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De forma irregular, la trufa blanca tiene una piel fina y ligeramente aterciopelada. Su color es ocre y amarillento en el interior.
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Comedor del restaurante 'Boccondivino', que estas semanas rinde su particular homanje a la trufa blanca.
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Aunque existen más de 70 especies en todo el mundo, sólo hay una capaz de alcanzar en el mercado los 6.000 euros el kilo. Se trata de la trufa blanca, el hongo más apreciado por los sibaritas y gastrónomos, llegando incluso a niveles de verdadera devoción. Pero... ¿por qué un alimento que en su apariencia externa resulta tan poco apetecible alcanza estos precios tan elevados y cuenta con tantos ‘fans’ incondicionales? Pues, según los expertos, la respuesta a esta pregunta la encontramos en la escasez de su producción (cada vez menor, a pesar de la creciente demanda); en su potente aroma y en su delicadísimo sabor.
Un manjar conocido también como tuber magnatum que crece a unos 40 cm bajo tierra y del que se puede disfrutar en estado fresco desde septiembre hasta más o menos el comienzo del invierno. Y es que es precisamente así, en ‘crudo’, como mejor se aprecia su sabor. Así, es ideal como aderezo de arroces, pastas, ensaladas...cortada en láminas muy finas justo antes de la presentación del plato en la mesa. No obstante, también se puede adquirir envasada o en conserva en tiendas gourmet o especializadas. Para acompañarlas, hay que ser cuidadoso en la elección del vino para que éste no oculte el perfume y sabor de la trufa.
Algo que tienen muy presente los restaurantes que, durante estas semanas, proponen en sus cartas platos donde esta delicatessen es protagonista. Es, por poner sólo un par de ejemplos, el caso de Drolma, en el Hotel Majestic de Barcelona, o de Boccondivino, en Madrid. Éste último, con un aliciente especial: el local especializado en cocina italiana ofrece de domingo a jueves sus elaboraciones con este preciado hongo a mitad del precio que figura en la carta. Sin duda, una buena oportunidad para poder degustarlo sin que el bolsillo se resienta en exceso.
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