Destinos de luna de miel

No existe la perfecta. Es decir, no hay un destino idóneo para todo el mundo. Lo esencial es tener claro qué tipo de escapada os apetece y prepararla a conciencia. Toma nota de las claves para que la vuestra sea un soberano éxito.

por hola.com

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Después de meses de preparativos, nervios y algún que otro sinsabor, la luna de miel asoma como esa recompensa con la que arrancar con buen pie vuestra vida de casados. Da igual que ya hayáis viajado juntos muchas veces; éste tiene que ser un viaje especial. Cuanto antes empezéis a decidir el destino y lo tengáis reservado, mejor. Así podréis disfrutar de los descuentos que muchas mayoristas ofrecen a quienes reservan con antelación así como sus atenciones especiales para parejas en luna de miel. Además, teniendo cerrado el viaje, podréis dedicaros con más tranquilidad a cuestiones de la boda que si tocará cerrar más a última hora.

A menos que seáis viajeros expertos y prefiráis reservarlo todo por internet, lo suyo es pasarse por una agencia de confianza al menos tres meses antes. Lo ideal sería llegar con una idea del presupuesto con que contáis, pero también del tipo de viaje que os apetece: una aventura o un lugar para descansar, playa o ciudad, que no os descabale el presupuesto o tirar la casa por la ventana…

En la decisión final, aunque consultéis a expertos, no os dejéis influir y pensad sólo en qué os hace ilusión y os pide el cuerpo a ambos. Porque tan especial puede ser un hotelito romántico a la vuelta de la esquina como un salto a la otra punta del mundo. Pero sed realistas. Por muy bien que suenen las Maldivas, Bali o Polinesia, no tiene sentido elegir un destino lejano si apenas vais a estar una semana. Entre el vuelo y el cambio horario se os va todo el viaje. Además hay gente que odia el avión, por lo que, si es el caso, un vuelo largo puede ser una tortura innecesaria.

Una vez decidido adónde iréis, no está de más pasarse por dos o tres agencias para comparar los precios y servicios que os ofrecen. Aseguraos de que es un buen momento para ir a ese lugar, que llegar en época de hurcanes al Caribe o en temporada de lluvias al sureste asiático puede no tener ninguna gracia. Y no está de más valorar también vuestro conocimiento de idiomas y lo 'delicados' que seáis para comer. Hay quien no se siente cómodo si no se sabe hacer entender, y mientras que para unos probar nuevos sabores es todo un aliciente, a otros les resulta una pesadilla.

Será también el momento de, si procede, tramitar pasaporte, visado, vacunas… Algo muy útil es ir apuntándote en la agenda lo que quieres llevar al viaje. La memoria es traicionera, e ir haciendo una lista con todo lo que se te vaya ocurriendo hará que cerrar la maleta a última hora sea coser y cantar, sin olvidar nada ni cargar con cosas que no vas a usar: los modelitos que mejor te sienten con sus zapatos y complementos –en función del clima, claro, y de la 'etiqueta' de los hoteles elegidos–, una guía de la zona, un botiquín básico, la cámara, quizá algo simbólico para regalarle…

DESTINOS PARA TODOS LOS GUSTOS

Sin salir de casa
No hay tópicos que valgan. Aunque se diga que la luna de miel tiene que ser un viaje de una vez en la vida, lo importante es hacer lo que os apetezca dentro de vuestras posibilidades. Si no queréis coger un avión o tirar la casa por la ventana, en España hay lugares maravillosos. Algún hotel con personalidad de lugares tan espectaculares como el Cabo de Gata –por ejemplo el Mikasa, el Rodalquilar o el Doña Pakyta–. O en Baleares, como la romántica Hacienda Na Xamena de Ibiza o el Biniarroca, el Alcaufar Vell o el Morvedra Nou de Menorca. La oferta es inmensa. En Notodohoteles o Rusticae podrás encontrar una buena selección en alguna zona que os guste o signifique algo especial para vosotros.

