiento de sal que brotaba de la roca. “Una gran montaña de sal pura que crece a medida que se va extrayendo”, describió para la posteridad. Catón no lo sabía, pero acaba de reseñar el diapiro de Cardona y el crecimiento vertical de la sal en su Valle Salino, un fenómeno geológico único en el mundo. Fue ese brotar natural de sal lo que, desde el Neolítico, convirtió los contornos de la actual villa en un enclave privilegiado. Y es que, Cardona, en el centro de Cataluña y a una hora de Barcelona, se lo debe todo a la sal.

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Para comprobarlo solo hay visitar la primera de las tres coordenadas ineludibles en cualquier visita a la localidad: el Parque Cultural de la Montaña de Sal. El viejo recinto de Mina Nieves, un hervidero de hombres y maquinaria desde que en 1912 se descubriera la valiosa potasa y hasta su cierre en 1990, es el mejor lugar para descubrir la secular relación de la ciudad con el Valle Salino. El Parque brinda una experiencia singular para disfrutar en familia desde el momento en el que uno se enfunda el casco de minero. El recorrido guiado discurre a 86 m de profundidad por el interior de las galerías, lo que desvela espectaculares pliegues y vetas de fascinantes colores y formas. También de oquedades de gran belleza como la sala Coral –plagada de estalagtitas y estalagmitas de sal- o la Capilla Sixtina, una deslumbrante bóveda de tonalidades ocres y rojizas.

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Tras la Montaña de Sal, el núcleo antiguo de Cardona espera. Sus angostas callejas, vetustos soportales y casas nobiliarias son una demostración de la riqueza que la explotación salina reportó a la urbe forjada en la primera mitad del siglo XI en torno al mercado que se celebraba a los pies de la montaña del castillo. Rincones que aún susurran ese Km 0 de la villa son la capilla de Santa Eulalia mártir, los pórticos d’en Soler –sede del Museo de la Sal Josep Arnau y la vuelta del horno Jussà. Los pasos llevan hacia la plaça de la Fira, espacio que acoge el bullicioso mercado que, desde hace más de mil años, se celebra cada domingo en la ciudad. En este espacio conviven edificios como el Ayuntamiento, los soportales de la Curia y el conjunto parroquial de Sant Miquel, epicentro espiritual de la villa. La nave gótica de la iglesia es un ejemplo de la pujanza de la villa y de sus ricos mercaderes. La cripta de los Mártires y el retablo policromado de Pere Vall son otros de sus tesoros.

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La calle Escassany, eje vertebrador del centro histórico jalonado de viviendas nobiliarias como la Casa Sala o la Casa Rovira, culmina a los pies del cerro donde se levanta el castillo. Desde sus alturas no hay duda de por qué la residencia entre el siglo XI y el siglo XV de los Duques de Cardona, los "ricos señores de la sal", ostentó un protagonismo capital. Con solo una pizca de imaginación se puede recrear cómo era la vida entre sus muros tras pasear por el patio ducal, otear el horizonte desde la torre de la Miñona o recordar asedios pretéritos.

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No hay mejor broche de oro a la visita que adentrarse en la serenidad de la colegiata de Sant Vicenç, joya del románico catalán. La nave, de planta basilical, está presidida por un amplio presbiterio con una cripta debajo, mientras que su cubierta es una impresionante vuelta de cañón de medio punto. Si su interior es cautivador no lo es menos su exterior, con restos de un claustro gótico y un patio en torno a los cuales se encuentran las dependencias que configuraban parte de la abadía y del palacio de los duques, hoy ocupadas por el Parador de Turismo. Ningún rincón más especial que el mirador que existe tras el ábside. Allí, con el ocaso tiñendo de ocres y dorados Cardona, el Valle Salino, confluencia de historia y geología, se desparrama en toda su imponencia.

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GUÍA PRÁCTICA

DÓNDE DORMIR

Parador de Carmona [parador.es]. Ocupa el castillo fortificado del siglo IX que domina la villa. Sus camas con dosel transportan al mismísimo medievo. 

Bremon [hotelbremon.com]. La antigua escuela de las Carmelitas Vedrunas se ha convertido en un sofisticado hotel-boutique de 19 habitaciones. Más que sugerente su restaurante Les Monges, que aúna gastronomía tradicional catalana y cocina de autor.

Vilar Rural de Cardona [vilarsrurals.com]. La mejor opción para una estancia en Cardona con niños. En forma de pequeño pueblo ofrece un gran abanico de actividades gratuitas para padres e hijos.

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DÓNDE COMER

La Volta del Rector [Cardona, tel. 938 69 16 59]. Cocina tradicional de calidad, apuesta de emprendedores jóvenes con toques de diseño.

El Reguer [Rajadell, 938 36 81 79]. Cocina de mercado variada y de calidad en tres agradables salas. En verano se puede optar por cenar en el jardín alrededor de una piscina iluminada con velas y música de jazz.

La Premsa [laprensahotelrural.com]. Antigua prensa de aceite y vino ubicada en un bello edificio medieval. También es hotel.

NO DEJES DE... Comprar en su mercado dominical embutidos, miel de la zona, artesanía o el mejor souvenir con sabor: las pedres de la resistència (piedras de la resistencia). Y visitar Solsona, una ciudad monumental llena de historia, de folclore –con sus afamados gigantes como protagonistas-, de tradición cuchillera y artesanía alimentaria.