Una ruta en coche por playas y montañas de la Marina Baixa

En esta comarca alicantina hay mucho más que sol y playa. Hay pueblos históricos, cascadas y multitud de montes preciosos. Para verlos hay que subir de Altea a Guadalest, pasando por las Fuentes del Algar. Y bajar de Guadalest a la Serra Gela-da, que se alza al lado mismo de Benidorm, más alta que sus rascacielos.

por Andrés Campos

En Altea hay ocho kilómetros de playas, calas y acantilados, pero la imagen que impresiona más vivamente la retina del viajero es la del casco antiguo que se arracima blanquísimo alrededor de la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, coronada por una cúpula de tejas azules vidriadas. Sus pinas callejuelas, llenas de recovecos y miradores, han atraído desde hace décadas a numerosos pintores. En los años setenta, Benjamin Palencia, Eberhard Schlotter, Toni Miró y otros dejaron su huella decorando casas y restaurantes, pintando frescos en la calle o realizando carteles de fiestas. Su herencia se mantiene viva en gran cantidad de galerías, estudios y espacios expositivos, así como en el Palau y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández.

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Además de artistas, por Altea pasan, y en Altea se casan, el río Guadalest y el río Algar. El primero da nombre a otro pueblo cautivador, quizá el que más de Alicante. El Algar, por su parte, nace en la sierra de Bèrnia y, al pasar por Callosa d’En Sarriá, a 15 kilómetros de Altea subiendo por la carretera CV-755, forma un paraje de cascadas, pozas límpidas, sotos y cañaverales que es el paraíso terrenal, incluso mejor, más apetecible, porque en sus orillas hay cinco restaurantes para comer paella. En las Fuentes del Algar, que así se llama el lugar, existe un camino bien acondicionado de 1,5 kilómetros que permite subir y bajar por la orilla del río, asomándose a los saltos, alguno de más de 10 metros, y zambulléndose si apetece en los tolls o pozas. El agua está a 18 grados, que más que de montaña, parece de playa.

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Por la misma carretera que lleva de Altea a Callosa d’En Sarriá se sube en un segundo [un segundo de 15 o 20 minutos] a Guadalest, oficialmente El Castell de Guadalest. Encaramado en una peña de la sierra de Aitana, a 586 metros de altura sobre el nivel del cercano mar, El Castell de Guadalest se ha conservado tal como lo plantaron los moros, sin más reformas que las lógicas renovaciones obligadas por las guerras y los terremotos. De hecho, solo tiene acceso por un portillo horadado en la roca viva. Intramuros se apiñan las casas del pueblo antiguo, las cruces del cementerio y ocho museos, nada menos. Los hay para todos los gustos. En la Casa Orduña, hogar que fue de los alcaides de la fortaleza, se puede ver cómo vivía la gente acomodada en los siglos XVII, XVIII y XIX. En el Museo de Microminiaturas, lo que se ve, con lupas muy potentes, es La maja desnuda de Goya pintada en el ala de una mosca, un elefante esculpido en los ojos de un mosquito, una pulga vestida de torero dando un pase y otras obras menores -pero mucho- del escultor murciano y azote de los insectos Manuel Ribera Girona. También hay un museo de saleros y pimenteros [con 20.000 de ellos], otro de casas de muñecas y juguetes antiguos, otro de aparatos de tortura y otro de vehículos históricos, aunque este último, claro es, fuera del pueblo, porque para meter dentro las 150 motos y los coches de más de 50 marcas que contiene, haría falta que los miniaturizara Manuel Ribera.

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De Guadalest se puede bajar, para variar, por la carretera CV-70, que lleva a Benidorm pasando por el encantador pueblo de Polop. Benidorm es famoso por sus rascacielos, cada vez más elevados. Pero hay algo más alto. Pegada al último rascacielos de la playa de Levante, está Serra Gelada, seis kilómetros de costa virgen, demasiado abrupta para construir torres de 50 plantas, a Dios gracias. En coche se puede subir hasta la cruz que corona la primera cima para contemplar el skyline de Benidorm como desde un helicóptero. Otra carretera, pero ésta cerrada al tráfico, permite ir caminando en una hora desde la misma playa hasta la punta del Cavall y ver acantilados de 300 metros. Algunos, más que verticales, son cóncavos, como tsunamis petrificados.

