Siurana, el pueblecito más fotogénico del Priorat
Encaramado en un peñón de piedra caliza y oteando un paisaje de valles y acantilados, esta pequeña localidad de la provincia de Tarragona es, por méritos propios, un pueblo de cuento donde pasear por sus callejuelas de sabor medieval, descubrir sus leyendas protagonizadas por bellas nobles moriscas y disfrutar de sus puestas de sol.
El poeta catalán Josep Carner (1884-1970) ascendió a las alturas de Siurana (730 m), respiró hondo y paseó la mirada por el paisaje que se desparramaba a sus pies. Ante lo que contempló a Carner no le quedó más remedio que, en 1905, escribir un soneto para con sus versos homenajear toda la belleza que le regaló este pueblecito de la comarca tarraconense del Priorat. “Allà dalt és Ciurana, aspra i ardida,/ ben arrapada a la salvatge altura...” (“Allí arriba está Siurana, áspera y atrevida,/bien aferrada a la salvaje altura...”) dejó para la posteridad el poeta, cuyos versos siguen siendo el mejor modo de aproximarse a esta joya.
La visión del pintoresco pueblo llegando desde Cornudella de Montsant, municipio al cual pertenece, es un postal que no se olvida fácilmente. Aquí apenas viven una veintena de almas, una placidez que los amantes de las caminatas y escaladores saborean nada más llegar y que, sobre todo, durante los fines de semana y en verano, se hace patente por la afluencia foránea. Los primeros conocen bien el Camino antiguo de Siurana –el sendero que antaño engarzaba el pueblo con Cornudella de Monsant-, recientemente recuperado y que forma parte de la Red de Senderos del Priorat.
Sin duda, uno de los grandes atractivos de Siurana es su pasado sarraceno, pues gracias a su estratégica ubicación, protegida por la sierra de Gritella, fue el último reducto de la dominación musulmana en Cataluña. Los restos del castillo árabe construido en el siglo IX coronan el pueblo y su núcleo de casas, con la plaça Vella (plaza Vieja) como epicentro. Hasta el kilómetro cero de Siurana se llega entre silenciosas y retorcidas callejas empedradas, jalonadas de casonas medievales, rincones perfumados de geranios y un pequeño arco que comunica dos caserones a ambos lado de la calle principal. La fortaleza, que perteneció al walí o gobernador de Siurana, estaba estratégicamente ubicada en lo alto de una sima, con vistas al valle.
No hay que esforzarse mucho para localizar el mirador más espectacular. Todos los caminos conducen al risco conocido como el Salto de la Reina Mora. Se puede descender hasta él por el camino de la Trona, que nace junto a las ruinas del castillo, y que pasa en un primer tramo por un antiguo camino de herradura. Según la leyenda, fue justo desde este acantilado desde donde saltó con su caballo blanco la hija del walí, la hermosa reina mora Abdelazia, que prefirió así acabar con su vida antes de verse sometida al ejército cristiano que sitiaba la fortaleza en 1153. Desde este vertiginoso enclave se observa la marca de lo que parece la herradura del caballo a causa de su impresionante salto al vacío y, retando al abismo, las impresionantes vistas que regala esta atalaya de las cimas de las montañas de Prades y del pantano de Siurana.
La calle Mayor desemboca muy cerca de otro de los tesoros del pueblo: la iglesia románica de Santa María de Siurana. De estilo románico y construida entre los siglos XII y XIII tras la llegada de las tropas del rey Ramón Berenguer IV, su estado de conservación es excelente. Tiene una planta de nave única y un ábside semicircular evidente desde fuera. La iglesia se levanta majestuosa en medio del pueblo, luciendo el buen hacer de los canteros medievales. Aunque no está abierta al público, la superficie acristalada instalada en la puerta permite ver su interior.
No muy lejos se encuentra un buen lugar para finalizar el recorrido. A un paso del refugio Ciríac Bonet -uno de los mejores enclaves del pueblo donde disfrutar de un tentempié y, de paso, desde su terraza, deleitarse en los riscos de la sierra de la Mussara- se encuentra el monumento que conmemora el VIII Centenario de la Reconquista de Siurana. En una placa dormitan los versos de Carner. “Desde Siurana se ven soledades; / ella es una impasible soberana / dominando los buitres y los riscos”. No hay mejor epílogo para un recorrido por Siurana, un soberano poema en forma de pueblo escrito en las alturas del Priorat.
GUÍA PRÁCTICA
Cuándo ir
Durante su Fiesta Mayor (15 de agosto), no faltan bailes, concursos de bitlles (bolos catalanes), carreras populares…
Dónde dormir
Mirador de Siurana [Siurana, miradordesiurana.cat]. Con solo seis habitaciones, este caserón de los años 60 reconvertido en hotel con encanto goza de una impresionante panorámica A las afueras del núcleo urbano, cuenta con piscina climatizada, jardín mediterráneo, bodega y una sala para catas.
La Siuranella [Siurana, siuranella.com]. Alojamiento que aúna confort y una buena calidad precio.
Molí del Pont [Cornudella de Montsant, molidelpont.com]. Cuatro casas independientes en un antiguo molino de harina del siglo XV.
Dónde comer
El Carcaix [Crta. de Siurana, km 7, tel. 977 82 14 72, miradordesiurana.cat]. Menús elaborados con aceite de oliva DO Siurana, con sugerencias como el cabrito confitado en aceite relleno de setas y foie al jugo de vino rancio y el lomo de lubina salvaje confitada.
Refugio Ciriac Bonet [Pla de la Terra Alta, s/n, tel. 977 56 14 09 y 676 88 37 52]. Tomar un tentempié en su bar engastado en la roca.
Siurana [Mayor, s/n, tel. 977 82 10 27, restaurantsiurana.com]. Una excelente coordenada gastronómica para saborear platos típicamente catalanes -sopa de brossa, caracoles, escalibada…-, además de una notable selección de vinos con DO Montsant.
Más información
Turismo del Priorat, turismepriorat.org.
NO DEJES DE…
En la comarca del Priorat se alza la majestuosa sierra del Monsant, parque natural desde 2002 y uno de los paisajes más singulares de Cataluña. Sin duda, uno de los grandes alicientes es disfrutar de la ‘montaña santa’ a pie a través de su extensa red de senderos. Por supuesto, aprovechando la estancia en la comarca merece la pena una visita a la Cartuja de Escaladei, la primera que se erigió en la península Ibérica (siglo XII) para la cristianización de estas tierras y donde aún perdura un mágico halo de recogimiento y espiritualidad.
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