Istria, una escapada perfecta a la costa croata
Pueblos medievales coronando sus colinas, ruinas romanas de la talla del anfiteatro de Pula y un puñado de preciosas villas pesqueras a orillas de un mar increíblemente intacto aguardan en esta península de la costa croata que algunos comparan con la Toscana italiana.
Esta península del norte de Croacia, la más grande de todo el Adriático, encierra en realidad dos universos. Uno sería el de la Istria azul que bañan sus más de 500 kilómetros de costa, salpicados de puertitos y preciosas ciudades de tradición pesquera como Rovinj, su villa con más alma, pero también de modernas marinas en las que atracan los yates y, por supuesto, de playas, más a menudo de roca y plataformas que de arena. Por el otro lado estaría la Istria verde de su interior montuno, adornada de pueblos medievales que coronan lo más alto de sus colinas entre paisajes de cipreses, viñedos y olivos que llegan a recordar a los de la Toscana.
Toda Istria, que se encuentra casi en la frontera con el norte de Italia, se aliña además de los monumentos de primera que le fueron legando a lo largo de la historia la infinidad de pueblos que pasaron por aquí: tesoros romanos de la talla del anfiteatro de Pula, iglesias bizantinas como la Basílica Eufrasiana de Porec, declarada Patrimonio de la Humanidad, y todo un emocionante entramado de pueblos fortificados por la Serenísima República Marítima de Venecia, que dominó esta península un buen puñado de siglos. Entre ellos, imprescindibles, los muy fotogénicos de Groznjan y Motovun, que rivalizan con el casco viejo de Rovinj por ser los destinos favoritos de los viajeros con buen gusto.
Un atardecer en esta villa pesquera caminando entre las batanas del puerto o abriéndose paso por sus cuestas empedradas; los festivales, terrazas y galerías de arte que cada verano agitan la sosegada vida de sus más famosos pueblos medievales, o una gastronomía de altura presidida por las trufas que nacen en sus bosques y por los pescados y marismos fresquísimos que da el Adriático. Todo ello figura entre los ingredientes más apetitosos a paladear en Istria, una porción de Croacia que afortunadamente sufrió muy poco en su territorio las consecuencias de la guerra de la ex Yugoslavia y que, en cuanto terminó el conflicto, volvió a convertirse en el secreto a voces que ya era mucho antes conocido entre centroeuropeos urgidos de sol.
Aunque en verano la gran mayoría se concentra en zonas playeras tremendamente turísticas como las inmediaciones de Umag, Porec y Pula, el litoral de Istria también esconde escenarios mucho más solitarios incluso en plena temporada alta, como los que despachan las calas salvajes, entre roquedos y pinares, del bellísimo cabo Kamenjak, entre tantos otros rincones del todo vírgenes que hacen las delicias de los muchos nudistas que, desde hace décadas, también son legión por estos pagos.
Y si en la mayor parte de Istria la influencia italiana se palpa hasta el punto de que buena parte de su población es perfectamente bilingüe, en la última esquina de la península no habrá que perderse esa insólita joya que es la aristocrática ciudad de Opatija, engalanada por las elegantes villas estivales que las élites del Imperio austro-húngaro erigieron en los días de la belle époque, tan a menudo transformadas hoy en hoteles con mucho glamour.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Dada la proximidad de Istria a Venecia, puede convenir más volar a esta que a Zagreb o a Dubrovnik. A través de portales como www.rumbo.es o www.terminala.com pueden consultarse los mejores precios de las distintas compañías según las fechas que se elijan. Desde Iberia hasta Air Europa o Vueling unen España con Venecia a precios que, en ocasiones, no llegan ni a los 100 €. Desde allí puede alquilarse un coche (Croacia está a poco más de dos horas), u optar por los ferrys que funcionan en verano entre Venecia e Istria.
Moverse por Istria
Nada como el coche de alquiler. A partir de unos 200 € a la semana se puede conseguir uno a través de portales como Lastminute o el de la mencionada Vueling.
Mejor época
La mayoría de los visitantes viene en verano para, además del legado histórico de Istria, disfrutar de su mar y sus playas. Sin embargo la primavera y el otoño, menos concurridos, son más agradables. En invierno muchos locales están cerrados y los meses más crudos llegan a ser muy fríos.
Dónde dormir
La oferta es inmensa: desde apartamentos y villas de alquiler hasta campings y autocaravanas –muy populares aquí gracias a los centroeuropeos–, o módicas casas de huéspedes o sobes. También hoteles tan estupendos como el San Rocco, en Brtonigla, probablemente el más encantador hotelito rural de la Istria interior o, en la playa, el hotel-boutique Valsabbion, en Pula. Más inusual, la posibilidad de alojarse en faros en algunos puntos de la costa (www.lighthouses-croatia.com). Y quienes busquen grandes hoteles con todo tipo de servicios, alguno de los 19 establecimientos que tiene en Umag la cadena Sol Meliá, entre los que destaca el Sol Garden Istra, que en 2009 ganó por segundo año consecutivo el premio como el mejor hotel del año en la categoría cuatro estrellas.
Dónde comer
Los mencionados hoteles San Rocco y Valsabbion albergan también unos restaurantes de primera. Más famoso, el prohibitivo Zigante de Livade, con especialidades de trufa del aperitivo al postre, aunque tienen mucho más encanto otros como Blu (www.blu.hr) o La Puntulina (Svetog Kriza, 38), junto a los acantilados de Rovinj, o las apenas seis mesas de la taberna tradicional Stare Uzance, fácil de encontrar en la parte antigua del pueblito de Premantura (junto al cabo Kamenjak), con una carta pequeña pero deliciosa, y posibilidad de probar la tiernísima carne de buey autóctono o boskarin.
