Nápoles, la cuna de ‘su majestad’ la pizza

Sólo por probar el bocado más internacional del Mediterráneo en la ciudad que lo inventó se justifica con creces la escapada a Nápoles. Ésta, sin embargo, es todo un plato fuerte más allá de la pizza. Su monumentalidad se alía con un ambiente inconcebible en la Europa del siglo XXI.

por hola.com
Hasta los funcionarios de Bruselas se han rendido a la pizza napolitana, consiguiendo que la Unión Europea la reconociera el pasado febrero como “Especialidad Tradicional Garantizada”. Y es que, a pesar de ser el bocado más internacional de todo el Mediterráneo, es muy probable que pocos, fuera de Italia, hayan probado alguna vez esa humilde delicatessen que es la verdadera pizza de Nápoles.

Fue allá por el XVIII donde comenzaron a abrir sus puertas las primeras pizzerías del mundo y vieron la luz iconos tan napolitanos como pizza Marinara –que a pesar del nombre no lleva pescado– y la célebre Margarita, que armada apenas de tomate, mozzarella y albahaca se convirtió en la favorita de Margarita de Saboya.

Todo importa en una pizza napolitana como Dios manda: que la masa haya reposado un mínimo de seis horas, su diámetro, su peso, sus ingredientes, por supuesto que esté hecha en horno de leña, y casi casi hasta la disposición del tomate. Pero, tecnicidades aparte, lo mejor es probarla, y probarla en locales venerados por los napolitanos, que se toman pero que muy en serio estas cuestiones del orgullo y el buen comer.

La pizzería Brandi, heredera de la Pietro… e basta così, en la que Raffaele Esposito inventara la pizza Margarita, lleva abierta desde 1780 y, a la vista de sus llenos a rebosar, el negocio va viento en popa. Más antigua incluso –de 1738–, Port’Alba, donde la receta de su pizza es la misma que antaño. Imprescindibles también, Di Matteo y Da Michele, que desde que abriera en 1870 se ha convertido en la probablemente más célebre y solicitada de la ciudad, a la vista de las benditas colas que toca soportar, sobre todo los fines de semana, para hacerse con alguna de sus pocas mesas o para llevarse la pizza a casa, como hacen tantísimos napolitanos.

En la ciudad se estima que haya 10.000 pizzerías y lo raro es dar con una mala. Pero, para mayor garantía, si el establecimiento luce un Polichinela a la vista, entonces su autenticidad estará avalada por la Associazione Verace Pizza Napoletana que, ante tanta “falsificación”, se ha ocupado de poner el símbolo de la ciudad en el lugar que se merece.

Eso sí, una vez satisfecho el estómago queda por delante ese otro plato fuerte que es Nápoles en sí, tan surrealista, tan follonera y llena de talento, tan arrabalera y, al tiempo, tan abigarrada de cultura y de arte. A beata nadie le gana, y a sus mil y una iglesias hermosísimas se le suman templetes callejeros para honrar ya sea a una madonna o a Maradona, a quien se lloró lo indecible cuando zanjó su contrato con el equipo local. Pero además de sus viejísimos barrios –el de los españoles o la arteria crucial de Spaccanapoli–, sus esquinas andan más que sobradas de palacios, fortalezas y de esas fachadas desvencijadas en las que se tiende la colada a la fresca, de mercados y música en las plazas, de motorinos y furgoncinos abriéndose paso por el caos del tráfico en el centro histórico y por todo un elenco de personajes imposibles que sólo se conciben en esta ciudad.

Y si esa pasión que rezuma Nápoles por cada uno de sus poros se vuelve excesiva, siempre queda el respiro de escaparse a las alturas del Vesubio o, a 25 kilómetros, al sosiego de las conmovedoras ruinas de Pompeya que las lavas del coloso dejaron congeladas en el tiempo un 24 de agosto del año 79.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar
Vuelos directos a Nápoles desde Madrid con Air Nostrum y desde Barcelona con Vueling, con precios que en algunas fechas rondan los 100 €.

Moverse por Nápoles
Su tráfico es una locura. Lo suyo es utilizar los taxis y olvidarse de conducir en la ciudad, donde el cogollo histórico se recorre perfectamente a pie. La tarjeta ArteCard es muy práctica para acceder a los lugares más interesantes a precio reducido, e incluye también el transporte público.

Viajes organizados
En cualquier agencia de viajes pueden conseguirse los folletos de mayoristas que incluyen Nápoles en su programación, como los de Kirunna, que en su propuesta 'Irresistible Campania' engloba los vuelos, siete noches en hoteles de primera y un coche de alquiler para visitar a su aire, además de la ciudad, otros destinos bellísimos de la región como las islas de Capri e Ischia, Sorrento y la Costa Amalfitana.

Dónde dormir
Si lo que se busca es un clásico, el Grand Hotel Vesuvio o el Excelsior, cuyas habitaciones frente a la bahía de Nápoles han alojado desde a Alfred Hitchcock, Maria Callas o Rita Hayworth. Y si lo que se busca es lo último en diseño, el inaugurado en 2009 Hotel Romeo, decorado de arriba abajo por el estudio Kenzo.

Dónde comer
Aunque en Nápoles se come bien en casi todas partes, y no sólo pizza, sería un pecado no recalar por sus grandes clásicos, que no son en absoluto locales de lujo, aunque sí un sabroso pedazo de la historia de la ciudad: Brandi (www.brandi.it), L'Antica Pizzeria Da Michele, Di Matteo o Port d’Alba (Via Port'Alba, 18).

No te pierdas
Muy cerca de Nápoles, las preciosas ruinas de Pompeya y Herculano, ambas sepultadas el 24 de agosto del año 79 por la gran erupción del Vesubio, a cuyas alturas también se puede subir para admirar, amén de las vistas, toda la grandeza de uno de los volcanes más temidos de Europa.

Más información
Turismo de Italia y Turismo Regional de Campania.