¿Has traído el chubasquero, cariño?

Ahora que derrochan agua y están en su plenitud, hacemos un recorrido por las cascadas más espectaculares de la geografía española.

by hola.com

Nacedero del Urederra
Del corazón más rocoso de la sierra de Urbasa, en la transición entre la Navarra húmeda de los Pirineos y las zonas más secas del sur, y cerca de la localidad de Baquedano, brota el Urederra en un enclave donde roca y agua se hermanan. Las paredes, revestidas de hayas, se alzan decenas de metros y en el roquedo el ensordecedor ruido del manantial inunda el valle. Es el nacedero, donde un llamativo chorro de aguas azules, producto de la disolución de la caliza, brota entre la roca con fuerza inesperada. El agua filtrada por las precipitaciones origina este caudal que inicia su andadura con una esbelta cascada de gran atractivo.

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Salto del Nervión
En invierno, en época de fuertes lluvias y también en la del deshielo, es fácil quedarse atónito ante el espectáculo de esta impresionante y estruendosa cascada, una de las más altas de Europa, situada justo en el límite entre Burgos y el País Vasco. En medio de un espectacular anfiteatro rocoso formado por las cresterías calizas de la sierra Salvada se precipita violentamente este salto de agua con forma de cola de caballo desde más de 300 metros de altura hacia el fondo de un abismal cañón. Los umbríos hayedos de Monte de Santiago son, junto al salto del Nervión, los protagonistas absolutos del paisaje, donde se refugia una abundante fauna, como rapaces y aves migratorias.

Pozo de los Humos
En un profundo recoveco de la Ribera salmantina, un poco más abajo de donde a Las Arribes se le suman las caudalosas aguas del Tormes, se descubre este espectáculo natural que, junto al nacimiento del Nervión, es una de las dos cascadas más impresionantes de Castilla y León, aunque no siempre es visible en su máximo esplendor. Por un cortado rocoso la gigantesca cola de caballo se precipita desde una altura superior a los 50 metros configurando un paraje sorprendente, casi inimaginable en medio de este paisaje castellano, un área de escasas precipitaciones y rala arboleda. El conjunto de la cascada y el pozo rocoso en el que se precipita son visibles desde dos miradores. Uno se alcanza desde Pereña por una pista de tierra señalizada y por la que se puede llegar en coche. Existe también un mirador situado justo en el lugar, al que se llega desde Masueco. El hombre primitivo debió de percibir lo insólito de un espectáculo que también apabulla por el atronador rugido que provoca el agua en su caída, ya que en el entorno inmediato de la cascada y en otras zonas cercanas al río se han localizado abrigos rocosos con inscripciones y pinturas rupestres.


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Chorros del río Mundo
De ser casi un secreto entre iniciados ha pasado a convertirse en uno de los parajes más solicitados de toda Castilla-La Mancha. Una brecha abierta en un calar -o meseta calcárea—de la sierra de Alcaraz sirve de escondrijo o yacija para el nacimiento del río Mundo, que sale a la luz a chorros, desbocado, precipitándose en una caída de más de 100 metros desde un paredón umbrío arropado por los pinos. El tramo desde Riópar hasta el calar del Mundo es, como quien dice, un paseo. Y una gran parte de quienes se internan en la sierra de Alcaraz vienen imantados por el magnetismo de ese enclave mágico, el más emblemático y vistoso de este espacio natural.

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Monasterio de Piedra
Nada en sus alrededores, un paisaje árido y con aspecto de padecer el síndrome de la pertinaz sequía, hace sospechar que el río Piedra es maestro cum laude en el malabarismo del contoneo fluvial. Pero de golpe y porrazo, en los aledaños de este vergel aragonés, el río se parte en dos y se vierte en un cañón rocoso, dando forma a los brazos de agua que, como dos hermanos gemelos, por uno y otro lado, van a competir entre sí por ofrecer el mayor espectáculo del mundo, una especie de circo de las cascadas con muchos artistas al mismo tiempo, lleno de saltos sin red y en permanente sesión continua. El recorrido por el interior de este laberinto, donde el juego de la oca no llevaría de puente a puente sino de cascada en cascada, está perfectamente señalizado para que el paseante no tenga más preocupación que la de controlar su propio éxtasis.

Cascada de Tourón o de Melón
En la provincia de Ourense, el río Cerves ha creado, en su vertiginoso descenso, magnificos rápidos y fascinantes cascadas, que con el paso del tiempo han ido erosionando las rocas y creando pozas o mergulladeiras. La ruta comienza en el silencioso pueblo de Melón, cuyo más sobresaliente atractivo son los restos de su impresionante monasterio cisterciense. Justo enfrente se toma un camino hasta la aldea de Tourón, de donde parte el hermoso paseo que lleva, al cabo de 1 kilómetro aproximadamente, a la gran cascada. Todo el río es de gran belleza, pero la parte más bonita se encuentra en la zona alta, donde las cascadas son más impresionantes y las pozas más tranquilas y menos profundas. Un mirador y una espléndida pasarela de madera posibilitan, hasta el puente de As Mestas, el disfrute a tope del impresionante paisaje. Otras cascadas recomendables de ver en Ourense son también las de Viñao, Suacenza -en el Parque Natural do Invernadeiro-, la de A Corga da Fecha, Lobios y el Pozo dos Fumes.

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Cola de Caballo
Uno de los itinerarios más recomendados por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es esta ruta del agua que discurre por la margen derecha del río Arazas y lleva hasta la cascada de la Cola del Caballo, una de las maravillas del parque. El itinerario, que nace en La Pradera de Ordesa y finaliza en el circo de Soaso, es uno de los paseos naturalistas más completos de nuestro país. Pero hasta llegar al más espectacular de los saltos en el camino se suceden muchas otras caudalosas cascadas que se disfrutan desde diversos miradores: la de Arripas o del Abanico, la de Chordonal, la de La Cueva y la del Estrecho, tal vez la más llamativa, con sus casi 100 metros de caída de columna de agua repartida en dos pisos. Una vez abandonado el bosque de las Hayas, se encuentran las Gradas de Soaso, una caprichosa disposición de hasta veinte pequeñas cascadas escalonadas a modo de graderío que preceden a la afamada cascada de La Cola de Caballo, bajo las grandes paredes del macizo de Monte Perdido o de las Treserols.

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