48 horas en Estambul, monumentalidad sultana
Un recorrido por esta ciudad turca cruce de Oriente y Occidente, con opulentas mezquitas, bazares, palacios y barrios con sabor arrimados bien al Cuerno de Oro, que cerca el más estricto casco histórico, bien a las aguas del Bósforo que lo separan y al tiempo lo unen al continente asiático.
VIERNES
El barrio más monumental (4 h)
A ser posible con todo el día por delante, en el corazón del barrio más histórico de Sultanahmet aguarda la primera iglesia, después mezquita y hoy museo de Santa Sofía, que maravilla con su imponente arquitectura y los mosaicos que la adornan y justifica por si sola la visita a Estambul. A una distancia mínima, frente a los restos del Hipódromo en el que se concentrara la vida social de la vieja Constantinopla, abre sus puertas la otra joya de la Mezquita Azul, del siglo XVII, con su interior recubierto de azulejos y alfombras sobre las que siguen postrándose los fieles con cada llamada a la oración desde sus esbeltísimos minaretes. Tras un vistazo a la gran plaza sobre la que se alzan el Obelisco de Teodosio, la Columna Serpentina y la Fuente Alemana que el káiser Guillermo II regalara al sultán Abdul Hamit, quizá dé tiempo a un breve recorrido a través del arte musulmán del Museo de las Artes Turcas e Islámicas, la iglesita de San Jorge y San Baco y, sin falta, por la Cisterna Bizantina, un aljibe construido en tiempos de Justiniano sostenido por nada menos que 336 columnas que le han valido el nombre de Yerebatan Sarayi, que en turco significa el Palacio Subterráneo.
Ya será hora de comer y la oferta es inmensa en la zona: desde el refinado restaurante del hotel-boutique Yesil Ev hasta la terraza con vistas del Omar Restaurant & Café o cualquiera de los populares locales de la calle Divan Yolu.
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El Gran Bazar y el mejor atardecer (4 h)
Como sobremesa, a las espaldas de esta calle habrá de buscar la elegante Mezquita de la Luz o Nuruosmainye Camii y, enseguida, el Gran Bazar, en cuyo laberinto de calles cubiertas fácilmente dilapidar el resto de la tarde regateando a muerte por las alfombras, los kilims, las joyas de oro bajo y las magníficas artesanías y prendas de cuero que exhiben sus cerca de 4.000 tienditas. Los menos amigos de las compras podrán dedicar no menos de una hora y media al ritual de un baño turco en el vecino hammam de Çemberlitas, construido por una sultana en el siglo XVI. Entre los vahos y los masajes sobre sus magníficos mármoles no habrá que despistarse de la hora, porque el atardecer no espera y a esa hora bruja ya habría que estar asomado al mirador de la Torre de Gálata que construyeran los genoveses a mediados del XIV, desde cuyas alturas avistar una panorámica sobre toda la ciudad. Si se tiene la suerte de asistir a uno de esos atardeceres rojos que se gasta Estambul será fácil entender por qué al Cuerno de Oro, el a estas horas brillante tajo de agua que acota su parte más vieja y monumental, le pusieron este nombre.
En la mismísima Torre hay un restaurante con folclore y danza del vientre, aunque será mucho más auténtico callejear por el añejo barrio de Gálata hasta dar con la animada calle de Istiklal y ascender hasta el bullicio de la plaza de Taksim para cenar un kebab por sus inmediaciones, o decantarse por opciones más refinadas como el restaurante del mítico hotel Pera Palace o los increíblemente a la última restaurantes del edificio Nu Pera, donde tomar luego una copa entre la gente guapa de la ciudad.
SÁBADO
Del Topkapi al Bósforo (6 h)
Al Topkapi, el palacio en el que vivieron los sultanes otomanos hasta que a mediados del XIX trasladaron la sede de su poder al más europeo palacio de Dolmabache, convendrá entrar en cuanto abra sus puertas para evitar en lo posible el gentío. El siguiente objetivo sería el cercano embarcadero de Eminönü, en el que comprar el billete para tomar uno de los ferrys que van zigzagueando por las orillas europea y asiática el Bósforo, hilvanando distintos puntos a lo largo del Estrecho en un viaje sublime que consumirá prácticamente el resto del día. A cada lado se asoman desde la inmensa fachada blanca del Dolmabache hasta palacios más íntimos como el de Beylerbeyi, infinidad de mezquitas y exclusivas villas, fortalezas como la de Rumeli o puertitos como el de Kanlica o Anadolu Kavagi, en los que descender del ferry para probar los deliciosos yogures con compotas caseras que dan fama al primero o los pinchos de mejillones rebozados tan típicos del segundo.
