48 horas en Ámsterdam, tu próxima escapada por Europa
Cosmopolita, ecológica, fotogénica…Todos estos adjetivos le van como anillo al dedo a esta ciudad. Sin embargo, para retratarla habría que formular la palabra mágica: tolerancia. Y es que por Ámsterdam se hacen hueco tanto museos de primera como sus famosos coffe-shops o los escaparates del Barrio Rojo. Todo ello, entre enjambres de bicis y canales a los que se asoman fachadas de cuento.
VIERNES
Un crucero por los canales (3 h)
Quizá el primer encuentro con la llamada 'Venecia del Norte' deba hacerse, precisamente, a través de sus canales, declarados Patrimonio de la Humanidad y con más de un centenar de kilómetros de vías acuáticas. Aunque sea muy turístico, embarcarse por ellos resultará perfecto para obtener cómodamente una primera impresión de esta coquetísima ciudad. En invierno los recorridos suelen hacerse hasta más o menos las ocho, y alrededor de esta hora también arrancan los cruceros con cena a bordo. Muchas de las singladuras culminan en la Estación Central, a tiro de piedra del célebre Barrio Rojo –muy turístico a pesar de gravitar alrededor del oficio más antiguo del mundo–, por el que dar un paseo de noche.
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SÁBADO
El corazón del casco viejo (5 h)
El decimonónico edificio de la Estación Central, hasta donde llegar fácilmente en tranvía desde cualquier punto de Ámsterdam, sería un buen punto de partida para comenzar a explorar el casco antiguo, acotado por los semicírculos concéntricos de los canales Singel, Herengracht, Prinsengracht y Keizersgracht. Caminando por la siempre concurrida avenida de Damrak, en la que no dejar de admirar el Palacio Beurs Van Berlage, en unos diez minutos se habrá llegado a la Plaza del Dam, el corazón de la ciudad vieja. A uno de sus lados se alza el Palacio Real, y, a sus alrededores, una colección de fachadas centenarias además de la gótica Iglesia Nueva o Nieuwe Kerk. También queda aquí el Museo Madame Tussauds, muy recomendable para quienes viajen con niños. El centro de la plaza lo preside el obelisco que honra a los caídos en la II Guerra Mundial, amén del revuelo constante de turistas y artistas callejeros.
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Enfilando por el kilómetro peatonal de la calle Kalverstraat, la más comercial del centro, hay que localizar el ajardinado patio interior del Begijnhof, un oasis de origen medieval rodeado de casitas de cuento y con un silencio monacal. A dos pasos, la plaza Spui, donde hacer un alto en un bruine kroeg, que significa literalmente café marrón. Estas tabernas son parte esencial de la personalidad de la ciudad, y el Hoppe, abierto desde 1670, se erige como un buen exponente en el que reposar.
En la continuación por el canal Singel, el Bloemenmarkt o Mercado de Flores atrae como un imán. Si los amsterdameses eligen por sus puestos primorosos ramos que cargan de camino a casa en las cestas de sus bicis, los turistas se vuelven locos decidiendo el color de los bulbos de tulipán que, perfectamente empaquetados para llevar, plantarán a su regreso.
Como en Holanda se almuerza temprano, la cercana plaza de Rembrandtplein, llena de cafés y restaurantes sería un buen lugar para comer. Aunque si no se quiere perder tiempo podrá picarse algo mientras se curiosea por el mercadillo que cada día salvo los domingos se celebra por la próxima plaza de Waterlooplein. Junto a ella podría visitarse la Casa Museo de Rembrandt. Y para ultimar el recorrido circular por el más estricto cogollo histórico apenas faltará recalar por la plaza de Nieuwmarkt, donde admirar los restos de la muralla medieval, echar un vistazo por los escaparates de la calle Sint Antoniesbreestraat o subir al campanario de la iglesia Zuiderkerk, así como rematar con otra rápida incursión por el Barrio Rojo antes de regresar a la plaza del Dam.
