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En España, la trufa negra se produce sobre todo en los bosques de Cataluña y Aragón aunque también puede recolectarse en zonas como Soria, Castellón o Teruel.
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Su aspecto es verrugoso, negruzco, irregular y ‘poco apetitoso’ a primera vista. Sin embargo, se trata de uno de los productos más cotizados en la alta gastronomía. Y es que la trufa negra, además de proporcionar un sabor exquisito a infinidad de recetas, se caracteriza también por su escasa producción temporada a temporada. No hay que olvidar que sólo es el fino olfato de algunos perros adiestrados el que permite la recolección de estos sabrosos hongos.
Es por esto que, recién comenzada su temporada, la trufa negra está alcanzando ya los 500 euros el kilo. Una cifra que, según las previsiones, sobrepasará los 1.000 euros a medida que pasen las semanas debido a su escasez especialmente acusada este año en tiendas y mercados. La ventaja, eso sí, es que con tan sólo unos gramos de este producto gourmet es suficiente para dar un toque realmente especial a nuestros platos (en crudo, para rellenos, ensaladas, etc).
Además de la trufa negra (o de invierno) también existe la blanca (o de verano) que no debemos confundir con la ‘trufa blanca italiana’, muy aromática y mucho más cara. Además, tenemos que saber que hay una variedad de trufa llamada china, muy similar a la negra en apariencia pero de inferior calidad, por lo que es más barata (unos 70-80 euros el kilo).
Algunos consejos
-La trufa debe ser redonda y de una sola pieza. -No se deben pelar. Hay que tratarlas con mucha delicadeza y limpiarlas sin mojarlas demasiado. Bastará con cepillarlas con un cepillo de dientes de cerdas suaves. Si aún tienen restos de tierra, se limpian con un trapo húmedo. Las partes podridas se eliminarán. -Para conservarlas se pueden dejar en un recipiente bien limpias y cubiertas por agua, en el interior del frigorífico.
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