Desde comer en un restaurante con estrella Michelin a hacer una cata de cava en una bodega, participar en un taller gastronómico en un monasterio medieval, recorrer los mercados en busca de productos autóctonos o descubrir cómo hacían vino los romanos.
COMER EN UN RESTAURANTE CON ESTRELLA Ser la mujer con más estrellas Michelin del mundo da idea de lo que uno puede esperar en el restaurante Sant Pau de Carme Ruscalleda, en Sant Pol de Mar. Sin duda, es el mejor exponente de la cocina catalana creativa, que se disfruta, además, mirando al mar. Con una estrella y también todo un placer, la gastronomía de Can Jubany (Calldetenes), Estany Clar (Cercs), Fonda Sala (Olost), Capritx (Terrassa), Els Casals (Sagàs), L’Ó (Monasterio de Sant Benet, en Sant Fruitós de Bages).
DE BODEGA EN BODEGA Catas, talleres, rutas por los viñedos en bicicleta, a caballo, en segway, de día o de noche… Las grandes bodegas y también las pequeñas y familiares de las cinco denominaciones de origen de Barcelona -Penedès, Catalunya, Cava, Pla del Bages y Alella- proponen todo tipo de actividades enoturísticas. Pero si hay unas que no hay que perderse son las de Sant Sadurní d’Anoia, la capital del cava, donde hay más de 80 bodegas, entre ellas Codorniu y Freixenet. Otra opción en Vilafranca del Penedès, Torres.
LA EXPERIENCIA DE SANT BENET Muy cerca de Manresa, en Sant Fruitós de Bages, se encuentra el monasterio medieval de Sant Benet, una de las joyas de la arquitectura catalana y también un proyecto cultural en el que se integra la Fundación Alicia. Además de una visita a este importante espacio de investigación gastronómica puesto en marcha por Ferran Adrià se puede participar en sus talleres, algunos para familias, donde aprender a elaborar platos de toda la vida de una forma moderna, sencilla y amena.
DE MERCADOS No hay mejor manera de palpar el sabor de una zona que visitando sus mercados. Entre los más recomendables, el de la plaza Mayor de Vic; el de Montserrat, famoso por su queso y requesón; el de Granollers, donde cada jueves se venden productos de los agricultores y ganaderos de la comarca, y el de Vilafranca del Penedès.
Y LOS ROMANOS, ¿CÓMO HACÍAN VINO? La bodega romana de Vallmora fue un centro de producción vitivinícola de la Layetania romana que estuvo en funcionamiento entre los siglos I a. C. y V d. C. Ahora la visita al Parque Arqueológico Cella Vinaria (cellavinaria.toolboxgci.com), en la localidad de Teià, permite entender cómo se elaboraba vino en la época. Durante el recorrido se contemplan vestigios de las salas de prensado, de los depósitos de mosto y de tinajas de cerámica semienterradas para la fermentación y el envejecimiento del vino.