Jugando a Robinson Crusoe: islas privadas para famosos en las Bahamas
Hileras interminables de cocoteros inclinados por el suave viento, playas de arena fina y blanca, la inmensidad de las aguas turquesas que revelan todos los secretos del mar... y ningún paparazzi a la vista. Esto es el sinónimo del lujo para muchas estrellas de Hollywood y otras celebridades que invierten en islas en las Bahamas, bien para uso y disfrute, bien para montar sus propios resorts de lujo donde escapar de la fama.
Es el caso del ilusionista David Copperfield, que compró la isla de Musha Cay (mushacay.com) para convertirla en refugio exclusivo de famosos como como Oprah Winfrey, John Travolta o cualquiera que pueda desembolsar los más de 300.000 euros al mes de alquiler. La recompensa: el sueño de jugar a Robinson Crusoe en uno de los rincones más apartados y bonitos del planeta hecho realidad.
También Eddie Murphy compró en 2007 una un pedacito de paraíso llamado Rooster Cay, a pocos minutos de Nassau, con la idea de convertirlo en negocio turístico, aunque, de momento, esta mota de arena en medio del océano permanece para su uso y disfrute, como la pequeña isla Perla que compró con anterioridad. Lo mismo que la cantante Shakira, que adquirió en 2011 Bonds Cay, junto con el músico Roger Waters, con la idea de crear un concepto nuevo de turismo. La isla ahora está en venta sin que esa idea de ensueño se llegara a materializar.
Johny Depp también ha encontrado aquí el paraíso del anonimato. El actor se hizo, hace ya una década, con un pequeño islote animado por el rodaje de Piratas del Caribe, para vivir el sueño eterno de Jack Sparrow. Arrecifes vírgenes, puerto privado y playas de arena inmaculada en esta isla, bautizada como Little Halls Pond Cay, que no cambia por nada del mundo.