La senda de la nutria

Mirador de la cascada

A los pies del «estany »hay que hacer el primer alto de la ruta, ya que el entorno resulta idílico. Rodeados de grandes prados y con el piar de los pájaros como sonido de fondo, se observan desde este punto la ermita de Sant Nicolau y varias bordas, las cabañas que utilizaban los pastores para refugiarse en verano y guardar la hierba en invierno. El camino continúa unos veinte minutos aguas arriba hasta alcanzar el mirador de la Cascada, que ofrece la mejor fotografía de toda la ruta: el valle glaciar, colonizado por bosques densos; las inmensas praderas de hierba, el lago plateado en medio, la ermita en un rincón...

Un paisaje perfecto, sin mancha. Conforme se gana altura,e l vestuario cambia. Llega el momento de las coníferas y de los prados alpinos. Enormes abetales cubren una buena parte de la superficie que dejan libre los lagos, y el pino negro empieza a ser la especie dominante. La fauna es también numerosa, pero es muy difícil verla en libertad. Aparte de los numerosos patos que colonizan los «estanys»,habituados a comer de la mano del turista, las posibilidades son más bien escasas. La fauna pirenaica es esquiva, aunque en las impolutas aguas de los lagos se esconden los últimos tritones del Pirineo, amén de nutrias y varios tipos de truchas. En el bosque habitan corzos, ardillas, jabalíes, zorros y algún ejemplar de urogallo.