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Cena en Ortaköy (3 h)
En la navegación de regreso será todo un acierto desembarcar en Ortaköy, un encantador barrio lleno de ambiente y bien surtido de cafés y restaurantes en el que quedarse a cenar o tomar una copa en algunos de los locales a la última que abren sus puertas incluso hasta la madrugada. Si no se hubiera llegado hasta el último extremo del Bósforo –porque estos ferrys son como autobuses, en los que subir y bajar a voluntad y emprender la vuelta en cuanto apetezca– quizás habría tiempo de acercarse al antiguo palacio y hoy hotel de lujo Ciragan Palace a tomar por lo menos un té, o al relativamente cercano parque Yildiz, sobre cuyas explanadas se levanta un par de pabellones históricos que, convertidos en cafés, son también una belleza. O, como contrapunto al Estambul tradicional, los amantes de las compras podrían tomar un taxi hasta el elegante barrio de Nisantasi, tan a la europea y tan lleno de tiendas de moda internacional y de diseñadores locales.
DOMINGO
Rumbo a Eyüp (5 h)
Este último día habrá de organizarse en función de la hora a la que se tenga el vuelo. Si se tiene al menos medio día por delante podrá hilvanarse –siempre en taxi porque las distancias son de órdago– la inmensa Mezquita de Soleimán el Magnífico, construida por Sinán, el más célebre arquitecto del Imperio Otomano, para continuar hasta la antigua iglesia de San Salvador en Chora, que conserva los mejores mosaicos del mundo bizantino, y culminar en la Mezquita de Eyüp, tan sagrada que es allí adonde llevan a bendecir a los niños antes de ser circuncidados. En sus inmediaciones, un emocionante cementerio otomano y el Café Pierre Loti, desde cuya terraza avistar todo el Cuerno de Oro, la lengua de agua que acota el cogollo de esta grandísima ciudad que engalanaron con esmero bizantinos y sultanes.
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GUÍA PRÁCTICA
Cómo moverse
La red de Metro no es muy extensa y los autobuses pueden ser complicados de usar. Por la zona histórica muchos desplazamientos será mejor hacerlos a pie para disfrutar la ciudad, y para las distancias largas casi siempre será más práctico tomar un taxi, que no son caros a menudo habrá que vérselas con atascos de órdago. También hay ferrys que funcionan como autobuses por el Bósforo y, con menor frecuencia, por el Cuerno de Oro.
Dónde dormir
Como hoteles más lujosos destacan el Ciragan Palace (kempinski.com), en un espectacular palacio a orillas del Bósforo, y el también exquisito Four Seasons (fourseasons.com), en una antigua prisión en el corazón de Sultanahmet. El Pera Palace (perapalace.com), construido en 1892 para alojar a los viajeros del Orient Express, reabrió el año pasado tras una profunda reforma, convirtiéndolo en otra opción exquisita. Entre sus hoteles-boutique con más encanto, en el casco histórico podrá optarse por Yesil Ev (yesilev.com.tr), Ayasofya Pansiyonlari (ayasofyakonaklari.com), Ibrahim Pasha Hotel (ibrahimpasha.com) o el Amira Hotel (hotelamira.com), y en zonas preciosas algo más alejadas del bullicio, el estilosísimo TomTom Suites (tomtomsuites.com) o cualquiera de los tres The House Hotel (thehousehotel.com).
Dónde comer
Para una ocasión especial, el romántico Sarniç (sarnicrestaurant.com), en una cisterna bizantina cerca de Santa Sofía, o Asitane (asitanerestaurant.com), donde se recrea la cocina de los palacios otomanos. Más informal y con una terraza con vistas sobre Sultanahmet, Omar Restaurant & Café (omar-restaurant.com), y a la última, desde el japonés Zuma (zumarestaurant.com) de la irresistible zona de Ortaköy hasta los distintos locales del edificio Nu Pera (nupera.com.tr), perfectos para continuar allí mismo con una copa entre la gente guapa.
Ocio nocturno
El casco histórico, que es más de tomar un té en una terracita o una copa en algún local tranquilo, se recoge en general temprano. Sin embargo Estambul tiene zonas sorprendentemente noctívagas. Una de las mejores se encuentra en Ortaköy, donde tomar una copa a orillas del Bósforo en multiespacios favoritos de la flor y nata como Reina (reina.com.tr), Sortie (sortie.com.tr) o Anjelique (anjelique.com.tr), e incluso reservar una mesa en el Istanbul Jazz Club (istanbuljazz.com). También a la última, los distintos locales del edificio Nu Pera (nupera.com.tr) y muchos de los bares y pubs a la europea de las zonas de Taksim y Etiler.
Compras
Son una auténtica locura tanto las artesanías que se venden en el Gran Bazar e infinidad de tiendas tradicionales –alfombras y kilims, prendas de cuero, piezas de cerámica, cobre u ónix, bisutería o joyas de plata y oro bajo– como las prendas de lo más actual que exhiben los escaparates de zonas tan a la europea como el barrio de Nisantasi. Imprescindible también la animadísima calle de Istiklal.