En bici hasta el Jordaan (4 h)
En la plaza del Dam no habrá dificultad para alquilar una bici con la que dedicar el resto de la tarde a zigzaguear entre sus otros canales históricos de Herengracht, Prinsengracht y Keizersgracht, adornados de fachadas del XVII y de artísticos puentes. Entre las paradas obligadas, el emotivo Museo de Ana Frank, la iglesia de Noorderkerk o la torre de la Westerkerk, cuyas alturas se asoman al cinturón de canales y al colindante barrio de Jordaan, una de las zonas con más alma de la ciudad. Ha conservado infinidad de bucólicos patios interiores o hofjes, como el de Karthuizerhof o el de Claes Claesz, y laberínticos entramados de casitas de cuando hace un par de siglos el Jordaan era una barriada obrera. Hoy, mucho más residencial, está salpicado de tiendas, galerías y cafés de lo más original, así como de restaurantes para los gustos más caprichosos: desde la encantadora creperie holandesa The Pancake Bakery, en Prinsengracht 191, hasta la cocina francesa del exclusivo Bordewijk, en Noordermarkt 7; las pastas del wine-bar diVino, en Boomstraat 41, o el chic Werck Restaurant & Café Bar, en Prinsengracht 277. Y si se quiere continuar hasta tarde, no lejos del Jordaan, la plaza de Leidseplein es un hervidero de animación.
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DOMINGO
Última mañana de museos (4 h)
Los museos que se concentran en la explanada de Museumplein son la cita ineludible de este último día, especialmente el Rijksmuseum y sus grandes obras maestras del Siglo de Oro. También en la plaza, el Museo Van Gogh, que atesora la más completa colección del autor de Los Girasoles; las muestras de arte moderno del Museo Stedelijk y hasta el recorrido por el Museo de los Diamantes, un lucrativo negocio con 400 años de historia en Ámsterdam. A las espaldas de Museumplein se esconde el pulmón de la ciudad, el Vondelpark. Y si el tiempo no estuviera para paseos, antes de partir hacia el modernísimo aeropuerto de Schiphol los amantes de la náutica y los grandes descubrimientos no deberían perderse el Museo del Mar o Het Scheepvaartmuseum, en un espectacular edificio próximo a la Estación Central.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo moverse
El Ámsterdam histórico es perfecto para descubrirlo a pie y en bici, que pueden alquilarse fácilmente en infinidad de lugares. Aún así hay muy buen transporte público, con una pintoresca red de tranvías, y también es posible desplazarse a través de sus canales. La tarjeta I amsterdam City Card para 24, 28 o 72 horas, incluye el transporte y la entrada a las principales atracciones además de otros descuentos.
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Dónde dormir
Entre los más selectos, el esplendor a lo Belle Époque de De L’Europe (l europe.nl), inaugurado sobre los canales en 1896; el boutique-hotel de lujo The Dylan (dylanamsterdam.com) o el Pullitzer (pulitzeramsterdam.com). También, el personalísimo The Thoren (thetoren.nl); el Hotel Orlando (hotelorlando.nl), frente al canal Prinsengracht; el Seven Bridges (sevenbridgeshotel.nl) o el Canal House (canalhouse.nl). Posibilidad de alquilar un apartamento o una casa-barco a través de empresas como apartments-houseboats-amsterdam.es
Dónde comer
En general la cocina holandesa no es nada del otro mundo, quizá por ello en Ámsterdam abunden tanto los restaurantes de las nacionalidades más dispares. Buenas direcciones, además de las mencionadas son De Belhamel (Brouwersgracht 60), en el que se sirve cocina italiana, francesa y también platos típicos locales; la cocina sana de De Kas (Frankendael Park); el histórico In de Waag (Nieuwmarkt 4) o el elegante De Silveren Spiegel (Kattengat 4-6). Y para probar los mejores Rijsttafel –más de una veintena de platillos originarios de las antiguas colonias holandesas en Indonesia–, el Orient (Van Baerlestraat 21) o el popular Kantjil en de Tijger (Spuistraat 291).
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Ocio nocturno
En Ámsterdam si uno se aburre es porque quiere. Entre las zonas más noctívagas destacan los alrededores de Leidseplein, donde además de un sinfín de bares y cafés se encuentran discotecas como Melkweg, Sugar Factory, la selecta Jimmy Woo o Paradiso, instalada en una antigua iglesia; así como la zona de Rembrandtplein, donde también abren hasta la madrugada la discoteca Escape o el más sofisticado club de Rain. También la zona del Jordaan es muy frecuentada a la noche, e igualmente hay buenos locales de jazz por la ciudad, como Bimhuis o Jazz Café Alto.
