Un viaje al Olimpo chipriota
Aunque Chipre es famosa por sus playas y sus referencias a la diosa Afrodita, existe un elenco de iglesias bizantinas -algunas Patrimonio de la Humanidad- camufladas entre los bosques y pueblos de los montes de Troodos que justifican en sí mismo una escapada a este retazo de Mediterráneo.
Aunque la isla parezca territorio exclusivo de Afrodita, los montes Troodos plantan cara a la diosa pagana con un tesoro de magnitud celestial. Y es que, además de la cima más alta de la isla, el monte Olimpo, Troodos es el hogar de hermosas iglesias construidas en el periodo bizantino. Engastadas en idílicos bosques, las verdaderas joyas de estos templos de arquitectura sencilla se encuentran en su interior, materializadas en frescos e iconos que dejan al visitante sin palabras.
Todos las iglesias de la región merecen una visita pausada y curiosa -igual que los pueblos de sus contornos, enclaves urbanos relajados y rodeados de manzanos y almendros-, aunque destacan por encima de todas Agios Nikolaos tis Stegis, Asinou y Panagia tou Araka. La primera se encuentra al norte de Kakopetria y sus muros están completamente cubiertos con murales de los siglos XI a XVII, mientras que Panagia tou Araka data del siglo XII y contiene algunos de los mejores frescos de estilo comneniano. La iglesia se sitúa, como la mayoría, a las afueras del pueblo, en este caso Lagoudera, y una vez en él hay que buscar al párroco para que abra las puertas y poder así adentrarse en su microuniverso de formas y colores. Otro referente que no hay que dejar de visitar es Asinou, en Nikitari, también del siglo XII y dedicada a la Virgen María.
Por supuesto, tras un recorrido por las principales iglesias bizantinas en Troodos no está de más descubrir el resto de atractivos por los que Afrodita –que emergió de la espuma de las olas de la playa de Petra Toy Romiou- convirtió la isla en su patria chica. Chipre, pese a su azaroso pasado, es un país de gentes amables, de abuelos que juegan al backgamon en los cafés, de mujeres que tejen ancestrales diseños a ganchillo a las puertas de las casas en Lefkara y bodegas de vinos ancestrales, como el Comandaría, por no hablar de su litoral, perfumado por la proximidad de almendros, olivos y limoneros.
Nicosia es su capital milenaria, cuyo barrio antiguo, Laïki Geitonia, evoca con sus callejuelas, cafés y terrazas, la atmósfera de otros tiempos. Los amantes de las playas solo tienen que elegir alguna de las que se arraciman entre cabo Gkreko, en la parte oriental, y la salvaje península de Akamas al oeste, región de impresionantes gargantas, costas de vértigo y senderos naturales.
A medio camino, en Lemesos, se llevan a cabo las celebraciones más importantes de la isla, el Carnaval y el Festival del Vino, y espectáculos con vistas al mar en su anfiteatro grecorromano de Kourion. Aunque la favorita de Afrodita siempre fue Pafos, en cuyas costas nació y cuyo puerto pesquero está pespunteado de recoletos cafés y restaurantes, al final del cual se inicia el camino hacia Kato Pafos, la zona arqueológica. Muy cerca, en Kouklia, se encuentra el primer santuario de una diosa que no podía haber escogido mejor lugar para emerger de las aguas, aunque los iconos bizantinos le supongan hoy una más que seria competencia.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
No existen vuelos directos de España a Chipre, pero la compañía griega Aegean conecta Madrid y Barcelona con Lárnaca vía Atenas, Luftansa lo hace vía Frankfurt y Czech Airlines vía Praga. El barco enlaza Limassol con Atenas, Haifa (Israel), Beirut (Líbano) y Port Said (Egipto).
Dónde dormir
En Pafos se encuentra uno de los hoteles más elegantes y cool de Chipre, el Almyra, cuyas suites Kyma ofrecen azoteas con pasmosas vistas al mar. En Limassol, el hotel Le Meridien sorprende por sus jardines y piscinas, mientras que en Nicosia el alojamiento de referencia son las cinco estrellas del Hilton Hotel Cyprus. En Lárnaca destaca el Sandy Beach Hotel, cuyos tonos inmaculadamente blancos contrastan con el azul del mar que lo baña.
Gastronomía
La estratégica situación geográfica de Chipre y el paso de tantas culturas por su territorio justifica la mezcolanza exótica y diversa de su gastronomía, con reminiscencias griegas, turcas y hasta británicas. Tierra de aceitunas y cítricos excepcionales, cuenta con un queso propio, el halloumi, que los autóctonos combinan magistralmente con sandía. Los gourmets más avezados saben que lo más recomendable para adentrarse en la cocina chipriota es pedir un surtido de mezé, un combinado de entremeses únicos, acompañado con el dulce y antiguo vino Commandaria. Y de postre, fruta confitada del glikò para acabar con un vasito de aguardiente Zivanía helado.
