En compañía de... osos polares
Entre octubre y noviembre, el pueblito canadiense de Churchill se convierte en la ‘capital’ mundial de estos animales. Imposible ver más de cerca al carnívoro más grande de la Tierra.
No hay otro lugar del planeta en el que resulte más sencillo avistar a estos feroces plantígrados entre principios de septiembre y mediados de octubre que en el pueblito canadiense de Churchill, a orillas de la bahía de Hudson y en una esquina del estado de Manitoba. Hasta cuarenta ejemplares han llegado a observarse en un mismo día merodeando cerca de la aldea. ¡Y algunos hasta dentro de ella!
Tras descongelarse la bahía y verse obligados a pasar el verano en tierra firme, en estos meses cientos de osos polares hambrientos se van concentrando en las inmediaciones de Churchill a la espera de que las aguas vuelvan a helarse para poder salir a la caza de su presa favorita: las focas, de las que se alimentan durante los largos meses que viven sobre la costra de hielo que tapiza el océano.
Cuando bajan las temperaturas, el agua dulce de los tres ríos que desembocan en la bahía a la altura de Churchill se congela antes que el agua salada del mar. Esto explica que los osos, sabedores de este fenómeno natural, aguarden en las proximidades del pueblo a que la corteza de hielo comience a ser lo suficientemente espesa para soportar su peso y les permita, antes que en otras zonas, perderse por su inmenso manto blanco a cazar.
Impacientes tras los meses en tierra en los que prácticamente no han probado bocado, en las semanas previas al congelamiento de la bahía los osos hacen que en Churchill se disparen todas las alarmas. Las patrullas del Polar Bear Alert son las encargadas de proteger tanto a los poco más de mil vecinos del pueblo y a los visitantes que acuden cada año a disfrutar del espectáculo, como a los propios plantígrados, que llegan incluso a causar destrozos en casas particulares rebuscando entre las basuras y suelen acabar en la “cárcel para osos” que retiene a los más conflictivos hasta que puedan volver a ser liberados sin riesgo.
La propia aldea cuenta con un perímetro de seguridad que más vale no traspasar a menos que la idea sea, precisamente, encontrarse con un oso. Para ello, un puñado de empresas proponen excursiones a bordo de unos vehículos especiales para realizar estos avistamientos: los Tundra Buggy, una especie de tractor-camión muy alto, con grandes ventanillas panorámicas y preparados para vérselas con la orografía de la zona, además de, por supuesto, con la peligrosidad de estos animales.
No es raro que los osos polares, tremendamente curiosos, se acerquen a olisquear las ruedas de estos peculiarísimos vehículos o se alcen sobre sus patas traseras para echar un vistazo a su interior mientras los ocupantes ‘disparan’ al animal –con sus cámaras, se entiende–. Sólo un cristal de seguridad media entre los aprendices de fotógrafo y los colmillos de la bestia.
Además de la opción de dormir en un hotel de Churchill o en una cabaña en sus alrededores y participar durante el día en estas expediciones, existe también la posibilidad de alojarse en los Tundra Buggy Lodge, una especie de gran caravana con módulos muy básicos pero en los que pasar algunos días inmersos en el gran hábitat del oso polar, el Parque Nacional de Wapusk, una de las principales zonas de reproducción del mundo para el mayor y más temido carnívoro de la Tierra.
Algunas pistas
Winnipeg es la principal ciudad desde la que volar o viajar en tren a Churchill, hasta la que no llega carretera alguna. Vuelos desde España, a partir de unos 800 € y con normalmente dos escalas, con compañías como Air Canada, American Airlines, US Airways o Lufthansa. También Air Transat vuela, sólo entre mayo y octubre, desde Madrid, Barcelona y Málaga hasta Vancouver, Toronto y Montreal a partir de poco más de 400 €, ida y vuelta y tasas incluidas.
Tundra Buggy Adventure/Frontiers North y Great White Bear Tours son las principales compañías locales que operan los tours de avistamientos de osos.
Desde España se pueden contratar viajes como el que propone la especialista en aventura Agama, con una semana por la zona con alojamiento y pensión completa, vuelos entre Winnipeg y Churchill, dos días en Tundra Buggy para la observación de osos, guía naturalista o una excursión en helicóptero, por 3.170 €, sin incluir el vuelo internacional.
Más información
Turismo de Canadá, Turismo de Manitoba y el pueblo de Churchill.