24 horas (o más) en A Coruña, la querida ciudad de Mario Casas
De la plaza de María Pita a la playa de Razo, en cuyas aguas le gusta practicar surf. Un paseo de cine por esta ciudad gallega que vio nacer al actor y a la que se escapa siempre que puede de vacaciones.
Mario Casas se marchó muy niño de Galicia, pero pese a ello se siente coruñés “por los cuatro costados”. Así lo declaró ante miles de fans en la plaza de María Pita cuando hace un par de años fue pregonero de las fiestas en honor a la heroína local: “Hay que saber de dónde vienes, para saber a dónde vas”. En el barrio de Os Mallos-A Sardiñeira dio sus primeros pasos, pero su pasado herculino va mucho más allá y en su recuerdo siempre están los días de pesca con su padre, las cabalgadas en los caballitos de Méndez Núñez, esa pasión blanquiazul por el Depor que también su padre le contagió y esas fiestas “de cine”.
Un buen punto de partida para comenzar el recorrido por la ciudad de Mario Casas puede ser precisamente esa plaza de María Pita, un singular espacio porticado presidido por el edificio del Ayuntamiento y rodeado de edificios acristalados en cuyas terrazas, si el tiempo acompaña, se pulsa el ritmo de la ciudad. Más simbólicas son las galerías que se asoman a la avenida de A Mariña, las que ofrecen una de las imágenes más emblemáticas de A Coruña y que le han otorgado el nombre de Ciudad de Cristal. Este conjunto acristalado atestigua la pujanza de la burguesía en el siglo XIX y anima, en este entorno, a seguir las huellas de una interesante arquitectura modernista que fue levantándose años después.
Más antigua es la ciudad medieval que, sobre un montículo, todavía guarda en su trazado ese añejo sabor marinero. Es aquí donde se hayan sus rincones más puros: las iglesias románicas de Santiago y Santa María del Campo, la plaza y el convento de Santa Bárbara, y el jardín de San Carlos, con la tumba de sir John Moore.
Pero para descubrir la ciudad volcada al mar, nada como recorrer los 13 kilómetros del paseo marítimo que envuelve la ciudad, que se puede hacer a pie y también, en una gran parte, subido en el tranvía que lleva de la dársena de la Marina a la playa de Riazor. En el camino se pueden admirar llamativas farolas de inspiración modernista, la imponente mole del castillo de San Antón -sede del Museo Arqueológico- y la Torre de Hércules, el faro más antiguo del mundo, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y que cada noche ilumina la ciudad.
Junto al faro, hay que pararse en el parque escultórico que rodea a la torre para contemplar las obras contemporáneas de un puñado de artistas gallegos y después sumergirse en el espectacular Aquarium Finisterrae para admirar la belleza oculta bajo el mar. Es uno de los tres museos científicos de la ciudad, junto a la Domus, la Casa del Hombre, que domina la bahía con su ondulado perfil; y más allá, la Casa de las Ciencias.
Pero A Coruña da para mucho más, para seguir la Ruta Piccaso, el pintor malagueño que pasó aquí cuatro años en pleno apogeo modernista; asistir al espectáculo diario de la subasta del pescado en O Muro, ir de compras por la peatonal calle Barcelona, entrar en las tabernas de los alrededores de la plaza de María Pita, “la zona de los vinos” y, de noche, perderse por las calles que se abren a espaldas de la playa del Orzán, el mejor lugar para la diversión.
Más allá de las playas urbanas de Orzán y Riazor, a Mario Casas lo que le gusta es acercarse a la de Razo, a 33 kilómetros de A Coruña, un arenal abierto, prácticamente unido a la playa natural de Baldaio, donde el viento sopla fuerte y sus olas hacen de él un lugar ideal para los amantes del surf. Aquí se le ha visto con su tabla y aquí regresa con su familia siempre que su trabajo se lo permite. Así es el actor, un enamorado de su tierra.