Un recorrido de cine por la Costa Amalfitana
La monumentalidad de la antigua república marinera de Amalfi, el romántico nido de águilas de Ravello y el pueblecito de Positano, una de las mecas de los años licenciosos de la dolce vita y las celebridades del cine desde la década de los 50, son paradas obligadas a lo largo de la deliciosa carreterita encajonada entre el mar y la montaña que, entre Sorrento y Salerno, salva la treintena de kilómetros que forman la Costa Amalfitana, o la Costiera, como le dicen aquí a este refugio de ricos y famosos, perfecto para ser recorrido, a ser posible, a lomos de un descapotable.
Al doblar cada curva de la espectacular carretera que se serpentea por la Costa Amalfitana van asomando, entre vistas y precipicios no aptos para cardiacos, mansiones y pueblecitos, calas de guijarros y huertos de lustrosos limones descolgándose por las faldas de los montes Lattari, salpicadas de deliciosas terrazas y miradores encarados al Mediterráneo.
A tiro de piedra de Nápoles, la treintena de kilómetros de este pedazo de paraíso entre Sorrento y Salerno han cotizado al alza como refugio de aristócratas y artistas de los últimos dos siglos. La fórmula de su éxito no es, sin embargo, particularmente sofisticada, aunque sí muy fácil de entender: un clima dulce, unos paisajes de escándalo que aúnan mar y montaña, y un considerable patrimonio monumental legado por una de las repúblicas marineras más poderosas de la historia, la de la ciudad-estado de Amalfi, que dominó el comercio por el Mediterráneo durante la Edad Media.
Y todo ello bien aliñado con hotelitos y villas que enamoran y con el epicúreo arte de vivir que se cultiva en la Costiera, donde lo cotidiano, aquí, consiste en disfrutar de placeres tan sencillos como sentarse junto al mar a disfrutar de las gloriosas mozarellas que da esta tierra, acompañadas de albahaca y de sabrosísimos tomates henchidos de sol y de gusto y, por supuesto, no perdonar la hora del aperitivo con una copa de su famoso limoncillo, o de vinos como el Fior d’uva, de Furore o el Episcopio Rosé, de la preciosa villa de Ravello.
Antes de hacerse internacionalmente famosa en los años locos de la dolce vita, la aristocracia europea se había ya fijado en esta cornisa, tan abrupta y aislada entonces que sólo podía llegarse a ella por mar, hasta que Fernando II de Borbón, rey de las Dos Sicilias, mandó construir, a mediados del XIX, el sinuoso camino que hoy, convertido en la estrechísima strada statale 163, va hilvanando los pueblecitos de la Costiera, por donde resulta una delicia conducir, sobre todo en descapotable y especialmente en primavera y otoño, ya que en invierno la zona queda muerta, y en verano la aglomeración de visitantes y los atascos la convierten en una tortura.
El paisajista Turner, Richard Wagner o D.H. Lawrence buscaron inspiración por estos pagos, de los que también se volvieron incondicionales Lord Byron, Goethe, Virginia Wolf, Graham Green o Picasso, al igual que Greta Garbo, Humphrey Bogart y demás divas y divos de la gran pantalla que se registraban en hoteles míticos, como Il San Pietro, el Caruso o Le Sirenuse, frecuentados todavía hoy por celebridades y viajeros de paladar exquisito. Otros, como Sofía Loren y Franco Zeffirelli, acabaron adquiriendo villas en las que recibieron como invitados a Lawrence Olivier, Liz Taylor y Richard Burton, Tennessee Williams o Rudolf Nureyev, quien se agenció a su vez nada menos que los tres islotes de Li Galli en los que Homero creyera oír el canto de las sirenas que tentaron a Ulises.
La fotogénica Positano, de abigarradas casitas de color pastel, atesora un trajín continuo de admiradores, al igual que Amalfi, la primera de las cuatro grandes repúblicas marineras de Italia, con su intrincado casco histórico y el derroche monumental de su catedral. Ravello, encaramada en las alturas y sembrada de aristocráticas villas, conserva sin embargo sus cautivadores aires de pueblo italiano, con viejos de gorra y bastón y mammas que se quitan el delantal para llevar a los niños a jugar a la plaza.
