Este fin de semana a Teverga, un pueblo ejemplar
Los Príncipes de Asturias le entregaron hace solo unos días esta distinción, ahora es buen momento para descubrir cuáles son sus méritos y por qué este municipio asturiano es uno de los más bonitos de la región.
En estos tiempos en los que tanto prima el reencuentro con la naturaleza, el silencio y la tranquilidad, Teverga suena a gloria. Que esté de actualidad, con la concesión del premio como Pueblo Ejemplar de Asturias 2013, es casi una anécdota, aunque bien vale para dar pistas de que lo que encierra este concejo enclavado en el Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco y para pensar en una escapada a él.
Su valor está en sus vecinos, quienes dieron una calurosa bienvenida con vítores, aplausos y el sonido de las gaitas de fondo a los¨Príncipes de Asturias durante su visita hace unas semanas a Teverga. No llegan a 2.000 y además andan repartidos en casi una cincuentena de poblaciones de pequeño tamaño, a excepción de la capital, San Martín, que han sabido superar las consecuencias de la crisis de la minería del carbón, recuperar la cultura tradicional y, a la vez, proteger y conservar la biodiversidad del territorio. Pero también de todo lo que la naturaleza ha regalado gratuitamente a este rincón de la comarca centro-occidental de Asturias, que no se ha andado con remilgos.
Por eso a Teverga hay que llegar, primero, para contemplar o explorar sus tesoros naturales, como el monumento natural de Cueva Huerta. Esta gran cavidad cerca del desfiladero de la Estrechura, junto a la localidad de Fresnedo, serpentea por el interior de la montaña a lo largo de algo más de 14 kilómetros y en su recorrido se puede admirar un mosaico de galerías, salas con estalagtitas y estalgmitas que alcanzan los veinte metros de altura y sumideros por los que se cuela el agua, un hábitat subterráneo tan perfecto que la colonia de murciélagos más numerosa de Asturias ha decidido convertirlo en su hogar.
En esta época, el hayedo de Monte Grande es otra joyita; aunque no la única, porque también lo son los puertos de Marabio, un paisaje kárstico que se ha ganado el título de monumento natural y por el que cruzaba una antigua vía utilizada por los romanos que enlazaba con el Camín Real de la Mesa; los puertos de Ventana y San Lorenzo, pasos hacia León y Somiedo; la cascada del Xiblo, con sus 70 metros de altura, o la laguna glaciar de Sobia, que se esconde bajo la peña del mismo nombre.
Lo que más suena, sin embargo, y es lo que muchos llegan buscando a este antiguo concejo minero de Teverga es la Ruta del Oso, que, aunque se extiende a los de Proaza y Quirós, la senda primitiva y original discurre entre Teverga a Tuñón, una camino cicloturista de 20 kilómetros de longitud que sigue el trazado del tren minero que trasladaba el carbón de las minas de Hullasa a Trubia.
También suena el Parque de la Prehistoria, que, en tres modernos edificios plenamente integrados en el paisaje de San Salvador de Alesga, alberga la colección de arte rupestre más importante del mundo procedente de cuevas como Altamira, Lascaux, Niaux, Chauvet o Tito Bustillo. El parque invita a un viaje para entender el universo cultural del Paleolítico Superior y todos los aspectos de la forma de vida de aquellos primeros hombres: cómo vivían, en qué espacios, qué objetos utilizaban...
Las ruinas del castillo medieval de Alesga; los abrigos rupestres de Fresnedo, con pinturas de la Edad del Bronce; el santuario de la Virgen de Cébrano, patrona de Teverga; la colegiata románica de San Pedro en La Plaza –capital del municipio-, famosa por albergar en su museo unas momias de un marqués y de su hijo, o la iglesia, también románica, de Santa María de Villanueva, son otros imprescindibles. Como las numerosas construcciones del patrimonio etnográfico dispersas por el municipio: hórreos y paneras, molinos, teitos, corros.
Para senderistas y aficionados a las rutas de montaña, en Teverga hay para dar y tomar. Las más fáciles y habituales son la braña de los Fuexos, que parte del pueblo de Fresnedo - 9 kilómetros entre la ida y la vuelta por pistas, caminos y sendas de ganado-; la ruta Vaqueira, circular y de unos 8 kilómetros, que tiene como punto de partida la braña de Tuiza al Tronco; la del Camín Real de la Mesa entre el puerto San Lorenzo hasta la Veiga Cueiro; o la ruta Marabio, con punto de partida y de llegada en la ermita de Santa Ana situada en el puerto Marabio.
Pero la escapada también es una oportunidad para comprobar si es verdad lo que dicen los teverganos de que aquí se come muy bien, porque este fin de semana se celebran las XXVI Jornadas Gastronómicas de Otoño, donde se pueden degustar las especialidades de la tierra, como el pote tevergano, los callos, el picadillo, el pan de escanda o el casadielles, el dulce típico que también probaron Felipe y Letizia. Un pueblo que demuestra que estos días también demuestra que, además de ejemplar, tiene buen gusto.
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