Parque Nacional de Peneda-Gerês

Al fondo de una animada garganta surge Gerês, una agradable población que, además de ser el principal centro de excursiones del parque, vive un período de prosperidad gracias a su centro termal. De las propiedades medicinales de sus aguas ya dieron fe los romanos, pero desde hace un siglo son la principal fuente de vida. Conocida también como Caldas do Gerês, la estrechez del valle en este lugar ha hecho que sus casas se alineen a ambos lados de la calle principal y el resto cuelguen de las laderas salpicando el paisaje.
Siguiendo hacia el Sur y antes de alcanzar la N-304 que asciende entre hermosas rocas tapizadas de brezo, hay que detenerse en la confluencia de Caniçada. En este cruce de caminos donde dos puentes atraviesan los ríos Cávado y Caldo, un cartel indica el santuario de Sao Bento, el segundo más visitado de Portugal tras Fátima.

CASTRO LABOREIRO
En el escenario natural de Peneda-Gerês, a veces agreste, a veces cubierto de una densa vegetación, no hay descanso para la vista, ni siquiera para los otros sentidos. Cada una de las cuatro sierras que lo conforman —Peneda, Soajo, Amarela y Gerês— rivalizan en atractivos y tomar uno u otro camino sólo depende de cada cuál. En la situada más al Norte, donde todavía es posible ver las «inverneiras» y «brandas» utilizadas como viviendas por los pastores, se encuentran varios lugares de interés, como Lamas de Mouro, una aldea tradicional que, además de un Centro de Interpretación del Parque, muestra casas de granito y algunas curiosidades, como una vivienda con un reloj de sol en la fachada y un horno comunitario aún en funcionamiento; o Castro Laboreiro, situado en el Camino de Santiago portugués —hasta ocho pasan por el país vecino—, donde la panorámica desde las ruinas de su castillo medieval puede hacer más larga la visita.