Michelle Jenner, una reina Isabel por tierras de Castilla
Primero fue una reina joven, ahora es madura y achacosa. Y ahí sigue, en su papel. Dando vida a Isabel la Católica en la serie televisiva basada en la vida de ésta. Seguimos sus pasos por dos villas abulenses que nunca olvidó la reina más insigne de España, aquellas donde vivió su niñez y juventud, Madrigal de las Altas Torres y Arévalo, dos localidades de impronta mudéjar que invitan a una escapada.
Madrigal, que surgió como una aldea de Arévalo y con la que poco a poco rivalizaría en grandeza, conocería su época dorada cuando el rey Juan II de Castilla manda construir en ella un palacio de verano. Es éste el que hay que llegar buscando, porque fue en él donde nació Isabel, a la que da vida en la serie Michelle Jenner, que no es palacio ya sino monasterio, el de Santa María de Gracia. Ni son reyes los que lo habitan sino monjas agustinas de clausura que enseñan los tesoros de los que fueron sus moradores: salones renacentistas, artesonados mudéjares, la sala de embajadores, el panteón de bastardas e infantas, la capilla real, la alcoba de la Católica, los claustros...
Enfrente queda el Real Hospital fundado por María de Aragón, la primera mujer de Juan II, hoy reconvertido en centro cultural, y, más adelante, la fachada plateresca de lo que era Palacio de Justicia, antes de llegar a la iglesia de San Nicolás de Bari, que queda en la misma plaza que Santa María del Castillo y es un buen ejemplo del mudéjar de la comarca de la Moraña, con una impresionante torre de casi 50 metros de altura. Será en ella en la que el monarca contraiga segundas nupcias con Isabel de Portugal, de cuya unión nacerá la futura reina, y en cuya pila recibió Isabel las aguas bautismales.
Otros recuerdos que no son de piedra conserva la villa en la que tantos momentos de sosiego pasó la reina castellana de niña al lado de su madre y tantos otros de inquietud cuando ya doncella se la quería obligar a aborrecidos consorcios. Como el de que fue en Madrigal de las Altas Torres donde murió Fray Luis de León. Pero eso forma parte de otra historia… La de Isabel continúa en la villa donde la “Señora de Arévalo”, como le gustaba que la llamaran, vivió desde los tres a los trece años.
A Arévalo llegó tras la muerte de su padre, fue educada si no para ser reina, sí para ser esposa de rey; se formó su carácter sobrio, recio y austero gracias a los franciscanos, y se fraguó su profunda devoción hacia la Virgen de las Angustias, que entronizó como patrona. Su juventud la pasó junto a su hermano Alfonso, su madre y su mejor amiga, Beatriz de Bobadilla, en el Palacio de los Trastámara, del que hoy ya no queda nada, tan solo el recuerdo de que fue durante el reinado de esta dinastía cuando Arévalo llegó a ser una de las poblaciones más importantes de Castilla.
“La mi villa de Arévalo”, decía Isabel, era una ciudad bien amurallada, estratégicamente situada en un cruce de caminos y entre dos ríos, una ciudad de mercados y ferias y, como en la mayoría de poblaciones medievales, convivían en ella árabes, cristianos y judíos, un mestizaje que dio lugar al gran tesoro que conserva hoy Arévalo, su arquitectura mudéjar, donde un buen puñado de iglesias, ermitas o puentes muestran esculpidas en el ladrillo una sinfonía de formas geométricas en ábsides, arquerías, esquinillas y torres.
Para recorrer el casco histórico lo mejor es seguir la ruta marcada con ocho atriles que explican la vida de Isabel la Católica en Arévalo, dos de los cuales hacen parada en la Plaza de la Villa, el ejemplo más bello de arquitectura popular castellana de época medieval, con casas con entramado de madera y ladrillo, soportal corrido y tres de los principales monumentos de Arévalo: la iglesia de San Martín, la de Santa María y la Casa de los Sexmos, donde fue ratificado el Tratado de Tordesillas de 1494 por los Reyes Católicos.
El recorrido lleva también a la del Real, con acceso por el Arco de Alcocer –uno de los pocos restos que permanecen de la muralla- y donde se situaba el Palacio Real. Desde aquí y siguiendo el río Adaja, se llega al castillo, que fue residencia y prisión real, amén de morada de Isabel la Católica. Y, fuera ya del recinto amurallado, a la plaza del Arrabal, centro comercial de Arévalo y en torno a la cual se reúnen los figones donde el tostón ha sido elevado a la categoría de manjar de reyes. Precedido por una sopa castellana o unas legumbres de la Moraña, delito sería no entrar en ellos y abandonarse a este placer como Dios manda.
GUÍA PRÁCTICA
Dónde dormir
LOS V LINAJES [Arévalo, loscincolinajes.com]. Antigua casona situada en la judería y junto a la iglesia de Santo Domingo. Rehabilitada manteniendo los elementos originales y añadiendo toques modernos.
BALNEARIO PALACIO DE LAS SALINAS [Medina del Campo, palaciodelassalinas.es]. Palacio centenario que funcional como hotel y balneario. Entorno ajardinado y zonas comunes muy cuidadas.
Dónde comer
ASADOR LAS CUBAS [Arévalo, tel.920 30 01 25]. Sus asados en horno de leña son un referente en la zona. El secreto no es otro que unos lechones de apenas 17 días y la maestría del chef David Arias.
EL FIGÓN DE ARÉVALO [Arévalo, elfigondearevalo.com[. Carnes rojas a la brasa y asados de cochinillo y cordero. Buen repertorio de tapas.
LAS CABAÑAS [Peñaranda de Bracamonte, lascabanas.es]. Lo mejor de la cocina tradicional con innovaciones modernas en un patio acristalado.