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El hecho de que creciera en la pobreza no hizo de ella una persona ahorradora. Con el
primer sueldo que ganó como modelo pagó el alquiler de casa y se gastó el resto en
ropa. Después cuando comenzó a recibir un suelo algo más regular en la Twenty
Century Fox primero, y en Columbia Studios, más tarde, se compró un Ford
descapotable, un secador de pelo profesional, libros y cosméticos.
Muy generosa, también se mostró agradecida con la gente que la había ayudado.
Una vez que se hizo famosa, Marilyn se convirtió en una gran fuente de ingresos para
los vendedores. Entre sus tiendas favoritas, 'Tiffany', 'Sak's Fifth Avenue', 'Jax' e 'I
Magnin'. Su maquillaje era de Max Factor, sus lápices de labios de Elizabeth Arden y le
gustaba lucir pestañas postizas e incluso peluca en alguna ocasión para intentar pasar
desapercibida.
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