La Europa más romántica
Ciudades clásicas como París o Venecia, pero también escenarios tan románticos como Lisboa, Roma o Praga; islas bellísimas como Santorini, en Grecia, o las Eolias, en Italia, así como rutas llenas de encanto. Los pueblitos de la Provenza francesa o los del Alentejo, en Portugal; la Costa Amalfitana o Sicilia, en el Sur de Italia o, más al norte, la Toscana. Generalmente saldrá mejor de precio un paquete de vuelo y hotel adquirido en la agencia que comprando cada servicio por separado. A Portugal, sin embargo, puede que os interese más ir en coche. Para alojarse, las Pousadas –bastante parecidas a nuestros Paradores– suelen ser una estupenda opción, y en Lisboa tienes un hotel de lo más personal en Mi Casa en Lisboa. Y si os gusta navegar, otro plan redondo es alquilar con Aproache un velero –con o sin patrón– para surcar la costa de Croacia por un Mediterráneo intacto como jamás habréis visto.

Exotismo a tiro de piedra
¿Otro mundo sin alejarse demasiado? Vuestro destino puede ser Marrakech, Estambul o un crucero por el Nilo; tres escenarios espectaculares a poquísimas horas de avión. Si Estambul, un auténtico cruce de Oriente y Occidente, puede presumir de ser una de las ciudades más despampanantes del planeta, Marrakech no tiene tanta monumentalidad, pero si os atrae el bullicio moruno, los regateos de los zocos y la posibilidad de hacer una escapada al precioso pueblito costero de Essaouira o a las dunas del desierto, disfrutaréis instalándoos algunos días en un riad, antiguos caserones transformados en hotelitos que son una delicia. Y el Nilo también son palabras mayores. Visitar por las mañanas el legado faraónico que se levanta a sus orillas y navegarlo plácidamente por las tardes ante unas vistas de escándalo es todo un espectáculo. Si el bolsillo os lo permite, en lugar de los clásicos cruceros –más o menos lujosos en función del precio pero casi todos en barcos muy turísticos–, optad por surcarlo a bordo de unas embarcaciones mucho más estilosas conocidas como dahabiyas. No todas las mayoristas las tienen, pero las podréis encontrar en Viajes El Corte Inglés.

Playas lejanas
Por las resplandecientes aguas de la Riviera Maya puede buscarse algún hotel con más encanto que los mamotretos de hormigón de Cancún, y aliñar el viaje con algún otro punto de lo mucho que hay que ver por México. La República Dominicana y los 'todo-incluido' de Punta Cana o Puerto Plata –a precios imbatibles, aunque este tipo de hotel, que también tiene su público, no sea precisamente íntimo–, o sus playas mucho más salvajes de la península de Samana. O la mezcla de sol y cultura que ofrece la colonial Cartagena de Indias, en el Caribe colombiano, o el combinado de La Habana con alguna gran playa cubana como Varadero o los Cayos. Si tenéis algo más de una semana y no os apetece tener problemas con el idioma, el Caribe español es todo un clásico.
Tambien lo son, en el Índico, las Seychelles e Isla Mauricio –la primera con una naturaleza más espectacular y la segunda con una calidad hotelera insuperable, amén de más vida y cultura–. Sin olvidar la bellísima Zanzíbar, en absoluto 'manicurada' como las anteriores, pero perfecta para parejas algo más aventureras, que harán bien en evitar su afortunadamente pequeña zona de 'todo-incluidos'.
En Asia, las playas de Tailandia permiten combinar todo el exotismo y la amabilidad oriental con la locura urbana y las compras de Bangkok. Maldivas es sin embargo perfecta para quienes quieran estar solos, disfrutar de la playa y, a lo sumo, bucear, porque aquí son todo islas-hotel de las que prácticamente no se saldrá en toda la estancia.
Bali es un destino espectacular para una luna de miel. Además del mar, tiene mil y templos para ver, paisajes de arrozales bellísimos, compras al mejor precio, buena cocina y la gente más amable del planeta. Y, si no hay problema de tiempo ni dinero, la Polinesia despliega un buen puñado de propuestas de lo más hedonistas.

Una aventura
Un safari por los mejores parques de Kenia, Tanzania o Suráfrica, rematando con unos días en alguna playa bonita de la zona; un recorrido –a ser posible evitando hacerlo en grupo, ¿no?– por destinos tan suculentos como Perú, Vietnam, la poquísimo trillada y bellísima Birmania o los estados indios del Rajastán o Kerala, atravesar Estados Unidos de Costa a Costa y hasta volveros a casar en Las Vegas… si soy viajeros expertos con ganas de una gran aventura, éste es el momento, y las posibilidades son casi infinitas.