Desafía al frío este fin de semana en la Montaña Palentina

Te proponemos una escapada al valle palentino de la Pernía, por donde baja, gélido, el recién nacido Pisuerga y sube la carretera más bella de cuantas unen la vieja Castilla con Cantabria. Abajo, Cervera de Pisuerga. Arriba, el puerto de Piedrasluengas. Por el camino, miradores que dejan sin habla, templos románicos y un roble de 500 años.

por hola.com
No ha cambiado mucho el valle de la Pernía desde que los canteros románicos construyeron a finales del siglo XII la preciosa iglesia de San Salvador de Cantamuda. En estas montañas del norte de Palencia todavía viven, como entonces, el ciervo, el lobo y el oso pardo. Y algunos de los árboles que pueblan estos robledales, hayedos y tejedas son anteriores al descubrimiento de América.

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Subir desde Cervera de Pisuerga al puerto de Piedrasluengas es una experiencia histórica
en todos los sentidos, li-teral y figurado. Es viajar a los tiempos de Alfonso VIII, durante cuyo reinado largo (1158-1214) y esplendoroso brotaron las iglesias y los monasterios en estos montes como brotan los narcisos en una mañana soleada de primavera: en total, más de 150 templos románicos, la mayor concentración de edificios de este estilo en Europa. Para el viaje se cuenta con un guía de lujo, el río Pisuerga, que antes de adentrarse en las llanuras cerealistas de Tierra de Campos, brinca por las montañas calizas donde acaba de ser alumbrado, a caballo entre la vieja Castilla y la siempre verde Cantabria.

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Nada más salir de Cervera de Pisuerga, la carretera de Piedrasluengas –o de Potes o CL-627, que de las tres formas se conoce– trepa rauda por un monte de espeso robledal que, según los expertos, es el tipo de lugar que gusta a los osos. Hay una peña del Oso y hay una senda del Oso. Pero los plantígrados, como es lógico, no se dejan ver. Lo que sí se ve es un bonito panorama de la Montaña Palentina desde el mirador de las Matas, en el kilómetro 3,6. Y otro aún más bello tres kilómetros después, cuando el bosque se abre y aparece, allá abajo, el pueblecito de Vañes, con su orla de prados y su puente de 16 ojos sobre el embalse de Requejada, donde se remansan las aguas del recién nacido Pisuerga y se reflejan las cimas entre las que da sus primeros pasos.

De Vañes parte una senda que, en media hora, sube hasta el roblón de Estalaya, un roble albar de 9,80 metros de talle y más de 500 años que se libró hace 50 de una tala inmisericorde y hace 30 de un incendio provocado. Es un árbol a prueba de humanos.

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El siguiente pueblo, San Salvador de Cantamuda, tiene una iglesia de casi 900 años, contemporánea, pues, de Averroes y de Gengis Kan, de Ricardo Corazón de León y de Saladino. Un templo que es la joya del románico del norte palentino. Según la leyenda, esta iglesia la construyó la mujer de un conde que, devorado por extravagan-tes celos, quiso enviudar mandándola a paseo de noche en una mula ciega, vieja, coja y falsa, guiada por una criada muda, pero la acémila no se despeñó y la muda cantó (de ahí, el nombre del lugar) alabanzas al Salvador. No era para menos.

Poco más adelante se halla el desvío a Santa María de Redondo, desde donde, en dos horas largas de paseo, se sube a la cueva del Cobre, una gran oquedad en la pared del monte por la que el Pisuerga sale de las profundidades hecho un sorbete, acompañado de un aliento glacial.

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De nuevo en la carretera principal, se pasa por Areños y luego por Camasobres, un pueblo donde parece que los relojes se detuvieron hace 80 años: ancianos chopos, blasones enmohecidos, campanas de melena mil veces re-mendada en la espadaña románica y, en el arcén, la garita del fielato, donde se inspeccionaba la carga de los carros en los años del estraperlo. ¿Quién necesita máquinas del tiempo para viajar al pasado?

Una abertura entre formidables peñas peladas de roca caliza, que al sol brillan como la plata, da paso a la muy alta y pequeña aldea de Piedrasluengas, donde vivir todo el año, solo vivir, es ya una heroicidad. Años hay en que sus calles y sus coches permanecen todo un mes sepultados bajo la nieve. Al lado, a 1.355 metros de altitud, está el puerto, con un mirador volado sobre el profundo valle cántabro de la Liébana. Enfrente, temibles y fascinantes como los dientes de un tiburón, los Picos de Europa.

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GUÍA PRÁCTICA

Dónde dormir

PARADOR DE CERVERA [Cervera de Pisuerga, parador.es]. Ubicación en plena naturaleza, con extraordina-rias vistas de la Montaña Palentina. Amplias habitaciones con balcones.
EL CONVENTO DE MAVE [Santa María de Mave, elconventodemave.com]. Monasterio del siglo XXII con arquitectura del XXI. Espectacular claustro, todo un remanso de tranquilidad.
POSADA FUENTES CARRIONAS [Camasobres, posadafuentescarrionas.com]. Casona blasonada del siglo XVIII con muebles de época, jardín, piscina, gimnasio, sauna y restaurante de cocina tradicional.

Dónde comer

CASA VÍCTOR [Cervera de Pisuerga, tel. 979 87 03 90]. Cocina tradicional, carne de Cervera y jornadas gas-tronómicas y micológicas en temporada.
ASADOR BODEGA GASOLINA [Cervera de Pisuerga, tel. 902 09 17 55]. Restaurante típico castellano con es-pecialidad en lechazo asado y una variada selección de pinchos y tapas.
PEÑALABRA [Cervera de Pisuerga, hostalpenalabra.com]. Hostal-restaurante con buena cocina de tempo-rada. Carne con Denominación de Origen.

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No dejes de
Seguir descubriendo el románico del norte palentino, que alberga la mayor concentración de monumentos de este estilo en toda Europa. Pueblos como Aguilar de Campoo, San Cebrián de Mudá o Cervera del Pisuerga cohabitan con monumentos como Santa María de Mave, el monasterio de San Andrés de Arroyo, Moarves de Ojeda o Santa Cecilia, entre otros. En Cervera de Pisuerga, además hay que visitar la Casa del Parque, donde se informa de los recursos naturales y etnográficos que atesora la Montaña Palentina. Y, para los más activos, el parque de aventura en los árboles El Robledal del Oso, con puentes tibetanos y tirolinas a 40 metros de altura.

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Más información
Centro de Iniciativas Turísticas de Cervera de Pisuerga

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