48 horas en… Budapest, una escapada de verano para urbanitas
Desde el Danubio, que secciona Buda y Pest y ofrece la mejor panorámica de la capital húngara, a sus locales de moda o sus monumentos imprescindibles. Direcciones prácticas para tu fin de semana.
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Viernes
ANDRÁSSY ÚT 3hs 50 min
El encuentro inevitable con el Duna, como llaman al río azul -durante cuatro kilómetros y nueve puentes-, obliga de un modo hipnótico a acercarse hasta el famoso Puente de las Cadenas, protegido por leones de piedra –que, dicen, carecen de lengua-, a contemplar las vistas. A un lado, la Buda aristocrática, con su castillo iluminado luce en lo alto. Al otro, la Pest comercial y grandilocuente se despliega entre boulevares concéntricos tras el inmenso Parlamento. Cada una le aporta el coupage perfecto a esta fascinante estampa austro-húngara.
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La mejor manera de aterrizar en la capital europea de las aguas termales exige aprovechar la tarifa reducida que ofrecen a última hora sus balnearios o fürdó. Una hora en las instalaciones de estilo Secesión del Géllert repondrá cualquier organismo del cansancio del viaje. Después, se impone un paseo por la elegante avenida Andrássy. Declarada Patrimonio de Humanidad, entre sus portales coronados con elaboradas cariátides y atlas se alternan escaparates de marcas de lujo y wine bars de estética neoyorquina hasta alcanzar a la animada Liszt Ferénc ter.
Esta placita circundada de cafés y locales de copas con terraza recibe su nombre de la Zeneakadémia, la sala de conciertos fundada por el compositor húngaro Franz Liszt. Se puede cenar en locales trendy como Menza (Liszt Ferenc, 2), donde sirven una acertada comida internacional y después irse de copas por lugares de la zona como el galáctico Buena Vista ((Liszt Ferenc, 4), o los clásicos Café Vian (Liszt Ferenc, 9) y Pesti Est (Liszt Ferenc, 5).
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Sábado
BUDA TOUR-PEST 7hs 30 min
Subir a Buda en el funicular, a primera hora, lleva un minuto, y despeja la duda: Budapest se engrandece en la parte alta. Tras callejear entre sus mansiones renacentistas y barrocas hay que asomarse a las balconadas del Castillo. La panorámica del Bastión de los Pescadores casi eclipsa la Iglesia de Matías, donde han sido coronados todos los reyes húngaros. A unos pasos está el café Ruszwurm, el más antiguo de Budapest.
Al pie de Buda, al otro lado del verdoso puente Liberty está el mercado de Nagycsarnol, el lugar auténtico donde adquirir productos gastronómicos típicos como el queso o las sabrosas cerezas negras. Los más exquisitos tienen que llegar a la plaza Vörösmarty y probar el menú de Onyx (Vörösmarty, 7), el restaurante del chef Tamás Széll, primer dos estrellas Michelín. Casi puerta con puerta, no hay que despreciar las tentaciones del café Gerbeaud (Vörösmarty, 8), fundado en 1858. No es un mal plan recorrer otros históricos cafés. A viejos conocidos como el Café Angelika (Batthyany, 7) o el Muvész Kávéház (Andrásy, 29) se suman otros más nuevos como el Callas Café (Andrásy, 20), con vistas al Teatro de la Ópera.
Para entrar en el museo más visitado de Budapest: la Casa del Terror no hay que andar mucho. Sus audiovisuales son tan explícitos que no es necesario entender húngaro. Como alternativa, se puede callejear hasta la Basílica de San Esteban, consagrada al patrón de Hungría. En un lateral, un ascensor sube hasta la linterna, desde donde se domina el paisaje de Pest. A la salida, esperan los escaparates de la calle Sas y Dohány, muy de moda.
Para cenar, resulta obligado probar el clásico foie fresco con una copa de Tokaj Aszú, el sublime caldo de lágrima favorito de Luis XIV. En Kárpátia (Ferenciek tere 7- 8), fundado en 1877, lo sirven a la perfección.
Fuera del circuito, al lado del Teatro de la Comedia, el Firkász kávéház-Étterem (Tatras, 18) garantiza una atmósfera libre de turistas, con excelentes vinos y unas logradas Hortbagyi palaçinta, un tipo de crêpe al estilo de la Gran Llanura. Desde allí, la ciudad es segura para ir caminando delante de la Isla Margarita hasta algún local de copas cercano. En el barrio judío proliferan los edificios abandonados que reviven con música y arte rompedor, como Szimpla Kert (Kazinczy, 14).
Domingo
VARÓSLIGET 4hs 15 min
Los húngaros dedican este día a pasarlo en familia y al aire libre. Imítalos dando un paseo por la Plaza de los Héroes. Al lado del monumento que honra a las tribus llegadas desde la cuenca de los Cárpatos podrá decidir si entra a ver la mayor pinacoteca del país -el Szépművészeti o Museo de Bellas Artes- o si prosigue hasta el gran parque urbano: Városliget. En su kilómetro cuadrado de extensión concentra visitas dispares, como el Zoo, el parque de atracciones o Vidan Park -con su montaña rusa de madera- y el castillo de Vajdahunyad. En domingo también se instala el mercadillo de Bolha Piac, con puestos ambulantes de comida y parafernalia.
Como plan alternativo, la colección de arte moderno del Ludwig Museum, dentro del contemporáneo Palacio de las Artes permite admirar el icono de la Budapest de vanguardia. Se localiza -cómo no- en la parte alta del Danubio.