Cuatro paraísos invernales (y sin coches) en los Alpes suizos

Escondidos en las montañas más altas del país, los pueblos de postal de Zermatt y Saas-Fee, en la región de Valais, y Mürren y Wengen, en el Bernese Oberland, no son solo destinos imprescindibles para los amantes del esquí, también son los mejores abanderados de la conciencia ecológica suiza.

por hola.com
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ZERMATT

Para los aficionados a la nieve, Zermatt es el paraíso en Suiza. Un pueblecito de cuento a los pies del majestuoso Matterhorn y en la frontera con Italia que da nombre a una de las mejores estaciones de esquí del mundo. Si en el pueblo el encanto es contemplar sus construcciones de madera típicamente alpinas, entrar en sus lujosas tiendas o caminar por sus callejuelas sinuosas, en esta época decoradas con luces de navidad, por las que no circulan coches, solo vehículos eléctricos y coches de caballos; arriba, en la estación situada a mayor altura del país, son sus 360 kilómetros de pistas que suman sus tres dominios esquiables: Sunnegga-Rothorn, Gornergrat-Stockhorn, Schwarzsee y Matterhorn Glacier Paradise. O, más allá del esquí, el amplio abanico de actividades, desde los trineos de perros al heliski, pasando por el surf de nieve, el snowboard o cualquier otra actividad de montaña.

Para experiencias increíbles, la de coger el tren cremallera de Gornergrat que sube serpenteando por la montaña hasta un mirador espectacular a 3.089 metros de altura y, más arriba, llegar en teleférico hasta la plataforma del Glacier Paradise, el lugar más alto alcanzable en este transporte en Europa (3.883m), donde se encuentra el palacio glaciar más alto del mundo y se admiran unas vistas que cortan la respiración.

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SAAS-FEE
Lo llaman la Perla de los Alpes y tiene su explicación, ya que este pequeño pueblo del valle de Saas, en la región de Valais, está situado a 1.800 m. y rodeado de 13 cumbres con alturas superiores a los 4.000 metros. Casi nada, así que en su estación nunca falta la nieve. Posee 150 kilómetros de pistas para todos los grados de dificultad, de ellas un centenar de esquí alpino, pero también hay pistas para esquí de fondo, para descensos nocturnos en trineo, zonas reservadas para la práctica del snowboard e incluso para la escalada en hielo, donde los mejores profesionales se reúnen para participan en la Ice Climbing World Cup en el mes de febrero. Lo que también supone una atracción es llegar en el metro Alpin hasta el restaurante giratorio del glaciar del Mittelallalin, que, a 3.500 m. de altura, brinda una panorámica de los Alpes suizos realmente increíble. Cerca quedan el Eispavillon Allalin, una cueva de hielo para descubrir los secretos de los glaciares, y el parque de cuerdas de Abenteuerwald, donde desafiar al vértigo ante un escenario glaciar realmente impresionante.

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MÜRREN
Fue Bond, James Bond, el que contribuyó de forma decisiva al renombre mundial de la montaña Schilthorn y el futurista restaurante giratorio situado en ella. Tanto impresionó el lugar a finales de los años sesenta a los productores de la célebre película 007 Al servicio de su majestad, que se convirtió en set de rodaje para una de esas escenas inolvidables de la historia del cine. Hoy Piz Gloria, que así se llamaba el lugar en el filme, es una de las principales atracciones del entorno, cuyo panorama alpino de 360 grados abarca el hermoso triunvirato de montañas Eiger, Mönch y Jungfrau, extendiéndose hasta el Mont-Blanc y la Selva Negra. A sus pies se asienta Mürren, que pese a la fama, conserva el encanto de un idílico pueblo de montaña. A 1.650 m. de altura y situado en el Bernese Oberland, la zona más elevada de la región de Berna, aquí tampoco hay coches, y de su pasado como antigua colonia Walser, de origen alemán, conserva su arquitectura y el acento de sus habitantes. A sus 53 kilómetros de pistas de esquí alpino y a sus zonas destinadas a otras disciplinas invernales, suma otros atractivos, como las cataratas subterráneas del Trümmelbach, el mítico pico Jungfrau, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco Jungfrau-Aletsch-Bietschhorn, o el trayecto en el tren cremallera Jungfraubahn, que circula desde Kleine Scheidegg hasta Jungfraujoch a través de los montes Eiger y Mönch superando un desnivel de casi 1.400 m de altura en un trayecto de menos de diez kilómetros.

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WENGEN
No lejos de Mürren y al pie del emblemático Jungfrau está Wengen. Colgada sobre el valle de Lauterbrunnen es otra idílica aldea de montaña cuyo encanto reside en sus casas de madera, sus chalets de montaña dispersos por el entorno, sus hoteles de estilo belle epoque, sus horas de sol superiores a la media de la zona y la ausencia de coches y carreteras a su alrededor. Para llegar hasta este paraíso suizo hay que tomar en Lauterbrunnen el tren de cremallera que funciona desde 1893 y, una vez allí, se abren un montón de posibilidades para esquiar o disfrutar del entorno. El ritmo campesino de sus apenas 1.300 habitantes cambia abruptamente en la temporada de invierno, cuando llegan los aficionados a los deportes blancos, pero, sobre todo, en enero, cuando tiene lugar la Lauberhorn, una de las pruebas clásicas de la Copa del Mundo de Esquí Alpino. Si no se llega a tiempo, uno siempre puede conformarse bajando por la pista de descenso más larga del mundo, que asegura un rato de pura descarga de adrenalina.

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