Últimos días en la playa

El tiempo apremia, así que no pierdas la oportunidad y aprovecha el mes de septiembre para disfrutar del mar en algunas de las calas más cálidas de España.

by hola.com

VER GALERÍA

Arenal-Bol
Alicante
En la comarca de La Marina Alta, el paseo marítimo que lleva hasta el mítico peñón de Ifach recorre la playa más urbana de Calpe. No hay hasta la bahía de Jávea, en dirección norte, una playa tan larga como Arenal-Bol, con 1.200 metros de largo por 50 de ancho. Esta suave concha de arena disfruta de un privilegiado microclima durante todo el año y se ubica frente el casco viejo de la localidad. Es El Arenal una playa familiar, con roca y arena en su zona sumergida, y flanqueada por el peñón de Ifach, a cuya cumbre se puede llegar a pie para divisar desde lo más alto la bahía de Calpe, Benissa, el Montgó y el islote de Benidorm. La playa también guarda otros encantos, como unas sorprendentes termas en pleno arenal y los restos de una factoría romana de garum, conocidos como Baños de la Reina. El paseo marítimo invita a llegar al peñón en una agradable caminata bajo las palmeras, dejando atrás la torre de un molino harinero, restos de viviendas romanas, la nueva cala del Morelló y la playa del Cantal Roig.

Calblanque
Murcia
La Costa Cálida debe su nombre, entre otras muchas cosas, a playas colosales como las que acoge el Parque Regional de Calblanque, Monte de las Cenizas y Peña del Águila; un espacio natural portentoso próximo a La Manga del Mar Menor. Es muy recomendable el paseo a primera y última hora del día, cuando las tonalidades resultan espectaculares. En el resto de horas, el sol pega fuerte. En la playa más extensa, que da nombre al parque, se encuentra el aparcamiento. La cala de los Déntoles o cala Dorada –con restos de un castro– y las de Negrete y Parreño –cerradas por rocas y de tradición naturista– son otras opciones más tranquilas. Calblanque conserva intacto el palmito, la única palmera autóctona del Mediterráneo europeo. Aquí se halla uno de los ecosistemas más valiosos del Levante español, con dunas fósiles, sierras semiáridas, aguas cálidas y salinas. Las dunas son las más valiosas de toda la región, aunque su propia apertura al mar provoque ciertos riesgos provocados por las corrientes, que aquí llegan a ser respetables.

La Macarella y La Macarelleta
Menorca
Es la cala más famosa y renombrada de Menorca y a ella se puede llegar bien en coche desde Ciudadela o a pie desde Cala Galdana, a lo largo de un tranquilo y llano paseo de media hora. La combinación arena de blanca, aguas translúcidas y barrancos salpicados de pinos resulta irresistible en las playas del Migjorn (sur). No se entiende ir a La Macarella sin pasar a pie, o a nado, hasta su hermana pequeña, La Macarelleta, una calita cuya belleza roza los límites de lo imaginable, con las encinas y los pinos inclinados sobre unas aguas de coloraciones turquesas. A pie se llega por unos escalones labrados en la piedra justo antes de tocar las cuevas, aunque también se llega sin peligro a nado o incluso en colchoneta.

Dunas de Corralejo
Fuerteventura
De los 100 kilómetros de playas de la isla de Fuerteventura nada menos que ocho ocupa el Parque Natural de las Dunas de Corralejo, un espacio natural virgen cuyos inolvidables amaneceres invitan a perderse. Forma parte del municipio de La Oliva y a él se accede por una carretera que, cuando soplan con fuerza los vientos alisios, queda enterrada por la acción de las dunas y lleva a playas como La Alzada o Los Matos, paraíso esta última para los amantes de las cometas, especialmente en noviembre, cuando se celebra en ella el festival más importante del archipiélago de esta especialidad. En cuanto al baño, las olas baten con fuerza, pero aquí no hay corrientes engañosas. Cerca del estrecho de la Bocayna se divisan paseantes, windsurfistas, cometeros y también naturistas, excepto en la zona más cercana a los hoteles y al casco urbano.

Dunas de Guardamar del Segura
Alicante
En la Costa Blanca, el parque forestal de las Dunas de Guardamar del Segura es un paraje de arena dorada y finísima con apenas desnivel que ocupa una extensión de 800 hectáreas. En este espacio, entre las localidades de Guardamar y Santa Pola, el estado de la mar es moderado, aunque el fuerte viento de levante en ocasiones forma molestos remolinos. Una de las playas más recomendables del lugar es la de El Campo, como también la de Los Viveros, que une el casco urbano de Guardamar con la desembocadura del río Segura. Para pasear por el espigón de la desembocadura es recomendable aparcar en el puerto. Justo detrás de la playa de Guardamar sobresale el yacimiento arqueológico de La Fonteta, con los restos de una rábita o monasterio califal, al que se llega en tren turístico.

