El Faedo de Ciñera, un bosque 5 estrellas para este fin de semana otoñal

Este rincón fresco y mágico de la Montaña Central Leonesa, hasta el que merece la pena llegar especialmente durante esta temporada, presume de premios, amigos y un haya que ronda los cinco siglos de vida.

por hola.com
El hayedo de Ciñera de Gordón, al que todos conocen como “el Faedo”, no es un hayedo cualquiera: tiene página web [elfaedo.es], y una asociación de amigos con más de 300 socios. Pero de lo que más orgulloso está es de que un montón de niños, los del colegio de Ciñera de Gordón, lo conozcan, lo cuiden y lo mimen en la medida de sus posibilidades. Tanto que en el año 2007 recibió el premio de Bosque Mejor Cuidado de España que otorga la organización Bosques sin Fronteras en colaboración con la Fundación Biodiversidad.

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Pero el hayedo de Ciñera de Gordón se considera un bosque con suerte, sobre todo porque este interés de sus vecinos más cercanos ha hecho resonar con fuerza los peligros inminentes y ciertos que penden sobre su cabeza. De hecho, este pequeño bosque afortunado –por ahora- es también un pequeño milagro salvado por la campana entre minas a cielo abierto y un tendido eléctrico de alta tensión que pretende atravesar toda la montaña central leonesa, afectando a parajes tan emblemáticos –y únicos- como el Faedo, enclave que forma parte de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, que la Unesco declaró en el año 2005.

Solo por conocer cómo es de cerca esta isla de frescores tupidos en medio de las montañas ya merecería la pena acercarse hasta él, pero existe también otra razón poderosa: la presencia imponente, junto al camino que atraviesa el bosque, de Fagus, un haya con nombre propio y una edad que, siglo arriba o siglo abajo, ronda los 500 años. Un ser vivo tan valioso como el desmán de los Pirineos, que frecuenta las pozas del arroyo de Ciñera, y tan especial que ha sido incluido entre los 100 árboles del libro Árboles, leyendas vivas.

Un sencillo paseo, ideal para entretener una tranquila jornada de naturaleza y paisajes, lleva desde la localidad de Ciñera de Gordón hasta las interioridades del bosque, pasa junto a Fagus, atraviesa las hoces del Villar, que están a continuación, y alcanza la localidad de Villar del Puerto, haciendo el recorrido que durante décadas, en el curso del siglo XX, hacían los mineros que vivían en Villar del Puerto y bajaban a trabajar en las minas que rodean Ciñera de Gordón.

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Entre las calles del pueblo, que lleva dibujada en la cara una tradición minera que arranca a finales del siglo XIX, es fácil localizar la iglesia y el corrillo de su plaza Mayor, por cuya esquina superior se escapa la calle que asciende hacia el valle de arroyo Ciñera. Sin cruzar el puente, todavía entre casas, se alcanza primero el polideportivo y después el campo santo. Más allá el asfalto desaparece y da comienzo la pista de tierra que acerca, en primer lugar y en menos de un kilómetro, hasta la “bocamina 50”, el inicio de una antigua galería reconvertida en homenaje a un trabajo en vías de extinción como es el de minero del carbón. Desde los barrotes que guardan su entrada y al rebufo del entibado original de la galería asaltan el ánimo del visitante un montón de objetos relacionados con la faena, fotos, herramientas de trabajo, de rescate, de seguridad, cables, tuberías, cascos …, todo ello con un pequeño altar como telón de fondo y el ruido inquietante y fresco del agua que mana del interior de la mina.

Dejando el paisaje lunar de la explotación a cielo abierto que se abre tan solo unos metros más adelante, el camino se adentra entre los pliegues rocosos que, tras ensancharse en unas praderas que hacen las veces de antesala, encajonan la parte baja del hayedo. Desde las praderas, un rústico puente da acceso a su interior, al mágico corro sobre el que reina el haya Fagus. Junto al árbol, un panel recoge el cuento de la bruja Fagus y los carbones de Ciñera. Perfecta ensoñación que cargan en el macuto quienes realizan el paseo hasta el final.

El límite del bosque, tan breve que deja con ganas de más, da paso a las estrechas hoces del arroyo Ciñera. Hoy lo salva un moderno pontón, antaño el conocido puente de palos que los mineros cruzaban con pánico los días de lluvia o nieve. A partir de ahí el camino se empina, sigue durante unos metros por la orilla izquierda del arroyo, cruza después otro puente y, en mitad de un brusco repecho, abandona al arroyo y el cañón para alcanzar lo alto del paso. Al llegar, el desnivel casi desaparece, mientras una senda que corre paralela a la carretera acerca hasta Villar del Puerto, adonde se llega bordeando también las tapias del cementerio.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar
El itinerario pedestre señalizado entre Ciñera de Gordón y el hayedo es de fácil realización y apropiado para hacer con niños. La distancia entre ambos puntos es de unos dos kilómetros sin apenas desnivel. Desde el hayedo hasta Villar del Puerto es otro cantar. Media otro kilómetro largo pero con algún repecho importante y es precioso hacerlo con cuidado. La roca, resbaladiza por la humedad, requiere buen calzado.

Dónde dormir
Pousada Real Chousa Verde. Vegacervera. chousaverde.com. Alojamiento de aspecto tradicional que cuenta con spa y oferta un gran número de actividades a sus clientes. Muy cerca de la Cueva de Valporquero y las Hoces de Vegacervera.
Balneario de Caldas de Luna. balneariocaldasdeluna.com. Establecimiento de larga tradición que cuenta con instalaciones renovadas ubicado junto al curso del río Luna. Circuitos termales.

Dónde comer
Balneario de Caldas de Luna. Caldas de Luna. balneariocaldasdeluna.com. Cocina tradicional de productos de la zona en el restaurante del balneario.
Arándanos. Villablino. hostalarandanos.com. Ambientación rústica para degustar una cocina tradicional sabrosa y sencilla. Carnes a la piedra, productos del cerdo y, el rey de la mesa, el bacalao.

Más información
Centro de Desarrollo Cuatro Valles, cuatrovalles.es; Turismo de La Pola de Gordón, tel. 987 57 55 11 y Asociación de Amigos del Hayedo, elafedo.es.

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Y ADEMÁS, NO DEJES DE…
Adentrarte en la Cueva de Valporquero. Localizada en Vegacervera, en alguna de sus salas cabría una catedral entera; en otra, una estación de metro. Pero lo que sí tiene dentro es un universo infinito plagado de deliciosos rincones, ríos, lagos y caprichosas estalactitas. Situadas en el costado derecho del desfiladero del río Torío, es la cueva turística con el recorrido interior más extenso de la Península.

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