Más información
Turismo de Turquía en España turismodeturquia.com, y buenas webs locales como goturkey.com y istanbul.com.
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El barrio más monumental (4 h)
A ser posible con todo el día por delante, en el corazón del barrio más histórico de Sultanahmet aguarda la primera iglesia, después mezquita y hoy museo de Santa Sofía, que maravilla con su imponente arquitectura y los mosaicos que la adornan y justifica por si sola la visita a Estambul. A una distancia mínima, frente a los restos del Hipódromo en el que se concentrara la vida social de la vieja Constantinopla, abre sus puertas la otra joya de la Mezquita Azul, del siglo XVII, con su interior recubierto de azulejos y alfombras sobre las que siguen postrándose los fieles con cada llamada a la oración desde sus esbeltísimos minaretes. Tras un vistazo a la gran plaza sobre la que se alzan el Obelisco de Teodosio, la Columna Serpentina y la Fuente Alemana que el káiser Guillermo II regalara al sultán Abdul Hamit, quizá dé tiempo a un breve recorrido a través del arte musulmán del Museo de las Artes Turcas e Islámicas, la iglesita de San Jorge y San Baco y, sin falta, por la Cisterna Bizantina, un aljibe construido en tiempos de Justiniano sostenido por nada menos que 336 columnas que le han valido el nombre de Yerebatan Sarayi, que en turco significa el Palacio Subterráneo.
Ya será hora de comer y la oferta es inmensa en la zona: desde el refinado restaurante del hotel-boutique Yesil Ev hasta la terraza con vistas del Omar Restaurant & Café o cualquiera de los populares locales de la calle Divan Yolu.
El Gran Bazar y el mejor atardecer (4 h)
Como sobremesa, a las espaldas de esta calle habrá de buscar la elegante Mezquita de la Luz o Nuruosmainye Camii y, enseguida, el Gran Bazar, en cuyo laberinto de calles cubiertas fácilmente dilapidar el resto de la tarde regateando a muerte por las alfombras, los kilims, las joyas de oro bajo y las magníficas artesanías y prendas de cuero que exhiben sus cerca de 4.000 tienditas. Los menos amigos de las compras podrán dedicar no menos de una hora y media al ritual de un baño turco en el vecino hammam de Çemberlitas, construido por una sultana en el siglo XVI. Entre los vahos y los masajes sobre sus magníficos mármoles no habrá que despistarse de la hora, porque el atardecer no espera y a esa hora bruja ya habría que estar asomado al mirador de la Torre de Gálata que construyeran los genoveses a mediados del XIV, desde cuyas alturas avistar una panorámica sobre toda la ciudad. Si se tiene la suerte de asistir a uno de esos atardeceres rojos que se gasta Estambul será fácil entender por qué al Cuerno de Oro, el a estas horas brillante tajo de agua que acota su parte más vieja y monumental, le pusieron este nombre.
En la mismísima Torre hay un restaurante con folclore y danza del vientre, aunque será mucho más auténtico callejear por el añejo barrio de Gálata hasta dar con la animada calle de Istiklal y ascender hasta el bullicio de la plaza de Taksim para cenar un kebab por sus inmediaciones, o decantarse por opciones más refinadas como el restaurante del mítico hotel Pera Palace o los increíblemente a la última restaurantes del edificio Nu Pera, donde tomar luego una copa entre la gente guapa de la ciudad.
SÁBADO
Del Topkapi al Bósforo (6 h)
Al Topkapi, el palacio en el que vivieron los sultanes otomanos hasta que a mediados del XIX trasladaron la sede de su poder al más europeo palacio de Dolmabache, convendrá entrar en cuanto abra sus puertas para evitar en lo posible el gentío. El siguiente objetivo sería el cercano embarcadero de Eminönü, en el que comprar el billete para tomar uno de los ferrys que van zigzagueando por las orillas europea y asiática el Bósforo, hilvanando distintos puntos a lo largo del Estrecho en un viaje sublime que consumirá prácticamente el resto del día. A cada lado se asoman desde la inmensa fachada blanca del Dolmabache hasta palacios más íntimos como el de Beylerbeyi, infinidad de mezquitas y exclusivas villas, fortalezas como la de Rumeli o puertitos como el de Kanlica o Anadolu Kavagi, en los que descender del ferry para probar los deliciosos yogures con compotas caseras que dan fama al primero o los pinchos de mejillones rebozados tan típicos del segundo.
