Los abrazos nos producen un sinfín de buenas sensaciones cuando llegan en el momento preciso. Pueden ser un refugio, un alivio, un consuelo… Nos reconfortan, nos hacen conectar con la persona a la que abrazamos y mejoran de manera evidente nuestro estado de ánimo. Y cuando somos nosotros quienes abrazamos a aquella persona que lo necesita, la estamos reconfortando y dando apoyo y cariño.