Dónde comer
A la hora de elegir restaurante, de los cinco con que cuenta el fantástico hotel Amathus de Limasol, no hay que perderse el Limanaki Fish Tavern; emplazado estratégicamente frente al mar. En Larnaka, el Art Café 1900 es un coqueto local con atmósfera de taberna bohemia que mezcla sabiamente la buena gastronomía, el arte y una tradición centenaria. En Nicosia, destaca Palia Electriki (Apostolou Varnava 19), una sofisticada referencia gastronómica en la que la cocina mediterránea de altura –en verano no hay que dejar de cenar en su refrescante jardín- es la protagonista.
Más información
Turismo de Chipre
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Todos las iglesias de la región merecen una visita pausada y curiosa -igual que los pueblos de sus contornos, enclaves urbanos relajados y rodeados de manzanos y almendros-, aunque destacan por encima de todas Agios Nikolaos tis Stegis, Asinou y Panagia tou Araka. La primera se encuentra al norte de Kakopetria y sus muros están completamente cubiertos con murales de los siglos XI a XVII, mientras que Panagia tou Araka data del siglo XII y contiene algunos de los mejores frescos de estilo comneniano. La iglesia se sitúa, como la mayoría, a las afueras del pueblo, en este caso Lagoudera, y una vez en él hay que buscar al párroco para que abra las puertas y poder así adentrarse en su microuniverso de formas y colores. Otro referente que no hay que dejar de visitar es Asinou, en Nikitari, también del siglo XII y dedicada a la Virgen María.
Por supuesto, tras un recorrido por las principales iglesias bizantinas en Troodos no está de más descubrir el resto de atractivos por los que Afrodita –que emergió de la espuma de las olas de la playa de Petra Toy Romiou- convirtió la isla en su patria chica. Chipre, pese a su azaroso pasado, es un país de gentes amables, de abuelos que juegan al backgamon en los cafés, de mujeres que tejen ancestrales diseños a ganchillo a las puertas de las casas en Lefkara y bodegas de vinos ancestrales, como el Comandaría, por no hablar de su litoral, perfumado por la proximidad de almendros, olivos y limoneros.
Nicosia es su capital milenaria, cuyo barrio antiguo, Laïki Geitonia, evoca con sus callejuelas, cafés y terrazas, la atmósfera de otros tiempos. Los amantes de las playas solo tienen que elegir alguna de las que se arraciman entre cabo Gkreko, en la parte oriental, y la salvaje península de Akamas al oeste, región de impresionantes gargantas, costas de vértigo y senderos naturales.
A medio camino, en Lemesos, se llevan a cabo las celebraciones más importantes de la isla, el Carnaval y el Festival del Vino, y espectáculos con vistas al mar en su anfiteatro grecorromano de Kourion. Aunque la favorita de Afrodita siempre fue Pafos, en cuyas costas nació y cuyo puerto pesquero está pespunteado de recoletos cafés y restaurantes, al final del cual se inicia el camino hacia Kato Pafos, la zona arqueológica. Muy cerca, en Kouklia, se encuentra el primer santuario de una diosa que no podía haber escogido mejor lugar para emerger de las aguas, aunque los iconos bizantinos le supongan hoy una más que seria competencia.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
No existen vuelos directos de España a Chipre, pero la compañía griega Aegean conecta Madrid y Barcelona con Lárnaca vía Atenas, Luftansa lo hace vía Frankfurt y Czech Airlines vía Praga. El barco enlaza Limassol con Atenas, Haifa (Israel), Beirut (Líbano) y Port Said (Egipto).
Dónde dormir
En Pafos se encuentra uno de los hoteles más elegantes y cool de Chipre, el Almyra, cuyas suites Kyma ofrecen azoteas con pasmosas vistas al mar. En Limassol, el hotel Le Meridien sorprende por sus jardines y piscinas, mientras que en Nicosia el alojamiento de referencia son las cinco estrellas del Hilton Hotel Cyprus. En Lárnaca destaca el Sandy Beach Hotel, cuyos tonos inmaculadamente blancos contrastan con el azul del mar que lo baña.
Gastronomía
La estratégica situación geográfica de Chipre y el paso de tantas culturas por su territorio justifica la mezcolanza exótica y diversa de su gastronomía, con reminiscencias griegas, turcas y hasta británicas. Tierra de aceitunas y cítricos excepcionales, cuenta con un queso propio, el halloumi, que los autóctonos combinan magistralmente con sandía. Los gourmets más avezados saben que lo más recomendable para adentrarse en la cocina chipriota es pedir un surtido de mezé, un combinado de entremeses únicos, acompañado con el dulce y antiguo vino Commandaria. Y de postre, fruta confitada del glikò para acabar con un vasito de aguardiente Zivanía helado.
Dónde comer
A la hora de elegir restaurante, de los cinco con que cuenta el fantástico hotel Amathus de Limasol, no hay que perderse el Limanaki Fish Tavern; emplazado estratégicamente frente al mar. En Larnaka, el Art Café 1900 es un coqueto local con atmósfera de taberna bohemia que mezcla sabiamente la buena gastronomía, el arte y una tradición centenaria. En Nicosia, destaca Palia Electriki (Apostolou Varnava 19), una sofisticada referencia gastronómica en la que la cocina mediterránea de altura –en verano no hay que dejar de cenar en su refrescante jardín- es la protagonista.
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