¿Hay algo más placentero que llegar tras una agotadora jornada laboral a casa y disfrutar de un baño relajante? Lo cierto es que es una sensación más que agradable, y es que introducirse en la bañera puede conseguir hacerle olvidar todo lo demás.
Prepara todo lo que te hará falta
Lo primero es preparar el ritual, poner al alcance de la mano todo aquello que vas a necesitar: desde una buena esponja a una toalla suave, pasando por geles, sales de baño, jabones, cremas corporales para aplicarlas nada más salir del agua o productos basados en la aromaterapia. Son muchas las líneas existentes en el mercado que hacen del baño un auténtico lujo, cuyos productos limpian, tonifican, relajan, hidratan y revitalizan nuestra piel. Es importante crear una ambiente acogedor y para conseguirlo puedes, además, aderezar el baño con una música relajante y unas cuantas velas aromáticas encendidas -eso sí, con precaución-... la placentera sensación será total.
Un momento sólo para ti
La clave es sumergirse en ese mundo de burbujas, dejándose acariciar por la espuma o cubriendo el cuerpo con tu aroma preferido. Hay que convertir la hora del baño en un tiempo de relajación sólo para ti. Al margen de proporcionarte un rato agradable, el baño puede convertirse en un buen aliado para su piel, y es que una de las claves de un cutis de seda es el baño. No olvides que ya los romanos descubrieron sus ventajas y las pusieron en práctica en las termas y baños públicos.
Tiempo y temperatura
El tiempo ideal para un baño está entre 10 y 15 minutos, en función del tipo que elija, relajante o revigorizante (en este último caso no debe estar más de cinco minutos dentro del agua). Es fundamental encontrar la temperatura adecuada del agua, con la cantidad necesaria para que el cuerpo quede bien sumergido. De todas maneras, la temperatura del agua depende de la que tu cuerpo esté dispuesto a tolerar, pero nunca por encima de los 37-38º (poco más que la temperatura corporal). Para los casos de reumatismo o molestias óseas, el calor es bueno, mientras que para combatir la flacidez o la celulitis no es lo más recomendable. Si eliges la noche para darte un baño, casi se garantiza que dormirás relajado, y no está de más acabar la sesión con una ducha de agua más templada, para activar la circulación.
Si optas por un baño relajante, tal vez el más deseado tras una agotadora jornada, el agua debe estar bastante caliente, para que actúe sobre aquellos músculos que más padecen la tensión, como los de la espalda y las cervicales. Se puede recurrir a una almohada de baño para la nuca o bien optar por una toalla doblada, y no es conveniente estar dentro del agua más de 15 minutos.
Un extra para tu piel
Para completar esta cura de belleza, puedes aprovechar los minutos que estás dentro de la bañera para aplicarte una mascarilla calmante, purificante, hidratante o relajante sobre la cara. Una vez dentro, relájate, cierra los ojos, desconecta del mundo. Cuando salgas, todo parecerá nuevo.
Y además
-Aprovecha ese tiempo para descansar no sólo el cuerpo, sino también la mente, ocupándola con pensamientos que te resulten agradables.
-La temperatura de la habitación debe resultar cálida y confortable.
-No descartes disfrutar de una infusión de hierbas relajantes, como la tila, aunque siempre en taza de material irrompible para evitar accidentes.
-Intenta salir de la bañera poco a poco para no marearte, sin levantarse nunca de forma brusca.