Compras
En las céntricas calles de Kalverstraat y Leidsestraat podrá encontrarse de todo. Cerca de esta última tienen particular encanto los escaparates de las llamadas De Negen Straatjes (o las nueve calles). Las tiendas de élite, en la elegante PC Hooftstraat, y entre las más originales, las del Jordaan. Y mil y un productos gastronómicos en la infinidad de mercados al aire libre que afloran por todo Ámsterdam.
NO VIAJES SIN NUESTRAS GUÍAS 48 HORAS
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Un crucero por los canales (3 h)
Quizá el primer encuentro con la llamada 'Venecia del Norte' deba hacerse, precisamente, a través de sus canales, declarados Patrimonio de la Humanidad y con más de un centenar de kilómetros de vías acuáticas. Aunque sea muy turístico, embarcarse por ellos resultará perfecto para obtener cómodamente una primera impresión de esta coquetísima ciudad. En invierno los recorridos suelen hacerse hasta más o menos las ocho, y alrededor de esta hora también arrancan los cruceros con cena a bordo. Muchas de las singladuras culminan en la Estación Central, a tiro de piedra del célebre Barrio Rojo –muy turístico a pesar de gravitar alrededor del oficio más antiguo del mundo–, por el que dar un paseo de noche.
SÁBADO
El corazón del casco viejo (5 h)
El decimonónico edificio de la Estación Central, hasta donde llegar fácilmente en tranvía desde cualquier punto de Ámsterdam, sería un buen punto de partida para comenzar a explorar el casco antiguo, acotado por los semicírculos concéntricos de los canales Singel, Herengracht, Prinsengracht y Keizersgracht. Caminando por la siempre concurrida avenida de Damrak, en la que no dejar de admirar el Palacio Beurs Van Berlage, en unos diez minutos se habrá llegado a la Plaza del Dam, el corazón de la ciudad vieja. A uno de sus lados se alza el Palacio Real, y, a sus alrededores, una colección de fachadas centenarias además de la gótica Iglesia Nueva o Nieuwe Kerk. También queda aquí el Museo Madame Tussauds, muy recomendable para quienes viajen con niños. El centro de la plaza lo preside el obelisco que honra a los caídos en la II Guerra Mundial, amén del revuelo constante de turistas y artistas callejeros.
Enfilando por el kilómetro peatonal de la calle Kalverstraat, la más comercial del centro, hay que localizar el ajardinado patio interior del Begijnhof, un oasis de origen medieval rodeado de casitas de cuento y con un silencio monacal. A dos pasos, la plaza Spui, donde hacer un alto en un bruine kroeg, que significa literalmente café marrón. Estas tabernas son parte esencial de la personalidad de la ciudad, y el Hoppe, abierto desde 1670, se erige como un buen exponente en el que reposar.
En la continuación por el canal Singel, el Bloemenmarkt o Mercado de Flores atrae como un imán. Si los amsterdameses eligen por sus puestos primorosos ramos que cargan de camino a casa en las cestas de sus bicis, los turistas se vuelven locos decidiendo el color de los bulbos de tulipán que, perfectamente empaquetados para llevar, plantarán a su regreso.
Como en Holanda se almuerza temprano, la cercana plaza de Rembrandtplein, llena de cafés y restaurantes sería un buen lugar para comer. Aunque si no se quiere perder tiempo podrá picarse algo mientras se curiosea por el mercadillo que cada día salvo los domingos se celebra por la próxima plaza de Waterlooplein. Junto a ella podría visitarse la Casa Museo de Rembrandt. Y para ultimar el recorrido circular por el más estricto cogollo histórico apenas faltará recalar por la plaza de Nieuwmarkt, donde admirar los restos de la muralla medieval, echar un vistazo por los escaparates de la calle Sint Antoniesbreestraat o subir al campanario de la iglesia Zuiderkerk, así como rematar con otra rápida incursión por el Barrio Rojo antes de regresar a la plaza del Dam.
