Son muchas las razones por las que la natación se encuentra siempre entre los deportes más recomendados para mantenerse en forma.
El agua en la que se sumerge el cuerpo ofrece una resistencia que optimiza el ejercicio y aumenta sus efectos positivos, pero con la gran ventaja de no presentar riesgo de caídas ni las consiguientes posibles lesiones. Las personas con problemas de articulaciones, y que deben evitar los deportes de impacto, se pueden mover en un entorno suave, como es el agua, y realizar ejercicios que quizás en tierra les resultarían gravosos. Esta es una de las razones por la que muchos médicos recomiendan la gimnasia acuática a las mujeres embarazadas o a quienes tienen un sobrepeso importante. Es un ejercicio total, puesto que involucra prácticamente todo el cuerpo, obligando a ejercitar brazos y piernas por igual. Si se realiza durante al menos 20 minutos seguidos, manteniendo un ritmo y velocidad constantes, puede ser un excelente ejercicio aeróbico, lo que ayuda a mejorar el estado de forma general, así como a estimular el metabolismo y quemar grasa. En contra de lo que se pudiera suponer, nadar en agua muy fría (como la del mar, por ejemplo), no ayuda a mejorar el rendimiento, sino tan sólo a cansarse antes, ya que el organismo, al tener que compensar el frío del agua, dedica parte de su esfuerzo a producir esos grados de más, no al ejercicio. Los profesionales de elite entrenan siempre en agua climatizada, con temperaturas que rondan los 30ª. Los estilos de natación más beneficiosos son el crol y la braza, mientras que el estilo mariposa está desaconsejado por la posibilidad de dañar la musculatura.