Ni crucero ni roulotte, en una casa flotante por los canales franceses
Si buscas unas vacaciones originales para toda la familia, el canal de Nantes a Brest invita a subirse a un barco y recorrer los escenarios más bucólicos de la Francia rural.
En otro tiempo fueron indispensables para el tráfico de mercancías entre el Mediterráneo y el norte de Europa, pero hoy los cerca de 8.500 kilómetros de vías fluviales que recorren la geografía francesa se prestan a los más deliciosos paseos. Una de ellas es el canal que une Nantes y Brest, una colosal obra ideada por Napoleón Bonaparte que cruza longitudinalmente toda Bretaña, tiene 360 kilómetros y está regulado por cientos de esclusas.
El canal se puede recorrer fácilmente en bici, porque el camino es llano, va pegado al curso del río, está cerrado a los vehículos a motor y está bien señalizado. Pero más auténtico es subirse a uno de esos barcos-casa tan típicos de los ríos franceses que cualquiera puede gobernar y, con la casa a cuestas, navegar lentamente en total libertad junto a un grupo de amigos o con los niños, que al volver al cole podrán presumir incluso de haber llevado el timón.
En el camino van surgiendo pueblos y ciudades de trazado medieval como Josselin y Malestroit –ambos con sus impresionantes castillos-, Rochefort-en-Terre -uno de los pueblos más bonitos de Francia- y Redon, en Bretaña, y Sucé-sur-Erdre, Nort-sur-Erdre o Nantes en Pays de la Loire y sus abadías e iglesias góticas, que bien merecen una parada. Para verlos de cerca basta con parar el barco, coger la bici y pedalear hasta ellos.
Quienes dispongan de más tiempo pueden ascender por el río Vilaine para llegar a la actual capital de Bretaña, Rennes. O descender por el Erdre hasta la capital histórica, Nantes. Ambas con un rico patrimonio y una animada vida cultural.
PISTAS
Una opción ideal para iniciarse es realizar el trayecto de ida y vuelta entre La Gallicy, patria de Yves Rocher, y Malestroit por uno de los tramos más bellos del canal Nantes-Brest. Son 55 kilómetros, unas 11 horas de navegación, que dan para un fin de semana y para convertirse en auténticos expertos en el paso de esclusas, ya que hay que superar 10 de ellas.
No hace falta tener ninguna experiencia de navegación ni licencia para manejar un pénichette de alquiler. Las compañías proporcionan un breve cursillo sobre el manejo y las reglas de circulación en los canales.
Desde España se pueden alquilar estas casas flotantes a través de empresas como Nicols (nicols.com), Cris Boat (crisboat.com), Le Boat (leboat.es) y Aproache (aproache.com) a partir de unos 800 € por semana dependiendo de la capacidad (entre 2 y 10 personas), comodidades y temporada. A esto hay que añadir el combustible (entre 30 y 40 € al día) y extras como las bicicletas.
Como complemento al barco hay que recorrer, a pie o en bicicleta, los caminos de sirga. Relativamente planos y vetados al tráfico, forman parte de la extensa red de vías verdes bretonas (randobreizh.com).
Los barcos cuentan con todo lo necesario (cocina, camarotes y hasta solárium) para ser autosuficientes. Hay que planear bien cada etapa para llegar antes del anochecer al lugar de atraque elegido. Algunos puertos fluviales junto a los pueblos cobran una tasa por noche y permiten cargar agua y electricidad.
Probar en los establecimientos con el sello Crêperies gourmandes el plato estrella de la gastronomía bretona: las galettes, crêpes de trigo sarraceno e ingredientes salados. La etiqueta Restaurants du Terroir (restaurantduterroir.fr) identifica a aquellos establecimientos que utilizan productos locales de máxima calidad, entre los que resultan imprescindibles, las ostras de Cancale, acompañadas de sidra y chouchen, la hidromiel local. No dejes de acudir a los mercados que se celebran semanalmente en los pueblos y ciudades, como el Marché des Lices, en Rennes.
Existe es español una interesante guía gratis para Ipad y Smartphones sobre Bretaña y la zona atlántica del Loira que está disponible en el App Store y en Google Play.