Jon Kortajarena, desconexión en Lanzarote
Aquí es donde ha encontrado su sitio, le gusta disfrutar del silencio y donde se está construyendo una casa. Pero, ¿qué tiene la isla en la que ha encontrado refugio?
“El mundo está lleno de sitios alucinantes”, y así le debe parecer esta exótica y lunar isla que propone un viaje a otro planeta, a una tierra volcánica de insólita belleza donde la naturaleza y la mano creadora del gran artista canario César Manrique han creado un paisaje espectacular.
¿Qué no debes perderte en el paraíso de Kortajarena?
Para empezar, en el sur, las salvajes playas de Papagayo, uno de los grandes tesoros naturales de las Canarias. Todo su entorno es singular, desde el azul transparente de sus aguas, a los roquedos basálticos que decoran las playas, los restos de la primera ciudad del Atlántico sur, San Marcial del Rubicón, pero, sobre todo, los siete kilómetros de arena que, repartidos en varias ensenadas, se funden durante la bajamar en un continuo espectáculo que no tiene parangón.
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Estas playas son una prolongación del Parque Nacional de Timanfaya, un espectacular espacio poblado de cráteres y géiseres que se puede recorrer a lomos de un camello y donde se puede ser testigo en primera persona de la intensa actividad volcánica que todavía se registra bajo los pies. Una vez aquí hay que seguir la Ruta de los Volcanes y subir al mirador de Montaña Rajada, que ofrece una espectacular panorámica del paisaje circundante.
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Para vistas, la del mirador del Río, en el norte de la isla, un privilegiado ventanal camuflado en una roca que César Manrique ideó en lo más alto de los riscos de Famara desde donde se avista el archipiélago Chinijo en medio del Atlántico. Es el entorno en el que se rumorea Jon Kortajarena se está construyendo su casa.
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Y tocados por la mano de esta artista lanzaroteño y también imprescindibles en el extremo nororiental de la isla, dos parajes intervenidos por este artista lanzaroteño, los Jameos del Agua, “el nightclub más bello del mundo”, como así lo ha definido su creador; y la Cueva de los Verdes. En las entrañas de la isla tuvo lugar hace miles de años un curioso fenómeno geológico, fruto del cual se crearon una serie de cavernas y túneles. Siglos más tarde, Manrique transformó dos de estas grutas en un impresionantes escenario donde naturaleza y arte van de la mano. La huella de Manrique no acaba aquí, también se descubre en la Fundación que lleva su nombre, en Tahiche; o en el Jardín de Cactus, entre Guatiza y Mala.
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Más allá hay que pasear por las intrincadas calles de Arrecife, contemplar el deslumbrante color blanco de las casas tradicionales de Yaiza, una de las localidades más exóticas de la isla, y también las de Teguise, antigua capital de Lanzarote, sembradas de monumentos; admirar el paisaje protegido de La Geria, donde los campesinos gracias a un imaginativo método de cultivo han conseguido transformar un desolado malpaís volcánico en una productiva zona vinícola; subir el mirador de Femés; deslumbrase ante el lago Verde de El Golfo… Y, por supuesto, el mar…
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