El Nido, el puntito en el mapa más increíble explorado por Jacques Cousteau

Hay quien lo compara con la bahía vietnamita de Ha Long o las islas tailandesas de Ko Phi-Phi, pero este puzzle desbaratado de 45 riscos cubiertos de vegetación tropical y anillados por playas de arena blanca en el archipiélago filipino de Palawan es, además de un nirvana marino plagado de especímenes exóticos, uno de los refugios más hermosos para encontrarse con la soledad.

por Noelia Ferreiro

Jacques Cousteau, padre del submarinismo moderno y adalid de la causa ecologista nunca fue tan categórico como cuando afirmó que El Nido constituía “el último refugio”. Al hombre que dedicó su vida entera a desvelar las maravillas del océano ningún mar le marcaría más que aquella ‘jungla submarina’ que encontró en este pliegue remoto de Filipinas.

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Cousteau cayó rendido ante el nirvana acuático de estas islas de robinsones cuajadas de lagunas de coral encajadas entre piedra caliza, cuevas sinuosas y playas oníricas. Pero probablemente también ante el cúmulo de soledades y silencios que amontona este archipiélago de belleza inexplicable, tan recóndito que su privacidad, efectivamente, invita a pensar en la guarida ideal.

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El Nido es un rincón sin profanar, salvaje, en Palawan, la provincia más grande del microcosmos tropical de Filipinas, en cuyo norte descansa esta reserva ecológica formada por montañas cubiertas de jungla tropical que parecen flotar sobre el mar esmeralda.

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La diversidad de sus fondos convierte al submarinismo en el deporte estrella del archipiélago y regala momentos tan memorables como el de deslizarse entre meros enormes, contemplar sus más de 800 clases de peces multicolores entre los arrecifes o o fotografiar los jardines de coral que crecen sobre barcos hundidos de la Segunda Guerra Mundial. Pero no hace falta sumergirse en las profundidades; un simple chapuzón en cualquiera de sus lagunas propicia el encuentro con su exótica fauna acuática, aunque mucha suerte habrá que tener para divisar al dudong o vaca marina, uno de los mamíferos más raros del mundo a los que dan cobijo las aguas de El Nido.

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Más allá de nadar, las horas pasan en este lugar con parsimonia mientras se contempla boquiabierto a los recolectores de nidos de salangana colgados de vertiginosos riscos. Porque a El Nido el nombre le viene de ser un relevante escondite para estas aves similares a las golondrinas, que aprovechan los recovecos del mármol negro para construir sus nidos. Los hacen con saliva solidificada, un ingrediente codiciado por la gastronomía china, que acabará en un lujoso restaurante convertido en una sopa a precio de oro.

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Pero recorrer este edén pasa por salir al mar y navegar. Mucho mejor si es con la agradable cadencia de una banca, la típica embarcación filipina con un tronco de bambú a cada lado. Cuatro tours permiten explorar los secretos que depara el archipiélago, como la isla Pangulasian, con un mirador en las alturas al que se accede entre hibiscos de flores rojas; Snake Island, cuya arena, con la marea baja, adopta la silueta de una serpiente; o las indescriptibles aguas del Grande y Pequeño Lago que jalonan la isla de Miniloc. También cuevas de caliza como Pinasil, apodada ‘la catedral’ por su parecido a un monumento gótico; o Cudugnon, que fue un escondite de tesoros japoneses durante el periodo bélico y hoy es un escalofriante refugio de murciélagos colgados del revés.

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GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR
Llegar al remoto paraíso de El Nido puede fácilmente llevar unas 48 horas. No existen vuelos directos desde España a Filipinas, tan solo algunas aerolíneas que operan, con escala, a Manila. Desde la capital filipina, se puede volar en avioneta al aeródromo de El Nido en trayectos de unos 70 minutos; o bien coger un vuelo hasta Puerto Princesa, la capital de Palawan. En este caso, el trayecto final habrá de hacerse por carretera en taxi compartido (5 horas) o autobús público (8 horas).

CUÁNDO IR
De diciembre a mayo, que coincide con la temporada baja de tifones.

CÓMO MOVERSE
Los cuatro tours fijos existentes para desplazarse por el archipiélago se contratan en las agencias locales del pueblo de El Nido con precios que oscilan entre los 15 y 20 € e incluyen la comida, que normalmente consiste en una parada en ruta en alguna playa desierta, donde el barquero cocina a la brasa pescado fresco, acompañado de fruta tropical. Otra opción es pactar con una barca privada una ruta personalizada.

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DÓNDE DORMIR
Hay establecimientos modestos en el pueblo de El Nido, como las cabañas en primera línea de playa de Lally & Abet Beach (lallyandabet.com), pero para una experiencia fascinante nada como alojarse en cualquiera de los dos complejos turísticos de lujo que llevan el nombre de El Nido Resort (elnidoresorts.com) y que son completamente respetuosos con el medio ambiente. Uno está en la isla de Lagen y otro en la isla de Miniloc. Y ambos son la opción perfecta: emplazamiento espectacular sobre las aguas, exquisita decoración de madera y oferta de deportes acuáticos.

DÓNDE COMER
En los resort mencionados sirven deliciosos platos que combinan la gastronomía típica filipina con ciertos toques chinos y japoneses, junto a delicias de la cocina española que allí dejó sus influencias. También se puede comer en los puestos de comida callejeros que se montan cada noche en el pueblo y que ofrecen sobre todo pescado cocinado a la parrilla a unos precios más que asequibles.

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NO DEJES DE…
Visitar el famoso río subterráneo que conforma el Parque Nacional de Puerto Princesa. Es la otra gran atracción de la isla de Palawan y brinda la ocasión de remontarlo en una lancha de motor a lo largo de un recorrido surrealista cuajado de estalactitas colosales. Un paisaje semisumergido que, por su extrañeza, ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad y candidato a una de las Siete Nuevas Maravillas de Mundo.