En bici hasta el Jordaan (4 h)
En la plaza del Dam no habrá dificultad para alquilar una bici con la que dedicar el resto de la tarde a zigzaguear entre sus otros canales históricos de Herengracht, Prinsengracht y Keizersgracht, adornados de fachadas del XVII y de artísticos puentes. Entre las paradas obligadas, el emotivo Museo de Ana Frank, la iglesia de Noorderkerk o la torre de la Westerkerk, cuyas alturas se asoman al cinturón de canales y al colindante barrio de Jordaan, una de las zonas con más alma de la ciudad. Ha conservado infinidad de bucólicos patios interiores o hofjes, como el de Karthuizerhof o el de Claes Claesz, y laberínticos entramados de casitas de cuando hace un par de siglos el Jordaan era una barriada obrera. Hoy, mucho más residencial, está salpicado de tiendas, galerías y cafés de lo más original, así como de restaurantes para los gustos más caprichosos: desde la encantadora creperie holandesa The Pancake Bakery, en Prinsengracht 191, hasta la cocina francesa del exclusivo Bordewijk, en Noordermarkt 7; las pastas del wine-bar diVino, en Boomstraat 41, o el chic Werck Restaurant & Café Bar, en Prinsengracht 277. Y si se quiere continuar hasta tarde, no lejos del Jordaan, la plaza de Leidseplein es un hervidero de animación.
DOMINGO
Última mañana de museos (4 h)
Los museos que se concentran en la explanada de Museumplein son la cita ineludible de este último día, especialmente el Rijksmuseum y sus grandes obras maestras del Siglo de Oro. También en la plaza, el Museo Van Gogh, que atesora la más completa colección del autor de Los Girasoles; las muestras de arte moderno del Museo Stedelijk y hasta el recorrido por el Museo de los Diamantes, un lucrativo negocio con 400 años de historia en Ámsterdam. A las espaldas de Museumplein se esconde el pulmón de la ciudad, el Vondelpark. Y si el tiempo no estuviera para paseos, antes de partir hacia el modernísimo aeropuerto de Schiphol los amantes de la náutica y los grandes descubrimientos no deberían perderse el Museo del Mar o Het Scheepvaartmuseum, en un espectacular edificio próximo a la Estación Central.
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Cómo moverse
El Ámsterdam histórico es perfecto para descubrirlo a pie y en bici, que pueden alquilarse fácilmente en infinidad de lugares. Aún así hay muy buen transporte público, con una pintoresca red de tranvías, y también es posible desplazarse a través de sus canales. La tarjeta I amsterdam City Card para 24, 28 o 72 horas, incluye el transporte y la entrada a las principales atracciones además de otros descuentos.
Dónde dormir
Entre los más selectos, el esplendor a lo Belle Époque de De L’Europe (l europe.nl), inaugurado sobre los canales en 1896; el boutique-hotel de lujo The Dylan (dylanamsterdam.com) o el Pullitzer (pulitzeramsterdam.com). También, el personalísimo The Thoren (thetoren.nl); el Hotel Orlando (hotelorlando.nl), frente al canal Prinsengracht; el Seven Bridges (sevenbridgeshotel.nl) o el Canal House (canalhouse.nl). Posibilidad de alquilar un apartamento o una casa-barco a través de empresas como apartments-houseboats-amsterdam.es
Dónde comer
En general la cocina holandesa no es nada del otro mundo, quizá por ello en Ámsterdam abunden tanto los restaurantes de las nacionalidades más dispares. Buenas direcciones, además de las mencionadas son De Belhamel (Brouwersgracht 60), en el que se sirve cocina italiana, francesa y también platos típicos locales; la cocina sana de De Kas (Frankendael Park); el histórico In de Waag (Nieuwmarkt 4) o el elegante De Silveren Spiegel (Kattengat 4-6). Y para probar los mejores Rijsttafel –más de una veintena de platillos originarios de las antiguas colonias holandesas en Indonesia–, el Orient (Van Baerlestraat 21) o el popular Kantjil en de Tijger (Spuistraat 291).
Ocio nocturno
En Ámsterdam si uno se aburre es porque quiere. Entre las zonas más noctívagas destacan los alrededores de Leidseplein, donde además de un sinfín de bares y cafés se encuentran discotecas como Melkweg, Sugar Factory, la selecta Jimmy Woo o Paradiso, instalada en una antigua iglesia; así como la zona de Rembrandtplein, donde también abren hasta la madrugada la discoteca Escape o el más sofisticado club de Rain. También la zona del Jordaan es muy frecuentada a la noche, e igualmente hay buenos locales de jazz por la ciudad, como Bimhuis o Jazz Café Alto.
Compras
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