Verona: amor, ópera y 40 años de Plácido Domingo

Su anfiteatro alberga hasta finales de agosto el festival en el que, hace justo 40 años, se consagraba Plácido Domingo. Romanticismo y ópera: un plan con el que seducir a cualquiera.

por hola.com
Esta noche del 24 de julio, si la lluvia no se opone, Plácido Domingo saldrá a la Arena de Verona a celebrar el 40 aniversario de su consagración en el mundo de la ópera con una gala especial en la que interpretará los últimos actos de Otello, Cyrano de Bergerac y Carmen.

El tenor madrileño ya atesoraba un cierto renombre en 1969, aunque aquél mes de julio en el anfiteatro veronés su representación del Calaf de Turandot supuso un despegue definitivo en su carrera. Plácido Domingo, que inauguraba el pasado 19 de junio esta 87 edición de la Arena de Verona dirigiendo una Carmen un tanto accidentada por culpa de la lluvia, ha estado desde aquella primera puesta en escena en suelo italiano especialmente vinculado a este asombroso escenario que, desde 1913, ha visto desfilar a todas las batutas y grandes voces del siglo XX.

Creado por el también tenor Giovanni Zenatello, el Festival de Ópera de la Arena de Verona puede presumir de ser el encuentro lírico más veterano los que se organizan en Italia durante el verano. Este anfiteatro con capacidad para 15.000 personas, construido en el siglo I para las luchas de gladiadores y demás espectáculos del circo romano, puede a pesar de su excelente acústica no ser la mejor plaza en la que escuchar una ópera, pero lo que nadie puede negarle es que asistir a una representación en sus gradas, bajo las estrellas y rodeado por las velas que encienden los asistentes, es una experiencia capaz de seducir a cualquiera.
Hasta el 30 agosto, cuando se clausure como manda la tradición con la representación de Aida, podrá disfrutarse también de Turandot, Carmen, El barbero de Sevilla, Tosca y, desde luego, de la propia Verona, que convertida en estos meses en la capital de la lírica resulta más apetecible si cabe para una escapada romántica.

Fue en esta coquetísima ciudad del norte de Italia donde Shakespeare ambientó su versión de Romeo y Julieta y, desde entonces, es con permiso de Venecia y de París la ciudad del amor. El archivisitado balcón de Giulietta, en un edificio medieval de la via Capello que perteneció a esta familia de la que puede proceder el apellido Capuleto, atrae en peregrinación a los enamorados, que dejan literalmente forrado de mensajes románticos el callejón que conduce hasta él haciendo caso omiso al hecho de que, hasta la fecha, nadie ha podido probar a ciencia cierta que a sus alturas se asomara jamás Julieta alguna. Tocarle un pecho a la estatua que de la desdichada doncella se levanta en el patio es también parte del ritual para, según la leyenda, asegurarse un final de pareja más feliz que el que la fortuna les deparó a los amantes más trágicos de la literatura universal.

Pero si algo resulta infalible para confabular a los dioses del amor es echarse a la maraña de placitas y callejuelas empedradas de la ciudad antigua, adornada de caserones y palacios de fachadas rosas y anaranjadas, de torreones y arcos góticos y deliciosas iglesitas medievales a rebosar de tesoros. O jurarse amor eterno mientras atardece sobre las orillas del río Adigio y recuperar fuerzas en alguna de las terrazas de la Piazza del Bra antes de acomodarse en las gradas de la Arena para entregarse a la función.

Algunas pistas
A través de la página del Festival (www.arena.it) se puede desde adquirir una entrada (entre 23 y casi 200 €, según el tipo de asiento; con también abonos para tres o cinco representaciones) hasta localizar un hotel libre.
Vuelos a buen precio, con Vueling (www.vueling.com), a partir de unos 110 € la ida y vuelta entre Barcelona y Verona.

Más información
En la Oficina de Turismo de Italia (www.enit.it) y la de Verona (www.tourism.verona.it).