Estos son los tres lugares imprescindibles de la Costiera, aunque el verdadero lujo aquí consiste en instalarse en un hotel con vistas al mar y alquilar un coche con el que perderse también por rincones mucho más anónimos, como Vitetri sul Mare, el puerto anchoero de Cetara, los adorables pueblecitos de Minori y Atrani o villas pesqueras como Praiano y Conca dei Marini, en los que paladear, en una escapada, romántica ese arte de vivir en el que los italianos son verdaderos maestros.
DATOS PRÁCTICOS
Cómo llegar
Air Nostrum (www.iberia.com) vuela desde Madrid a Nápoles desde unos 200 € ida y vuelta con tasas incluidas, y Click Air (www.clickair.com) lo hace desde Barcelona, con ofertas a partir de 65 € ida y vuelta en algunas temporadas. El catálogo Europa Secreta de Catai (www.catai.es y en agencias de viajes) propone una escapada a Nápoles y la Costa Amalfitana con los vuelos, un coche de alquiler y cinco noches en hoteles de tres o cinco estrellas, desde 648 y 1.222 €, respectivamente. También la agencia Viajes Upperclass (Tel. 91 402 25 14 y www.viajesupperclass.com), especializada en viajes de lujo y rutas a medida, incluye en su programación varios hoteles exquisitos de la Costiera, para la más romántica de las escapadas.
Coche de alquiler
Aunque no es imprescindible, sí es altamente recomendable alquilar un coche o una Vespa para moverse con total libertad por la Costiera y, dado el clima y los paisajes, el placer es aún mayor si se trata de un descapotable. A través de www.europcar.it puede alquilarse en el aeropuerto de Nápoles un vehículo económico por unos 250 € a la semana, y por unos 360 € un Megane Cabrio, un compacto descapotable que conviene reservar con al menos 48 horas de antelación. Positano Car Service (www.positanocarservice.com) también dispone de Smart Cabrio y, si se busca algo más sofisticado, Elite Rent (www.eliterent.com) también alquila descapotables de alta gama, como BMW 320 - 325 I Cabriolet, Audi TT Coupé V6, Bentley Continental GT, Ferrari F 430 Spider, Porsche Carrera 997 o Mercedes SLR Mc Laren.
Dónde dormir
Los hoteles míticos de la Costiera son el Caruso (www.hotelcaruso.com), en Ravello; Le Sirenuse (www.sirenuse.it), en Positano; o Il San Pietro (www.ilsanpietro.it) y el Santa Caterina (www.hotelsantacaterina.it), elevados en lo alto de sendos riscos convenientemente apartados del bullicio de Positano y Amalfi, respectivamente.
Dónde comer
El Rossellinis del Hotel Palazzo Sasso (www.palazzosasso.com), con cocina de diseño y dos estrellas Michelin; la terraza al aire libre del restaurante del Belvedere, en el Hotel Caruso (www.hotelcaruso.com); Don Alfonso, en Sant’Agata, (www.donalfonso1890.com); La Caravella (www.ristorantelacaravella.it), en Amalfi; La Cambusa (Tel. 089 875 432), en Positano, o La Conca del Sogno (www.concadelsogno.it), en un entorno romántico y salvaje frente a los islotes de Li Galli. Y un aperitivo con ostras, en el Champagne Bar del hotel Le Sirenuse (www.sirenuse.it).
Más información
Oficina de Turismo Italiano en España, Tel. 91 5670670 y www.enit.it
En la Costiera no te pierdas…
- Pueblos imprescindibles como Ravello, Positano y la monumental Amalfi, así como otros secretos mejor guardados como Cetara, Atrani, Minori, Cetara, Praiano o Conca del Marini.
- Nápoles, con su vastísimo legado monumental y su regusto canalla, es de visita obligada, amén de contar con el aeropuerto más próximo para llegar a la Costa Amalfitana.
- Sorrento queda también a tiro de piedra, y su casco antiguo y su costa son una delicia.
- Las bellísimas ruinas de Pompeya, una excursión al Vesubio y, con algo más de tiempo, la aristocrática isla de Capri.