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Cataluña

La senda de la nutria

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Panorámica del Valle de Sant Nicolau.

Una parada obligada: la iglesia de Santa Mª de Tahüll.

El Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, en el Pirineo leridano, es, ante todo, un santuario de biodiversidad. El acusado desnivel de sus montañas ha propiciado todo un repertorio de pisos ecológicos que hacen de cualquier excursión senderista una clase magistral de botánica a cielo abierto. Aigüestortes es un paraje de complicada orografía; de ahí su nombre, que significa aguas torcidas. Con 40.852 hectáreas protegidas, asentado sobre cuatro comarcas diferentes y con catorce puertas de entrada, su historia se inició hace unos sesenta millones de años, cuando las convulsiones del Mesozoico hicieron aflorar, en lo que ahora llamamos Pirineos, el duro y negro granito del centro de la Tierra.

Después, la gubia incansable del tiempo y, sobre todo, de los glaciares se encargaría de tallar un paisaje único, donde las lenguas de hielo labraron más de tres centenares de lagos, los «estanys», la mayor concentración lacustre de alta montaña de toda la Península. Una buena forma de descubrir este sugerente escenario y esa gran biodiversidad que encierra es recorrer la senda de la Nutria, un itinerario a lo largo del valle de Sant Nicolau, que comienza en el aparcamiento de la Palanca de la Molina, entre Boí y el balneario de Caldes de Boí, en la Alta Ribagorça. La abundancia de nutrias tanto en el río Sant Nicolau como en otros cauces de la zona ha dado nombre al sendero.

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