Somontano, ¡apúntate al enoturismo!
Tal vez no sean tan afamados como los de Rioja y Ribera del Duero, pero los vinos de esta comarca situada en el centro de la provincia de Huesca se pueden codear con ellos. Apúntate a una ruta por las bodegas de esta tierra de vino, y, de paso, descubre su arte y naturaleza, que de eso también anda sobrada.
Catar, catar y catar… En Somontano lo que te va a resulta difícil es elegir, porque hasta 34 bodegas diseminadas por esta comarca prepirenaica invitan a disfrutar de la experiencia de participar en una cata. Y no solo eso, también sus propuestas de visitas, recorridos por los viñedos, talleres o menús de maridaje dejan bien claro que aquí, si de algo saben, es de vino.
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Bodegas hay para todos los gustos, desde la más antigua y con más solera de la familia Lalanne, con más de un siglo de andadura, que sigue utilizando los métodos tradicionales y artesanales heredados de sus antepasados en Burdeos, a la pequeña Blecua, el ‘capricho’ de Viñas del Vero, una bodega de producción limitada con mucho encanto. Pero también otras como Enate, que conjuga a la perfección vino y arte, de lo que da buena muestra su sala de etiquetas, donde se exponen las obras que grandes artistas –Saura, Tápies o Chillida- han diseñado para sus botellas, o la ultramoderna y vanguardista Irius, con los últimos avances en viticultura y enología al servicio de la elaboración de grandes vinos.
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¿Por dónde empezar entonces? Si hay un punto de partida para comenzar la ruta enológica por el Somontano es el Complejo de San Julián y Santa Lucía de Barbastro –antiguo hospital e iglesia-, que acoge la Oficina de Turismo, el Centro de Interpretación del Somontano y el Espacio del Vino, el mejor lugar para hacerse una idea de la historia y señas de identidad de esta denominación de origen perteneciente a la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin).
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Pero para disfrutar realmente del Somontano no dejes de apuntarse a algunas de las numerosas actividades que proponen el casi centenar de establecimientos acogidos a la Ruta del Vino, desde bodegas a restaurantes, pasando por comercios especializados o empresas de deportes de aventura. Las hay para todas las épocas del año, ¿qué tal para este invierno el curso de cata que organiza la agencia Enodestino? ¿o uno de aceite en la Almazara Ecostean? ¿y qué te parece una velada romántica en el hotel San Ramón del Somontano de Barbastro?, ¿y cómo suena, también en la capital de la comarca, la experiencia de una cena en la Bodega del Vero, una antigua fábrica de chocolate y hoy tienda de ultramarinos, que esconde en su planta baja un coqueto restaurante donde degustar una cocina con las mejores materias primas de la zona (¡atención a los tomates rosas y a la borraja de la zona!), acompañada, por supuesto, de un buen vino de la D.O. Somontano?
Pero queda camino por recorrer, porque esta tierra amable guarda otros encantos en los que detenerse sin prisas un fin de semana de estos, empezando por la Catedral de la Asunción y el Museo Diocesano de Barbastro, un auténtico viaje artístico en un renovado espacio realmente magnífico. Sin duda, imprescindible.
Y para arte el que derrocha la villa medieval de Alquézar, la más monumental y mejor conservada de la sierra de Guara. Detén el coche en el mirador de la carretera que lleva hasta ella porque es el punto idóneo para contemplar el encanto de su conjunto, con el cañón del río Vero rodeando la que fuera, en sus orígenes, un fortín musulmán. Junto a ella se construyó la Colegiata de Santa María la Mayor, su monumento más señero, que posee un interesante claustro con frescos murales.
Superado el esfuerzo de subir hasta lo más alto de Alquézar, hay que pasear tranquilamente por sus calles estrechas con arcadas desplegadas en forma de media luna y admirar con detenimiento el fruto que ha dado el empeño de su joven alcalde por devolver a la vida a este pueblo que hoy merece ser lo que es: el gran centro turístico de la sierra. Porque en Guara no solo hay arte, historia y leyenda, hay también roca y agua, y barrancos, sobre todo, barrancos esculpidos durante millones de años que son un auténtico paraíso para los amantes del barranquismo y de muchos otros deportes de aventura.
No te quedes sin probar la experiencia de practicar el descenso de cañones, incluso si viajas en familia, y si para empezar no te atreves con un barranco, prueba la ruta senderista de las pasarelas que ofrecen empresas de turismo activo como Vertientes. Un sendero que vuela literalmente sobre el cañón del río Vero y que resulta sencillo pero de lo más emocionante..
Más tarde habrá ocasión para descubrir el rico conjunto de arte rupestre del Parque Cultural del Río Vero, y el santuario de Torreciudad… La escapada promete, así que habrá que alargarla o regresar en otra ocasión, por ejemplo, en verano, cuando Barbastro celebra el Festival del Vino de Somontano, cuatro mágicas noches de agosto en las que el maridaje gastronómico de vinos y tapas se alía con la mejor música.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Huesca está conectada con Madrid y Zaragoza por Ave en apenas dos horas. Desde la capital oscense lo mejor es alquilar un coche. Si se viaja en verano, olvídate del coche y súbete al Autobús del Vino.
Dónde dormir
En Barbastro, en el elegante y céntrico San Ramón del Somontano, un emblemático edificio modernista restaurado de interiores a la última y con spa. En Alquézar, en el recientemente inaugurado Alodia, un alojamiento rural lleno de encanto, o en el Hotel Maribel, acogedor establecimiento de nueve habitaciones cuidadas al detalle.
Dónde comer
En la Bodega del Vero de Barbastro y en Alquézar, en Casa Pardina, donde las hermanas Blasco presentan una cocina tradicional en un edificio con historia y vistas inmejorables.
Más información
Ruta del Vino del Somontano y Acevin.