No te pierdas
Una mariscada en los pequeños restaurantes junto al puerto de pescadores de Moscenicka Draga, en la Riviera de Opatija, o el espectáculo de navegar por la vecina bahía de Kvarner, con auténticos paraísos como las inmediaciones de Mali Losinj.
Más información
Oficina de Turismo de Croacia y Turismo de Istria.
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Toda Istria, que se encuentra casi en la frontera con el norte de Italia, se aliña además de los monumentos de primera que le fueron legando a lo largo de la historia la infinidad de pueblos que pasaron por aquí: tesoros romanos de la talla del anfiteatro de Pula, iglesias bizantinas como la Basílica Eufrasiana de Porec, declarada Patrimonio de la Humanidad, y todo un emocionante entramado de pueblos fortificados por la Serenísima República Marítima de Venecia, que dominó esta península un buen puñado de siglos. Entre ellos, imprescindibles, los muy fotogénicos de Groznjan y Motovun, que rivalizan con el casco viejo de Rovinj por ser los destinos favoritos de los viajeros con buen gusto.
Un atardecer en esta villa pesquera caminando entre las batanas del puerto o abriéndose paso por sus cuestas empedradas; los festivales, terrazas y galerías de arte que cada verano agitan la sosegada vida de sus más famosos pueblos medievales, o una gastronomía de altura presidida por las trufas que nacen en sus bosques y por los pescados y marismos fresquísimos que da el Adriático. Todo ello figura entre los ingredientes más apetitosos a paladear en Istria, una porción de Croacia que afortunadamente sufrió muy poco en su territorio las consecuencias de la guerra de la ex Yugoslavia y que, en cuanto terminó el conflicto, volvió a convertirse en el secreto a voces que ya era mucho antes conocido entre centroeuropeos urgidos de sol.
Aunque en verano la gran mayoría se concentra en zonas playeras tremendamente turísticas como las inmediaciones de Umag, Porec y Pula, el litoral de Istria también esconde escenarios mucho más solitarios incluso en plena temporada alta, como los que despachan las calas salvajes, entre roquedos y pinares, del bellísimo cabo Kamenjak, entre tantos otros rincones del todo vírgenes que hacen las delicias de los muchos nudistas que, desde hace décadas, también son legión por estos pagos.
Y si en la mayor parte de Istria la influencia italiana se palpa hasta el punto de que buena parte de su población es perfectamente bilingüe, en la última esquina de la península no habrá que perderse esa insólita joya que es la aristocrática ciudad de Opatija, engalanada por las elegantes villas estivales que las élites del Imperio austro-húngaro erigieron en los días de la belle époque, tan a menudo transformadas hoy en hoteles con mucho glamour.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Dada la proximidad de Istria a Venecia, puede convenir más volar a esta que a Zagreb o a Dubrovnik. A través de portales como www.rumbo.es o www.terminala.com pueden consultarse los mejores precios de las distintas compañías según las fechas que se elijan. Desde Iberia hasta Air Europa o Vueling unen España con Venecia a precios que, en ocasiones, no llegan ni a los 100 €. Desde allí puede alquilarse un coche (Croacia está a poco más de dos horas), u optar por los ferrys que funcionan en verano entre Venecia e Istria.
Moverse por Istria
Nada como el coche de alquiler. A partir de unos 200 € a la semana se puede conseguir uno a través de portales como Lastminute o el de la mencionada Vueling.
Mejor época
La mayoría de los visitantes viene en verano para, además del legado histórico de Istria, disfrutar de su mar y sus playas. Sin embargo la primavera y el otoño, menos concurridos, son más agradables. En invierno muchos locales están cerrados y los meses más crudos llegan a ser muy fríos.
Dónde dormir
La oferta es inmensa: desde apartamentos y villas de alquiler hasta campings y autocaravanas –muy populares aquí gracias a los centroeuropeos–, o módicas casas de huéspedes o sobes. También hoteles tan estupendos como el San Rocco, en Brtonigla, probablemente el más encantador hotelito rural de la Istria interior o, en la playa, el hotel-boutique Valsabbion, en Pula. Más inusual, la posibilidad de alojarse en faros en algunos puntos de la costa (www.lighthouses-croatia.com). Y quienes busquen grandes hoteles con todo tipo de servicios, alguno de los 19 establecimientos que tiene en Umag la cadena Sol Meliá, entre los que destaca el Sol Garden Istra, que en 2009 ganó por segundo año consecutivo el premio como el mejor hotel del año en la categoría cuatro estrellas.
Dónde comer
Los mencionados hoteles San Rocco y Valsabbion albergan también unos restaurantes de primera. Más famoso, el prohibitivo Zigante de Livade, con especialidades de trufa del aperitivo al postre, aunque tienen mucho más encanto otros como Blu (www.blu.hr) o La Puntulina (Svetog Kriza, 38), junto a los acantilados de Rovinj, o las apenas seis mesas de la taberna tradicional Stare Uzance, fácil de encontrar en la parte antigua del pueblito de Premantura (junto al cabo Kamenjak), con una carta pequeña pero deliciosa, y posibilidad de probar la tiernísima carne de buey autóctono o boskarin.
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Una mariscada en los pequeños restaurantes junto al puerto de pescadores de Moscenicka Draga, en la Riviera de Opatija, o el espectáculo de navegar por la vecina bahía de Kvarner, con auténticos paraísos como las inmediaciones de Mali Losinj.
Más información
Oficina de Turismo de Croacia y Turismo de Istria.