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Si un vino resulta demasiado ácido, lo serviremos a mayor temperatura de la recomendada.
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Nada más desagradable que disponerse a abrir una botella de vino ante sus invitados en el transcurso de una agradable cena o almuerzo veraniego, y que el estado de dicho caldo no sea el que usted esperaba. ¡Tranquilidad! Si toma buena nota de los siguientes ‘retoques enológicos’ que a continuación le proponemos, es posible que consiga salir del paso y quedar como el mejor de los anfitriones:
Si el vino presenta exceso de alcohol, deberá servirlo más fresco (atenuará la sensación que produce la alta graduación).
Si lo encontramos demasiado ácido, se servirá a más temperatura de la recomendada, con lo que en boca parecerá equilibrado.
Si se trata de un vino con poco aroma, se servirá un poco más caliente de lo recomendado.
Si se trata de un blanco pesado, se presentará más fresco para que en boca se muestre más ágil y manifieste mejor acidez.
Si lo que ocurre es que lo encontramos demasiado dulce lo enfriaremos unos grados.
Los cavas y los champagnes con poco carbónico (burbujas) tienen remedio sirviéndolos algo más calientes de lo aconsejado.
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