A lo Thelma y Louise por Sicilia

Superada la canícula del pleno verano, la isla más grande de Mediterráneo –y para muchos la más bella– asoma como el escenario perfecto para escaparte con una amiga y montaros vuestra 'road movie' particular.

por hola.com

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Sicilia, más visceral y explosiva si cabe por su gente que por su volcánica geografía, es todo un planazo si lo tuyo son las experiencias fuertes. Hay quien elige un punto –casi siempre la aristocrática y coquetísima Taormina– y apenas se mueve de allí para escaparse unas horas al mar o a los campos de lava del Etna. Pero playas bonitas tienen muchas otras esquinas del Mediterráneo.

De lo que no pueden presumir todas así como así es de atesorar una historia tan intensa como la que Sicilia, en el corazón del Mare Nostrum, lleva siglos viendo desfilar por sus costas, de sumar tanta monumentalidad esparcida por sus geografías y una gente tan sentida y al tiempo tan divertida y con tanto talento. Por lo que, si te atreves, lo mejor es alquilarte un coche, agenciarte un buen mapa, y echarte a sus carreteras con una cómplice capaz de compartir los tesoros y los momentos de surrealismo y de risas que aguardan en la isla.

Las carreteras sobre todo de la Sicilia rural son el auténtico desafío del viaje; mucho más que la Cosa Nostra, que no parece interesada en los turistas, o que los fuegos que cada dos por tres escupen los cráteres del Etna, el mayor volcán activo de Europa y hasta cuya mismísima cima podréis subir pertrechadas, eso sí, de buen calzado y un forro polar, a pesar de que a sus pies luzca un sol de justicia.

En cuanto te pongas al volante, el primer cruce será, seguro, el primer dilema: o no hay ni una señal que te indique hacia adónde tirar o habrá decenas de ellas, todas apiladas, dirigiéndote hacia la autopista, hacia un pueblito que ni figura en el mapa o a la mejor pastelería de la villa –que, por cierto, son todas una bomba calórica que harás bien en evitar si no quieres arrepentirte a la vuelta–. Imposible pues, acertar con el adecuado, a menos que la copiloto esté ojo avizor. La forma de conducir de los sicilianos –y los bollos que adornan la chapa de sus carrocerías– no son motivo para amilanarse. Con una dosis de deportividad y precaución, sus carreteras, al final, no son tan fieras como las pintan.

Lo idóneo sería aterrizar en Catania y volar de regreso desde Palermo –sus dos aeropuertos internacionales–, pero ello suele encarecer bastante el viaje, por lo que lo más probable es que llegéis y regreséis desde cualquiera de estas dos ciudades; lo cual, además, os permitirá recorrer entera toda la isla aunque a toda velocidad, porque Sicilia es tan grande y tiene tanto por ver que una semana se os quedará corta para disfrutarla entera.

Si Catania, tremendamente monumental pero desvencijada hasta lo indecible, podéis visitarla en una tarde tras haber pasado la mañana explorando el Etna –que suele cubrirse de nubes pasado el mediodía-, Palermo, en la otra punta de Sicilia, es una de esas ciudades que odian o se aman con pasión. Y, si éste es vuestro caso, un par de días en ella os sabrán seguro a poco.

Sólo por paladear el ambiente lleno de iconos y de velas de la iglesia de la Martorana, en el cogollo de su fenomenal casco histórico, habrá merecido la pena viajar hasta Sicilia. Pero Palermo, canalla, surrealista y caótica como ninguna, tiene mucho más con lo que llegar al corazón: sus mercados, donde por encima de la mugre y el griterío moruno de los vendedores despunta como una aparición un campanario barroco o los atlantes de sus mil y un palacetes carcomidos por los siglos, los talleres de sus barrios viejos, y todo el legado monumental que le dejaron los vaivenes de árabes, bizantinos, normandos y hasta españoles.

La huella de los griegos y romanos se despacha a sus anchas en los templos de Agrigento, Selinunte, Segesta, la imprescindible ciudad de Siracusa o la todavía más bonita de Taormina, en cuyo anfiteatro se celebran representaciones y festivales. Esenciales, también, pueblitos del encanto de la villa pescadora de Cefalú, en la que reposar el paseo en una terraza frente al Mediterráneo con uno de esos cafés o helados gloriosos que sólo saben hacer los italianos; las calles empedradas del de Erice. O la inesperada desmesura que aguarda en pequeñas y ciudades más anónimas, como Noto, Modica y la soberbia Ragusa, con sus barrios desbordados de campanarios, sus palacetes con patios interiores llenos de parras y de flores y sus abuelos de gorra y bastón sentados a la fresca por los miradores que despachan unas panorámicas para quedarse con la boca abierta.

Y si queréis hacerle un guiño al mundo del cine, por las carreteritas que atraviesan los sembrados de cereal y olivos de la Sicilia rural irán aflorando Palazzo Adriano, donde se rodó Cinema Paradiso; Prizzi, que quién no recuerda aquella película de mafiosos dirigida por John Huston El honor de los Prizzi y, fundamental, Corleone. Que, aunque no sea particularmente espectacular, qué menos que detenerse a presentarle sus respetos al pueblo de “Don Vito”.

Algunas pistas:
Vuelos a Catania, con escala, a partir de unos 200 € desde Madrid y 170 € desde Barcelona con Alitalia. Iberia tiene vuelos directos desde ambas hasta septiembre. A Palermo operan vuelos directos desde Barcelona Vueling y Windjet desde unos 130 €, e Iberia desde Madrid por unos 255 €. A partir de 176 € puede en septiembre alquilarse un utilitario para recorrer Sicilia durante un semana a través de Lastminute o, si se prefiere, se puede contratar en cualquier agencia de viajes un paquete con los vuelos, coche de alquiler para una semana y hasta los hoteles con mayoristas como Politours, a partir de 345 € por persona el avión y el coche, y desde 680 € con también los hoteles.

Dónde dormir:
Algunos de los hoteles más bonitos de la isla: el San Pietro, con el sello de Relais & Châteaux, un balcón sobre el Mediterráneo junto al casco viejo Taormina y también vistas al Etna desde sus mejores suites; o, ya en Palermo, el Grand Hotel et Des Palmes, en el que Wagner ultimó su “Parsifal”, o el Villa Igeia, un palacete art-nouveau frecuentado por familias reales y celebridades.  Y si lo que buscas es algo radicalmente opuesto, la empresa Valdikam propone alojamientos en casas de sicilianos reales en cuya compañía podrás acercarte a la cocina, la artesanía y los oficios típicos de la isla, al margen de participar en rutas senderistas o incursiones temáticas de lo más imaginativas por la Sicilia rural.

Más información
En la Oficina de Turismo de Italia en España o en la de Sicilia.