Actividades cotidianas como leer, cruzar la calle, cocinar, escribir, ver la televisión o escuchar la radio pueden suponer un gran reto si nuestros sentidos de la vista u oído se ven anulados o incluso disminuidos. Es más, las personas con problemas de visión o de audición a menudo presentan problemas de aislamiento o enfermedades como la depresión. Esto puede hacernos creer que los sentidos de la vista y del oído son los más importantes para que una persona pueda desenvolverse sin problemas y llevar a cabo sus actividades diarias. Sin embargo, existe un sentido esencial para la supervivencia y cuya pérdida tiene un gran impacto en nuestra calidad de vida: el olfato.
El olfato es capaz de avisarnos tanto del mal estado de un alimento para que nuestra salud no sufra las consecuencias de su ingesta como de la proximidad de un fenómeno potencialmente peligroso para nuestra vida, ya sea un incendio o una fuga de gas. Pero además, de los cinco sentidos, el olfato es el que más recuerdos evoca y el que guía muchas de nuestras decisiones. “Es el sentido más antiguo en la evolución y está conectado a partes antiguas de nuestro cerebro que hacen que los olores provoquen sensaciones intensas, muy a menudo alojadas en el subconsciente”, explica el doctor Javier Galindo, especialista en Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello en el Hospital Ruber Internacional.
Pero además, permite que saboreemos los alimentos. “Todos hemos tenido al menos un catarro alguna vez, y esos días la comida no sabe a nada. Eso es porque el 70% del sabor de un alimento lo da su olor”, indica el doctor.
¿Cómo funciona el sentido del olfato?
La nariz es el órgano olfativo por excelencia y tiene varias funciones. La más obvia es la respiración. “En la nariz el aire se calienta, se humidifica y se limpia, por lo que es mucho mejor que respirar por la boca. Además la nariz regula las presiones de aire inspirado y espirado”, comenta el director de Beauty One Center. Pero además, la nariz es una puerta de entrada de microorganismos y sustancias, por lo que colabora en la defensa general del organismo.
En la nariz se halla también el epitelio olfativo, es decir, el área de recepción de estímulos químicos olorosos, un tejido delgado que recubre los huesos de la cavidad nasal. En este epitelio se sitúan las millones de células con forma bipolar: las neuronas sensoriales olfativas. Cada una de estas neuronas cuenta con una ramificación de 20-30 cilios. En ellos ocurre la interacción inicial entre el compuesto volátil y el sistema nervioso y los receptores olfativos están situados en estos cilios.
Causas que producen la pérdida del sentido del olfato
Existen personas que nacen sin sentido del olfato. “Puede ser un defecto aislado o formar parte de un síndrome más amplio. En estos casos, a día de hoy, la recuperación es nula con el desarrollo del bebé”, lamenta el doctor. Sin embargo, la pérdida del sentido del olfato a menudo se debe a otras causas. La causa más frecuente de su aparición es la inflamación de la nariz, la cual se produce, por ejemplo, cuando sufrimos un catarro. Pero existen otras causas. De hecho, la ciencia ha identificado hasta 300 enfermedades que influyen en la pérdida de la capacidad olfativa y menciona desde el catarro hasta los tumores de la nariz pasando por los traumatismos producidos en accidentes de tráfico o infecciones que destruyen el olfato para siempre.
“El órgano del olfato se comunica muy directamente con el cerebro. Esto ha despertado recientemente la posibilidad de estudiar enfermedades del cerebro como el Alzheimer sin necesidad de tomar muestras directas del mismo, sino de la nariz, o de detectarlas de manera muy prematura por alteraciones del olfato”, advierte el otorrino. Y es que, aunque nunca se le ha prestado atención a este síntoma, cada vez existen más investigaciones que señalan su relación con la enfermedad de Alzhéimer. Un estudio publicado en Japón y publicado en 2016 ebn Chemical Senses, concluye que los participantes que mostraron un peor olfato obtuvieron peores resultados en los test de memoria (verbal y visual), funciones ejecutivas, atención y una velocidad de procesamiento de la información más lenta.
Tratamientos para recuperar el sentido del olfato
En el mundo gourmet en el que vivimos es importante destacar el hecho de que el gusto y el olfato están tan interrelacionados y que el 70% de la sensación de “gusto” en realidad es olfatoria. Por lo tanto, aquellas personas que sufran pérdida olfativa tendrán especiales dificultades para tener una buena calidad de vida, pues se perderán la riqueza de olores que nos rodean, el aroma de su pareja y de sus hijos, la comida de su madre… Estos problemas trascienden al mundo laboral. Una persona con problemas de olfato no podrá trabajar en el ramo de la hostelería o de la industria química; mucho menos dedicarse a profesiones muy especializadas, como catadores de vinos y perfumistas.
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Por tanto, el experto recomienda que, cuando aparece un trastorno olfativo, se consulte con un otorrinolaringólogo. De no hacerlo, advierte: “Si sus trastornos olfativos no se tratan de forma adecuada, se puede ocasionar la pérdida de otras facultades vitales”. Y es que, existen casos en los que la causa de la pérdida de olfato puede ser corregida. “Tratando la rinitis u operando una sinusitis crónica, lo normal es esperar una mejoría”, señala el doctor.
En otros casos está recomendada la rehabilitación olfatoria. “Esta terapia obra milagros en cuanto a la capacidad del paciente de reconocer olores que creía perdidos o reaccionar ante olores potencialmente peligrosos. Los casos más severos son los causados por traumatismos con sección de los nervios olfatorios, pero incluso en estos casos merece la pena intentar la rehabilitación porque puede ofrecer una mejoría parcial que los pacientes aprecian muchísimo”, concluye el doctor Javier Galindo.