Trescientos años de la llegada de los Hannover al trono británico
Los Hannover son para la monarquía británica lo que los Borbones son para la española. Unos y otros llegaron a sus respectivas Cortes Reales en el siglo XVIII y hoy siguen reinando, aunque en el caso británico el apellido alemán se haya perdido. Este año se cumple el 300º aniversario de la adhesión de los Hannover al trono británico y se esperan especiales iniciativas que no dejarán pasar de largo la señalada ocasión. Históricos palacios marcarán este tercer centenario con un ambicioso y emocionante viaje, organizado por la entidad Historic Royal Palaces, a través de exposiciones y actividades en las residencias reales de Kensington, Kew y Hampton Court, que llevará al visitante de nuevo al estilo de vida de los primeros Hannover, denominada época georgiana al coincidir con los reinados de George I, su hijo George II y su bisnieto George III. Los reyes George presidieron un notable periodo de la historia británica, que transformó la sociedad y auspició el origen de mucho de lo que sigue siendo hoy en día la quinta esencia británica.
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¿Cómo se establecieron en el trono los Hannover? ¿Cómo se han mantenido a lo largo de 300 años y 11 reinados? Ese es el quid. La Casa de Hannover, establecida en el siglo IX en Suabia y Baviera, adquirió derechos sobre el trono inglés a través del matrimonio del duque Ernesto Augusto de Brunswick-Luneburgo, señor del feudo hereditario alemán, y Sofía de Wittelsbach, hija del elector del Palatinado y nieta de Jacobo I de Inglaterra. Su hijo George I llevó a efecto sus derechos a la Corona inglesa como bisnieto del rey Jacobo I y el 1 de agosto de 1714 accedió al trono de Gran Bretaña, como consecuencia de la ausencia de herederos en la dinastía Estuardo, tras la muerte sin descendencia de la reina Ana, y de la Ley de Establecimiento de 1701, que excluía a los católicos de la sucesión.
La casa Hannover conservó la soberanía sobre el territorio alemán, que fue ampliado con el resto del antiguo Ducado de Brunswig, gracias al matrimonio con Sofía de Celle, y con la anexión de Bremen y Verden. George I ejerció más como príncipe alemán que como rey inglés, en parte debido a sus dificultades con el idioma. Dejó la dirección política de Gran Bretaña en manos de sus ministros Stanhope y Walpole, lo que permitió el desarrollo del sistema parlamentario británico. Ni su matrimonio fue feliz -fue disuelto en 1694 no por adulterio (ambos tuvieron amantes) sino por "abandono" de Sofía a su marido-, ni su relación con su hijo heredero fue buena, una tónica que se repite en los Hannover.
Pese a ser expulsado del palacio de St. James y ser excluido de todas las ceremonias cuando era Príncipe de Gales por sus desavenencias con su padre, George II le sucedió en el trono. Todo se hereda y, al igual que su antecesor, el nuevo Rey sacó su manera de entender el cargo: más como príncipe alemán que como rey británico, por lo que expandió los estados de Hannover con Hadeln y Bentheim y fundó en 1735 la Universidad de Gotinga, pero delegó en los ministros la política del reino. Tampoco él se llevó bien con su hijo heredero, Federico Luis, Príncipe de Gales, que murió prematuramente a los 44 años sin haber ascendido al trono.
Así que le sucedió su nieto George III, que fue el primer miembro de la dinastía que ejerció plenamente como Rey de Gran Bretaña, el primer Hannover que nació en el reino británico, así como el primer soberano de la Casa alemana que aprendió inglés como lengua materna. Incorporó Irlanda a la Corona británica en 1800 y amplió Hannover con la anexión de Osnabrück en 1802. Durante las guerras napoleónicas, Hannover fue ocupado por los franceses y no fue hasta el Congreso de Viena cuando recuperó en 1815 la independencia con la nueva categoría de reino y fue devuelto a George III. Su hijo George IV ejerció como su regente desde 1811 debido a la locura del soberano y más tarde a su muerte le sucedió en el trono. Se casó en secreto con una católica en 1785, pero el matrimonio fue anulado al descubrirse ilegal por la fe de ella y volvió a casarse con su prima Carolina de Brunswick, con quien al igual que con su padre tuvo una pésima relación. Falleció sin descendientes legítimos, por lo que fue su hermano Guillermo IV quien ascendió al trono y reinó durante siete años hasta 1837.
No le sobrevivió ningún descendiente legítimo, por lo que su sobrina de 18 años, Victoria de Kent, le sucedió en el trono británico, pero no en Hannover, dado que la Ley Sálica estaba en vigor y no podía reinar una mujer, así que se separaron las Coronas de Gran Bretaña y de Hannover. El Ducado de Brunswick-Luneburgo pasó al hermano del rey Guillermo IV y tío de la reina Victoria, Ernesto Augusto, Duque de Cumberland, y después a su hijo George V, que fue el último soberano independiente del territorio alemán tras la derrota austriaca en la Guerra Austro-Prusiana de 1866.
Continúa rigiendo los destinos de Gran Bretaña la reina Victoria, casada desde 1840 con su gran amor, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, lo que supone una nueva denominación de la Casa Hannover como Casa Sajonia-Coburgo-Gotha cuando su hijo Eduardo VII finalmente le sucede. La reina Victoria le dejó el trono muy alto. Marcó una época, la era victoriana, caracterizada por la Revolución industrial y la consolidación de Reino Unido como primera potencia del siglo XIX; extendió su reino y llegó a ser conocida por las uniones matrimoniales de sus hijos y nietos con otros monarcas como la Abuela de Europa. Pero su majestad y excelencia radicaban en su sentido común y su férrea y buena voluntad, objeto siempre de reverencia. Cuando el 22 de septiembre de 1896 la reina Victoria sobrepasó a su abuelo el rey George III en el trono, pidió que todas las celebraciones conmemorativas fueran pospuestas hasta 1897, el año en que se celebraba su Jubileo de Diamante.
El tardío reinado de su hijo mayor, con 60 años debido a la longevidad materna, se extendió desde 1901 a 1910, periodo en el que se alinea contra Alemania. Hereda el trono su hijo George V, que como resultado de la Primera Guerra Mundial y del antigermanismo imperante, se convirtió en 1917 en el primer monarca de la Casa de Windsor, nombre con el que se ha denominado la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha hasta nuestros días. Su salud se debilitó tras la PGM y fue golpeado por la enfermedad durante todo su reinado. Fue sucedido a su muerte en 1936 por su hijo Eduardo VIII, cuyo matrimonio con la divorciada Wallis Simpson le obligó a abdicar el mismo año de su ascenso en su hermano George VI, que no tomo su nombre de Alberto, para no desmerecer al esposo de la reina Victoria, el príncipe consorte Alberto.
Se convirtió en un Rey muy popular y querido, tras haber superado sus problemas de tartamudez y timidez, por cómo hizo frente a la Segunda Guerra Mundial (1939-45) al pie del cañón en todo momento para compartir destino con sus conciudadanos. Tras la guerra, ejerció como Rey parlamentario y tuvo que afrontar el comienzo de la descolonización del Imperio británico. Dejó el trono firme en su hija Isabel II, actual soberana británica. Último eslabón en el trono de los Hannover.