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Una tercera opción es dirigirse en coche a l’Alfàs del Pi, que está en el otro extremo de la sierra, al norte, y echarse a caminar por la carretera [también vedada a los vehículos] que conduce en unos en tres cuartos de hora hasta el faro de Albir. Por el camino, se descubre el mejor mirador de la bahía de Altea, que se ve entera, rodeada de montañas radiantes y con el peñón de Ifach al fondo; también se ven minas de ocre de origen fenicio, cuevas como la Boca de la Balena y, al llegar al faro, los acantilados y los delfines que habitan en esta costa [hay un catalejo para observarlos] y que, haciendo bueno el nombre de la Serra Gelada, dejan a la gente helada, admirada, encantada.

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LO QUE NO OS PODÉIS PERDER EN LA RUTA

ALTEA

Hay que pasear por las calles que rodean la iglesia -Santa Bárbara, San José, San Miguel, Mayor, Salamanca, Concepción…-, buscar las puertas de la antigua muralla -el portal Vell y el Nou- e ir preparados, con la mentalidad y el calzado adecuados, para cuestas como la del Mestre la Música, con 255 escalones de oscura piedra de les Quintanes. En Semana Santa y verano, la oficina de turismo [altea.es] organiza visitas guiadas gratuitas.

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FUENTES DEL ALGAR

El parque de Les Fonts d’Algar se halla a tres kilómetros de Callosa d’en Sarrià, en dirección a Bolulla, y abre todos los días [lasfuentesdelalgar.com. Entrada: 4 €]. A 700 metros se encuentra el Dinopark, donde pueden verse dinosaurios robóticos a tamaño natural, en un jardín botánico con medio millar de cactus y plantas crasas [dinopark.es].

GUADALEST

De los ocho museos que hay en el pueblo, el que hay que visitar sí o sí es el municipal de la Casa Orduña, porque además de lo que allí se enseña, da acceso al castillo y a las mejores vistas [guadalest.es. Abre todos los días. Entrada: 4 €]. Para organizar el resto de visitas, conviene pasar por la oficina de turismo [tel. 965 88 52 98].

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SERRA GELADA

El primer parque marítimo terrestre de la Comunidad Valenciana abarca una superficie de 5.564 hectáreas, de las que 4.920 corresponden al medio marino, el cual alberga grandes praderas de posidonias y una de las pocas poblaciones de delfines mulares del litoral peninsular. Hay tres sendas autoguiadas, la más interesante de las cuales es la que lleva desde l’Alfàs del Pi al faro de Albir [cinco kilómetros, incluida la vuelta, por camino asfaltado, accesible con carritos y en silla de ruedas]. El faro, del siglo XIX, aloja desde 2011 un centro de interpretación sobre el entorno natural y sobre sí mismo [parquesnaturales.gva.es. Abre todos los días en horario de mañana. Se realizan visitas guiadas].

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Y NUESTROS CONSEJOS PARA...

DORMIR

LA SERENA [Altea, hoteleslaserena.com]. Encantador hotel en el casco antiguo, con hamman, restaurante de slow food y pan ecológico amasado a mano con harinas ecológicas de la Sierra del Segura y masa madre. Se imparten cursos de pan y de pasta fresca.

ABACO [Altea, hotelabaco.es]. Hotelito coqueto, muy romántico, de solo seis habitaciones, en una antigua panadería del siglo XVIII, equidistante del centro histórico y de la playa. Se cuidan al máximo los detalles y la atención.

CASES NOVES [Guadalest, hotelruralenalicante.es]. Todo el mundo habla maravillas de este hotel rural, donde Toni y Sofía hacen sentir a los clientes como en casa. Fantásticas cenas y desayunos en la terraza, con vistas al castillo, al valle de Guadalest y a la bahía de Altea.

ALBIR PLAYA HOTEL [l’Alfàs del Pi, albirplayahotel.com]. A pocos pasos del parque natural de Serra Gelada, hotel moderno, con bonita piscina, pequeño spa y transporte gratuito para bajar a la playa.

COMER

LA CAPELLA [Altea, lacapella-altea.com]. Sabores autóctonos como los del espencat o el arroz al horno, en una terraza con grandes vistas, justo detrás de la iglesia.

RACÓ DE TONI [Altea, restauranteracodetoni.com]. Pequeño restaurante donde se elaboran ricos arroces, pescados y escabeches. También es un buen lugar para picotear, con tapas muy cuidadas.

XORTA [Guadalest, restaurantexorta.com]. El cordero al horno es la especialidad de este restaurante familiar, con buenas vistas y precio ajustado.

CA L’ANGELS [Polop, calangels.net]. Cocina tradicional a más no poder, con productos de huerto propio. Arroces difíciles de encontrar, ollas de trigo de cultivo ecológico...

MÁS INFORMACIÓN: costablanca.org