Dunas de Maspalomas
Gran Canaria
En este espacio natural con una valiosa riqueza geológica y vegetal que recuerda al Sáhara se funden una amplísima extensión de arena dorada, una laguna de agua salada y un gran palmeral. Seis kilómetros de dunas avalan la intimidad de quienes vagan por ellas, dominadas por un centenario faro. Al atardecer o al alba, el espectáculo adquiere una nueva dimensión, y más si el paseo se hace a lomos de un dromedario. Se pueden buscar las lujosas instalaciones de la playa del Inglés, unida a la de Maspalomas por varios kilómetros de arenas blancas y finísimas, o adentrarse en este desierto hecho playa. Las aguas del Atlántico son bravas y hay que saber que toda precaución es poca a la hora del remojo, sobre todo en La Puntilla, donde está prohibido el baño. Su respetable oleaje hace las delicias de los surfistas, especialmente en septiembre, cuando olas de hasta siete metros de altura hacen su aparición.

Las Teresitas
Tenerife
Cuatro millones de sacos de arena del Sáhara tapizaron esta playa artificial que, pese a su apariencia semi rural, es oficialmente la playa de la capital chicharrera. Todo ello, ayudado por las palmeras, da una sensación de irrealidad en una zona de contadas caletas, todas de arena negra, debido a la geografía volcánica de Tenerife. Aun a pesar de estar a sotavento, se tendió un arrecife artificial en paralelo y a 200 metros de la costa para conjurar así la resaca mareal. La orla de arena, con todo tipo de servicios, se fotografía a placer desde el mirador de los Órganos. En su parte trasera surge una aglomeración de casas cúbicas en ascensión: el barrio de San Andrés.

Playa de Los Muertos
Almería
Pese a su macabro nombre, es una paradisíaca playa que está llena de vida y asombra a quien se acerca hasta este privilegiado rincón del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Es una playa muy abierta de casi un kilómetro de extensión expuesta a los vientos y al oleaje, con las respetables corrientes de poniente. Sus aguas son cristalinas, con unas acusadas gamas de azules que hacen las delicias de los enganchados al arte del buceo. En el extremo de poniente, frente a un característico islote, la playa forma una especie de cavidad rodeada de acantilados. Aquí, a resguardo de las miradas, se sitúa el público nudista. Detrás de la playa está el faro habitado más alto de España y el mirador de Mesa Roldán, hasta donde se puede llegar en vehículo propio. Si te gusta caminar, la combinación senderismo-playa resulta de lo más sugerente.

Playa de Mónsul
Almería
El carácter volcánico del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar se aprecia en toda su extensión en la playa de Mónsul. Junto a la de los Genoveses es una de las últimas playas vírgenes del litoral español. Su duna Rampante se transforma de acuerdo con la dirección e intensidad de los vientos de poniente, que aquí son considerables. Por el contrario, su oleaje es mínimo, al ser pequeña y recogida. Entre los tesoros naturales de la playa: La Peineta, una fotogénica roca varada en la orilla donde Sean Connery espantaba a las aves en Indiana Jones y la última cruzada, o el cerro de la Vela Blanca. En septiembre el vuelo de los flamencos antes de emigrar a tierras más cálidas es otro de sus atractivos.

Playas de Jandía
Fuerteventura
La zona de sotavento de la península de Jandía, al sur de la isla de Fuerteventura, esconde largas extensiones de arena sin obstáculos a la vista que son un auténtico espectáculo natural. En los casi 30 kilómetros de longitud –20 prácticamente vírgenes– que se descubren en bajamar los senderistas pueden emprender un paseo casi infinito junto al mar, acompañados del sol africano y el océano color turquesa. La Península y Parque Natural de Jandía desprende belleza por los cuatro costados. Entre barrancos, una arena de origen eólico tan fina que a muchos turistas les sirve como preciado souvenir y unas cromáticas rocas eruptivas dan color a este espacio natural de desmedida riqueza. Al norte queda el istmo de la Pared, azotado por los vientos, y donde el windsurf es toda una religión, llegándose a celebrar aquí pruebas del campeonato del mundo de la especialidad. Sin olvidar el Risco del Paso, cuyas dunas forman una flecha y, la localidad de Morro Jable, al sur, con sus restaurantes frente a la playa.

Más sobre: