El río Mundo, Estaca de Bares, Melilla y el barrio de las Cortes para este largo fin de semana
Una excursión al nacimiento del río Mundo en Albacete, una escapada gastronómica a la Galicia más septentrional, un recorrido por el ambiente cosmopolita en la capital y una visita a Melilla para conocer su esencia modernista. Así celebramos el puente de la Constitución.
LA EXPLOSIÓN CON LA QUE NACE EL MUNDO (ALBACETE)
Varias veces al año, cerca de la sierra de Cazorla, se produce un fenómeno bello y violento que atrae a curiosos y amantes de la naturaleza. Es el “reventón” del río Mundo en su nacimiento, una brusca explosión de agua que cae libremente en forma de cascada un centenar de metros. Ocurrió hace pocos días, y quien se acerque este puente de diciembre al albacetense Parque Natural de los Calares del río Mundo y de la Sima, en el que se enclava el nacimiento de este río, tiene muchas probabilidades de disfrutar de nuevo de este espectáculo de agua y piedra caliza.
Pero conviene no conformarse con la visita obligada a la cascada, el evocador paisaje kárstico del parque natural ofrece muchas más posibilidades, que se pueden explorar solos o en compañía de alguna de las empresas especializadas en senderismo por la zona (turismocastillalamancha.es).
Recomendamos: para comer, el restaurante Puerta del Arco (puertadelarco.com), en la interesante localidad de Riópar, situado en un edificio del siglo XVIII, y para dormir, las varias casas rurales de Las Salegas del Maguillo (lassalegasdelmaguillo.es).
DESAYUNANDO CON LA CONSTITUCIÓN EN MADRID
Qué mejor plan que celebrar el día de la Constitución en Madrid con un paseo por la zona de las Cortes, donde se cruzan las clases dirigentes, los visitantes del triángulo del Arte y la bohemia chic del barrio de las Letras. Entre desayuno, brunch y cóctel, se puede intercalar la rica oferta cultural del barrio, que a las pequeñas galerías une los imponentes Thyssen, Reina Sofía, CaixaForum, y, a tiro de piedra, el Prado.
El desayuno hay que hacerlo en Casa Manolo (Jovellanos, 7), estratégicamente situado entre el Congreso y el teatro de la Zarzuela, por la mañana un hervidero de políticos, y por la tarde, de aficionados al género chico. Sus dos productos estrella son los churros y las croquetas. Más tarde se puede hacer una parada para un recafé en La Fábrica (Alameda, 9), y conocer el café-librería de esta editorial de fotografía madrileña que ha acercado al público español obras de gigantes como Cartier Bresson, Eugene W. Smith o Dorothea Lange. Para terminar, un cóctel mañanero con un aperitivo en el Matute 12 (ídem), una buena opción para quien busque un ambiente cosmopolita y canalla, como prometen sus creadores. Si se prefiere algo más clásico, los domingos se puede disfrutar en el hotel Palace (Plaza de las Cortes, 7) de un brunch con ópera en vivo.
Recomendamos: Conocer la delicadeza minimalista de la artista estadounidense Roni Horn en el CaixaForum y las creaciones del modisto Hubert de Givenchy en el Museo Thyssen.
ESTACA DE BARES, DELICIAS DE MAR Y CIELO (A CORUÑA)
Este fin de semana, el punto más septentrional de España es también el más jugoso. El plan que te proponemos en Galicia es para chuparse los dedos: la feria del marisco de O Barqueiro, en el municipio de Mañón, un festín de nécoras, percebes, gambas y un sinfín de frutos del mar. El sábado, misa cantada en honor de pescadores y mariscadores y verbena regada con vinos de la zona. El domingo, mariscada en el puerto con actuaciones musicales.
Es una excusa perfecta para la visita imprescindible a Estaca de Bares, donde la tierra le gana terreno a un mar embravecido por el viento. Desde su histórico faro, en lo alto de la montaña, las vistas son tan exquisitas como el marisco de O Barqueiro. Hay un caminito que lleva hasta la punta del acantilado que discurre entre helechos de hasta metro y medio de altura. También desde el faro se llega a una estación ornitológica, uno de los mejores puntos de observación de toda Europa. Miles de aves pasan por aquí de septiembre a diciembre, y no es raro encontrar a amantes de la ornitología con los prismáticos observando el otro tesoro natural de esta tierra: el cielo.
Recomendamos: Pasar la noche en el Semáforo de Bares (hotelsemaforodebares.com), antigua construcción militar cuya función era, a finales del siglo XIX, la comunicación con los barcos mediante señales con banderas. Su ubicación, a 210 metros sobre el mar y muy cerca del faro, hacen sentir el poder del mar.
DESCUBRIENDO MELILLA, LA CIUDAD QUE QUIERE SER PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
¿En qué otra ciudad del mundo se puede encontrar una sinagoga que parece ideada por Gaudí, salir de tapas y debatirse entre pescaíto frito o pastela, tomar un té verde en una soleada terraza escuchando los ecos de los muacines o pedirte un gin tonic en un renovado puerto deportivo? Melilla se ha ganado el sobrenombre de ciudad de las cuatro culturas a pulso (han convivido musulmanes, cristianos, judíos e hindúes, comunidad que a principios de siglo XX alcanzó una presencia significativa) y quiere ser Patrimonio de la Humanidad por varios motivos: por ser vicecapital del Modernismo -después de Barcelona-, por sus fortificaciones costeras que evocan ciudades épicas como Malta o Rodas; por su casco antiguo, cuna de civilizaciones...
Pero, además, por el mar, el pescado y una sugerente invitación para recorrer el Rif. Un buen plan para el fin de semana comienza con un ferry desde Almería o Málaga (trasmediterranea.es). Después de visitar la plaza de las Cuatro Culturas y tomar un café en una de sus terrazas, hay que perderse por los rincones de Melilla la Vieja, ir de tapas por la calle de Castelar, pasear por el Triángulo de Oro —calle de Juan Carlos I y adyacentes— para conocer el refinado art noveau de la Casa Tortosa, la Mezquita Central o la sinagoga Yamín Benarroch, y tomar una copa en alguno de los bares del puerto Noray.
Recomendamos: Ir de compras en Melilla es adentrarse en la esencia de los zocos marroquíes. El mercadillo del polígono del Sepes es imprescindible. También hay que sumergirse en el ambiente del Mercado Central y el Mercado del Real, donde se mezclan los olores y colores de mil especias, frutas, pescados y mariscos.