¡Bienvenidos a España, un país de cine!
Para viajar al Oeste americano, la Rusia siberiana o al desierto del Sáhara no hace falta salir de nuestro país. Nuestro país se ha disfrazado de los más variopintos escenarios. Aquí han aterrizado marcianos, aventureros, turistas, conquistadores y agentes secretos de incógnito llegados de Hollywood. Seguimos sus huellas tras la resaca de la ceremonia de los Goya.
Tras ocho meses de difícil rodaje en Jordania, los productores de Lawrence de Arabia (1962) decidieron trasladar el set a un país con un desierto que podía pasar por el Sáhara y contaba con mejor infraestructura. Hasta la árida Almería se trasladaron 1.000 extras, 750 caballos y más de 150 camellos que sirvieron para maquillar la provincia con los colores de Oriente Próximo: el parque Nicolás Salmerón, en la capital, simuló ser El Cairo; en la apacible playa de El Algarrobico se levantó una reproducción de la ciudad jordana de Aqaba; y en el desierto de Tabernas, escenario de múltiples westerns de Clint Eastwood, se plantó un oasis que también serviría de decorado a las aventuras de 007 en Nunca digas nunca jamás (1983). Lawrence de Arabia fue la primera gran producción rodada en Almería, escenario de más de 200 títulos, desde clásicos de ciencia ficción como Mad Max (1985) a grandes historias de aventuras como Indiana Jones y la última cruzada (1989). Diversas rutas de senderismo rastrean las localizaciones de algunos de estos filmes.
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Sevilla, que también acogió el rodaje de la épica historia sobre el oficial Lawrence encarnado por Peter O'Toole, medio siglo después se transformaría en el reino de una galaxia muy, muy lejana. La escena de Star Wars II: El ataque de los clones (2002) en cuestión es breve, pero se reconoce perfectamente la plaza de España, por donde pasean Natalie Portman y Hayden Christensen.
Una de las primeras superproducciones norteamericanas rodadas en España fue Orgullo y pasión (1957), en la que participaron tres grandes estrellas del cine: Cary Grant, Sofia Loren y Frank Sinatra. El rodaje, en el que participó como extra un jovencísimo Adolfo Suárez, fue complicado para la época, sobre todo porque el gran cañón, uno más de los protagonistas de la cinta, tenía que ser trasladado a las numerosas localizaciones elegidas: Segovia, El Escorial, Ávila, Puerto del Pico, Torrelaguna, Santiago de Compostela...
El Doctor Zhivago (1965) se grabó principalmente en los paisajes invernales de Soria, Salamanca y Segovia, con tan mala suerte que ese año apenas nevó, por lo que hubo que echar mano de polvo de mármol y sal para vestir de blanco el paisaje.
El hombre que trajo Hollywood a España
David Lean, que dirigió Lawrence de Arabia y El Doctor Zhivago con tres años de diferencia, situó a España en el mapa de la industria americana. Pero fue el productor Samuel Bronston quien se encargó de traer todo el esplendor hollywoodiense gracias a un buen número de cintas históricas. Una de las más brillantes fue El Cid (1961), con Charlton Heston como héroe patrio, rodada en el Castillo de Belmonte, en Cuenca; el castillo de Manzanares el Real; Colmenar Viejo; el monasterio de Ripoll, en Girona, y Peñíscola.
Otro grandiosa producción made in Spain fue 55 días en Pekín, cuyas bélicas calles fueron reconstruidas en los estudios de Bronston de Las Matas -con las cumbres de Guadarrama de fondo-, y hasta donde se trasladaron cientos de extras. Otros muchos figurantes se tuvieron que vestir de romanos para Rey de Reyes (1961), que se filmó íntegramente en los alrededores de Madrid.
Pero la más colosal y monumental de las cintas del productor de Hollywood fue La caída del Imperio Romano (1964). La reconstrucción del foro ostenta el récord del mayor decorado construido hasta entonces (casi 10 hectáreas), aunque no todo es cartón piedra en la cinta protagonizada por Sofia Loren: los segovianos bosques de Valsaín, cerca de La Granja de San Ildefonso, son el escenario de una épica batalla.
