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El
marqués de Griñón no era un hombre popular -le disgustaba
sobremanera ser foco de atención para la prensa- pero, no pudo evitar
convertirse en uno de los protagonistas de la sociedad española
cuando contrajo matrimonio con Isabel Preysler en el año
1980. Llevaron su romance con absoluta discreción, se casaron arropados
por la intimidad de su finca de Casa de Vacas, pero no consiguieron
pasar inadvertidos. Por alguna razón, su romance y su unión tenía
la fuerza y el glamour de las grandes historias de amor que
necesariamente han de ser contadas.
La antesala de una crisis
Entonces, nos enseñaron su hogar y nos hicieron partícipes de que
estaban esperando un hijo. La pequeña Tamara vino al mundo
en 1981, tres años antes de que comenzaran a circular los primeros
rumores sobre el distanciamiento del matrimonio... La antesala de
una crisis que terminó en separación, en el año 1985. El corazón
de Isabel, una vez más, pudo más que su cabeza y ésta se dispuso
a vivir una nueva existencia. Se había enamorado perdidamente de
Miguel Boyer, también separado y padre de dos hijos y con
la valentía que le caracteriza, después de oficializar su
relación, decidió que vivirían juntos. La apoteosis de la prensa
semanal no se haría esperar... Y la pareja de moda se convirtió,
para todos los medios de comunicación, semanarios políticos incluidos,
en el centro de la actualidad social. |
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