Cena en Ortaköy (3 h)
En la navegación de regreso será todo un acierto desembarcar en Ortaköy, un encantador barrio lleno de ambiente y bien surtido de cafés y restaurantes en el que quedarse a cenar o tomar una copa en algunos de los locales a la última que abren sus puertas incluso hasta la madrugada. Si no se hubiera llegado hasta el último extremo del Bósforo –porque estos ferrys son como autobuses, en los que subir y bajar a voluntad y emprender la vuelta en cuanto apetezca– quizás habría tiempo de acercarse al antiguo palacio y hoy hotel de lujo Ciragan Palace a tomar por lo menos un té, o al relativamente cercano parque Yildiz, sobre cuyas explanadas se levanta un par de pabellones históricos que, convertidos en cafés, son también una belleza. O, como contrapunto al Estambul tradicional, los amantes de las compras podrían tomar un taxi hasta el elegante barrio de Nisantasi, tan a la europea y tan lleno de tiendas de moda internacional y de diseñadores locales.
DOMINGO
Rumbo a Eyüp (5 h)
Este último día habrá de organizarse en función de la hora a la que se tenga el vuelo. Si se tiene al menos medio día por delante podrá hilvanarse –siempre en taxi porque las distancias son de órdago– la inmensa Mezquita de Soleimán el Magnífico, construida por Sinán, el más célebre arquitecto del Imperio Otomano, para continuar hasta la antigua iglesia de San Salvador en Chora, que conserva los mejores mosaicos del mundo bizantino, y culminar en la Mezquita de Eyüp, tan sagrada que es allí adonde llevan a bendecir a los niños antes de ser circuncidados. En sus inmediaciones, un emocionante cementerio otomano y el Café Pierre Loti, desde cuya terraza avistar todo el Cuerno de Oro, la lengua de agua que acota el cogollo de esta grandísima ciudad que engalanaron con esmero bizantinos y sultanes.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo moverse
La red de Metro no es muy extensa y los autobuses pueden ser complicados de usar. Por la zona histórica muchos desplazamientos será mejor hacerlos a pie para disfrutar la ciudad, y para las distancias largas casi siempre será más práctico tomar un taxi, que no son caros a menudo habrá que vérselas con atascos de órdago. También hay ferrys que funcionan como autobuses por el Bósforo y, con menor frecuencia, por el Cuerno de Oro.
Dónde dormir
Como hoteles más lujosos destacan el Ciragan Palace (kempinski.com), en un espectacular palacio a orillas del Bósforo, y el también exquisito Four Seasons (fourseasons.com), en una antigua prisión en el corazón de Sultanahmet. El Pera Palace (perapalace.com), construido en 1892 para alojar a los viajeros del Orient Express, reabrió el año pasado tras una profunda reforma, convirtiéndolo en otra opción exquisita. Entre sus hoteles-boutique con más encanto, en el casco histórico podrá optarse por Yesil Ev (yesilev.com.tr), Ayasofya Pansiyonlari (ayasofyakonaklari.com), Ibrahim Pasha Hotel (ibrahimpasha.com) o el Amira Hotel (hotelamira.com), y en zonas preciosas algo más alejadas del bullicio, el estilosísimo TomTom Suites (tomtomsuites.com) o cualquiera de los tres The House Hotel (thehousehotel.com).
Dónde comer
Para una ocasión especial, el romántico Sarniç (sarnicrestaurant.com), en una cisterna bizantina cerca de Santa Sofía, o Asitane (asitanerestaurant.com), donde se recrea la cocina de los palacios otomanos. Más informal y con una terraza con vistas sobre Sultanahmet, Omar Restaurant & Café (omar-restaurant.com), y a la última, desde el japonés Zuma (zumarestaurant.com) de la irresistible zona de Ortaköy hasta los distintos locales del edificio Nu Pera (nupera.com.tr), perfectos para continuar allí mismo con una copa entre la gente guapa.
Ocio nocturno
El casco histórico, que es más de tomar un té en una terracita o una copa en algún local tranquilo, se recoge en general temprano. Sin embargo Estambul tiene zonas sorprendentemente noctívagas. Una de las mejores se encuentra en Ortaköy, donde tomar una copa a orillas del Bósforo en multiespacios favoritos de la flor y nata como Reina (reina.com.tr), Sortie (sortie.com.tr) o Anjelique (anjelique.com.tr), e incluso reservar una mesa en el Istanbul Jazz Club (istanbuljazz.com). También a la última, los distintos locales del edificio Nu Pera (nupera.com.tr) y muchos de los bares y pubs a la europea de las zonas de Taksim y Etiler.
Compras
Son una auténtica locura tanto las artesanías que se venden en el Gran Bazar e infinidad de tiendas tradicionales –alfombras y kilims, prendas de cuero, piezas de cerámica, cobre u ónix, bisutería o joyas de plata y oro bajo– como las prendas de lo más actual que exhiben los escaparates de zonas tan a la europea como el barrio de Nisantasi. Imprescindible también la animadísima calle de Istiklal.
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