Decorados sin nada de cartón
La riqueza monumental española ha permitido reconstruir épocas pasadas sin más atrezzo que el vestuario. Ridley Scott, director de Gladiator, rodó en las monumentales calles de Salamanca 1492, la conquista del Paraíso (1992), con Sigourney Weaver y Gérard Depardieu como Isabel y Colón. También se trasladó a Trujillo, tierra de conquistadores, y filmó los exteriores de la Casa de los Bejaranos, entre otros edificios del casco histórico. La Casa de Pilatos y los Reales Alcázares de Sevilla son otros de los monumentos que aparecen en esta y otra cinta de Ridley Scott. Porque tan satisfecho quedó con el rodaje en España que decidió ambientar aquí la Francia del siglo XII que aparece en El reino de los cielos (2005). El lugar más emblemático del filme es el castillo de Loarre, en Huesca, una de las fortalezas del siglo XII mejor conservadas.
Y si hay una película que resume las venturas y desventuras del imperio español es Alatriste (2005), cuyas andanzas en el Madrid de los Austrias descubre una ruta turística. Sin embargo, muchas de las escenas de capa y espada de la película tienen lugar en las ciudades renacentistas de Úbeda y Baeza. El espadachín también recala en el Monasterio de Santiponce y la Real Casa de la Moneda de Sevilla, ciudad que, como vemos, enamora una y otra vez al cine.
¿Sevilla o Pamplona? ¿Cádiz o La Habana?
Uno de los últimos en caer rendido a sus encantos ha sido Tom Cruise, protagonista junto con Cameron Díaz de Noche y día (2010), rodada entre Sevilla y Cádiz, que son en la ficción una misma ciudad. La total despreocupación geográfica de esta cinta coloca los Sanfermines en las calles gaditanas, donde los protagonistas zigzaguean en moto perseguidos por los malos y unos cuantos toros... ¡que se escaparon durante el rodaje! Todo en aras del espectáculo. En cualquier caso, la película es una excusa perfecta para perderse por el barrio de la Viña, de esencia marinera, o visitar la Catedral Nueva, de aspecto tan romántico y decadente como La Habana.
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Tanto es así que Cádiz suplanta a la capital cubana en 007 Muere otro día (2002), y el Campo del Sur se convierte en el Malecón, el Castillo de Santa Catalina, en un bar de mojitos, y la plaza de Abastos, en la fábrica de tabacos de Cuba. Además, Halle Berry emula a Ursula Andress saliendo del agua en la Caleta, una de las muchas playas de cine que suma el litoral español.
La estrella es la Gran Vía
Otro espía menos hedonista se paseó por las calles más emblemáticas de la capital: en El ultimátum de Bourne (2007), vimos a Matt Damon por Atocha, El Prado, Recoletos o las inmediaciones de la más cinematográfica de todas: la Gran Vía. Desde los años 50, esta centenaria avenida llena de neones, teatros, rascacielos y, por supuesto, cines, ha sido irresistible para las cámaras.
La hemos visto atestada de coches en cintas de posguerra como El último caballo (1951), y también completamente vacía, hazaña que consiguió Amenábar en Abre los ojos (1997). De sus míticos luminosos se han colgado actores -véase Santiago Segura en El día de la bestia (1995) encaramado, como King Kong, al cartel de Schweppes-. También Pedro Almodóvar se asomó a la célebre calle desde uno de sus rascacielos: es la vista que ofrece el apartamento del protagonista de La flor de mi secreto (1995), una de las pocas películas del director manchego que muestra una imagen 'de postal' de la capital.
La Mancha, insólita y cinematográfica
Las raíces de Almodóvar se pueden rastrear a través de una ruta cinematográfica por interesantes pueblos como Almagro, escenario de Volver (2006), y otros pintorescos como Calzada de Calatrava, donde nació Almodóvar.
