En bici hasta el fin del mundo

Resérvate un fin de semana para la experiencia que te proponemos: descubrir la naturaleza salvaje de la Costa da Morte y sus espectaculares enclaves costeros. Un recorrido de la villa marinera de Laxe, con sus arenales vírgenes, a la playa de Carnota, la más larga de Galicia, un lugar donde sentirse un verdadero Robinson.

por hola.com


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El itinerario comienza en los dos arenales vírgenes de Laxe, Soesto y Traba, dos importantes lugares para avistamiento de aves, sobre todo de garzas reales en A Lagoa de Traba y seguir, subido a la bicicleta, la ruta PRG-114, que lleva hasta esta valiosa laguna. 

Hasta el faro de cabo Vilán, inmerso en en un salvaje paisaje declarado Sitio Natural de Interés Natural, hay que coger el coche. Tras visitar el pequeño museo de su interior, dedicado a los naufragios, faros y señales marítimas, ya en bici hay que seguir en dirección Camelle por la Galicia más agreste hasta llegar al Cementerio de los Ingleses, llamado así porque en él están enterrados los tripulantes del buque militar inglés Serpent, que se hundió en estas costas en 1890. 

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Por la tarde, rumbo a Muxía para ver en A Punta da Barca el famoso santuario al borde del oceáno y la Pedra de Abalar y, después, el faro del cabo Touriñán, en una península que se adentra en el mar. Puedes esperar aquí el último rayo de sol de la Europa continental o ir a busca del atardecer que brinda la playa salvaje de Nemiña, abierta al oceáno Atlántico. De aguas cristalinas y grandes olas, es una de las preferidas para los amantes del surf. 

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Al día siguiente, el itinerario continúa hacia el sur, en dirección Fisterra, el fin del mundo, donde además del faro, se puede ver el santuario del Santo Cristo de Fisterra y las playas tan salvajes como peligrosas de Rostro y Mar de Fóra. Lo mejor es hacerse con un picnic y disfrutar sin prisa de estos arenales que son más para la vista que para el baño. Y, por la tarde, dar un paseo con olor a mar en la villa marinera de Fisterra para, sentado en uno de los bares del puerto, participar del ambiente de peregrinos que, procedentes de todos los lugares del mundo, terminan aquí su camino.

Los más atrevidos y aventureros, ya en el interior de la ría de Corcubión, en aguas algo más tranquilas, pueden experimentar un bautismo de buceo o una inmersión para ver los restos de barcos hundidos y cañones del siglo XVI y, de paso, aprovechar la salida al mar para tener otra panorámica de cabo Fisterra.

El tercer y último día la ruta lleva a Ézaro, donde hay acercarse a ver el salto de agua de O Xallas, uno de los pocos ríos de Europa que desembocan en cascada en el mar. En la misma localidad se ubica el Centro de Interpretación da Electricidade, mientras, a lo lejos, se divisa la mole pétrea del Monte Pindo, una excursión opcional que permite gozar de espectaculares vistas. Considerado como el Olimpo Celta de Galicia, es un lugar sagrado, alineado a la perfección con el faro de Fisterra y la famosa Catedral de Santiago. En su punto más alto, conocido como A Moa y a 627 metros sobre el nivel del mar, se disfruta de unas espectaculares vistas.

El final de esta ruta de salvajes playas y faros es la playa más larga de Galicia: Carnota. Siete kilómetros de arena blanca para sentirse un verdadero ‘Robinson’. La foto de recuerdo ante uno de los hórreos más largos de la región pone el punto y final antes de llegar a Muros a esta ruta por la Costa da Morte.