Los 5 'archienemigos' de tu imagen
La estética es importante, vale. Pero muchas veces el tiempo y dinero que inviertes en el probador o en las tiendas de internet para ver qué vestido te quedará mejor o qué cosmético hará desaparecer las arrugas; es tiempo y dinero perdidos si descuidamos otras cuestiones más importantes. Así que no busques milagros cuando las soluciones son tan fáciles como estas:
- Tabaco. El tabaco es el peor enemigo de tu piel y de tu mirada. El tabaco reseca mucho la piel, acelerando el proceso de envejecimiento. Así que mucho mejor que comprarte un sérum o cualquier crema rejuvenecedora, deja de fumar. No solo estarás mucho más guapa, sino que te ahorrarás bastante dinerito. Lo mismo pasa con tu mirada, los ojos de una fumadora siempre tienen menos brillo que los ojos de alguien que no fuma.
- Alcohol. El alcohol en su justa medida puede ser un buen digestivo; sin embargo, su justa medida es una medida muy pequeña. El alcohol en exceso es un problema para todos tus órganos, hígado, riñones, estómago, corazón, etcétera.... y todo ello se refleja en tu exterior. Además, del exceso de calorías que aporta.
- Alimentación. Ya lo sabes, eres lo que comes. Si comes saludable, tu aspecto será saludable; si malcomes, malo será el aspecto que reflejes. Recuerda la dieta mediterránea y la regla de las cinco raciones de verdura y frutas al día. Te aportarán las vitaminas necesarias para brillar como lo hace una jugosa manzana.
- Inactividad. El movimiento ha sido durante miles de generaciones una necesidad vital. Si de repente se rompe esa cadena de movimiento y no usas tu cuerpo, éste se atrofiará y perderá las formas armónicas y el equilibrio necesario entre estructuras como para evitar dolores de espalda, cervicales, etcétera.
- Estrés. Además de ser insano por dentro, por las sustancias negativas que se segregan, el estrés ocasiona desperfectos en nuestra estética difíciles de revertir. Las arrugas en el entrecejo o resto de marcas de expresión te pueden dejar una imagen permanente de desasosiego. Por supuesto, además, el tiempo que no estás sonriendo por el estés, estás perdiendo tu arma estética más poderosa: la sonrisa.