Otra ruta de cine por tierras manchegas conmemora la película de José Luis Cuerda Amanece que no es poco (1989). Los pueblos albaceteños de Ayna, Liétor y Molinicos, cerca de la Sierra del Segura, tienen, como en la película, entrañables callejuelas empedradas y casitas blancas, y están salpicados por casas señoriales e interesantes restos arqueológicos.
Por estas tierras “insólitas”, como define Cuerda a Castilla-La Mancha, también vimos a un culturista que, con el tiempo, se convertiría en gobernador de California. Arnold Schwarzenegger era casi un desconocido cuando rodó Conan El Bárbaro (1982) en la Ciudad Encantada de Cuenca, cuyas escultóricas rocas evocan el mundo fantástico del guerrero.
Un americano en Barcelona
En el mapa cinematográfico español no puede faltar Barcelona. Y menos si quien se encarga de embellecerla es Woody Allen. Vicky Cristina Barcelona (2005) es una fantástica guía de viajes audiovisual narrada desde la perspectiva de dos turistas americanas (Scarlett Johansson y Rebeca Hall), que recorren la mayoría de los hitos de la ciudad. Turismo de Barcelona organiza rutas de cine que recorre los lugares donde se rodó esta y otras películas, como El Perfume (2006), filmada en el barrio Gótico.
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Una de vaqueros
El desierto de Tabernas ha convertido el spaguetti western en un importante reclamo turístico, en recuerdo a películas como La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo o Por un puñado de dólares, todas firmadas por Sergio Leone y protagonizadas por Clint Eastwood. Un recorrido por este inquietante paraje a 30 kilómetros de Almería se detiene en el llamado Mini Hollywood, un poblado del Oeste construido para el rodaje de estas películas; Fort Bravo, un decorado a solo dos kilómetros del pueblo de Tabernas que recrea tanto Texas como México; y el rancho Leone, que se construyó para el rodaje de la película Hasta que llegó su hora. Se puede hacer una ruta a pie, en 4x4 e incluso se pueden alquilar caballos para que los más entusiastas del género se metan en el papel.
Canarias fantástica
Pocos parajes estimulan tanto la imaginación como el entorno volcánico de las islas Canarias, escenario de Furia de Titanes. Los escenarios pétreos y fantasmagóricos de las islas han sido el telón de fondo de turbadoras historias de amor, como la de Penélope Cruz y Lluís Homar en Los abrazos rotos (2009), en Lanzarote. Y las feroces aguas atlánticas de esta costa han sido testigo de las épicas aventuras marinas de Gregory Peck en Moby Dick (1956). No hay nada mejor que el cine para promocionar un destino: ningún anuncio turístico puede superar el sugerente cartel cinematográfico de Hace un millón de años (1966), donde una sensacional Raquel Welch luce un ‘prehistórico’ bikini con la cumbre del Teide vomitando fuego a su espalda.
El litoral, fotograma a fotograma
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En la guía de viajes del buen cinéfilo no pueden faltar las playas más fotogénicas, como la de S'Agaró, en Girona, que Elisabeth Taylor revolucionó, a finales de los años 50, durante el rodaje de De repente el último verano (1959). También espléndida, la de Ses Illetes, en Formentera, entre cuyas dunas Paz Vega se cura de desamor en Lucía y el sexo (2001). Dos de las imprescindibles de Andalucía son las de Mónsul, en Almería, en la que Sean Connery espanta a unas gaviotas en Indiana Jones, y la gaditana de La Caleta, en cuyas aguas se bañó Halle Berry y desembarcaron los tercios de Flandes en Alatriste. La cautivadora playa de Poo, cerca de Llanes, permitió crear el ambiente inquietante para El Orfanato (2007). Y también en Asturias, las de Torimbia y Toró inspiraron a Fernando Fernán-Gómez en la cinta de José Luis Garci El Abuelo (1998). Sin abandonar el norte, la hermosa playa de As Furnas, en A Coruña, desde cuyas rocas Javier Bardem se lanza Mar adentro (2004) figura entre las imprescindibles.
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