Muchas mujeres hemos experimentado en alguna ocasión dolor de mamas o, incluso, nos hemos detectado un bulto en el pecho. Esto no significa que se padezca cáncer. De hecho, la mayoría de estas dolencias están estrechamente relacionadas con el ciclo menstrual y la acción de las hormonas (estrógenos y progesterona) en el organismo. Se les suele denominar ‘trastornos benignos de la mama’, y suelen ser inofensivos. A pesar de ello, los especialistas recomiendan acudir al ginecólogo o al especialista en patología mamaria si se detecta algún bulto sospechoso que no desaparece con la regla o resulta atípico. Asimismo, también es muy importante realizarse una autoexploración mamaria al menos una vez al mes y después de la menstruación. Más adelante te explicaremos cómo debes palparte el pecho para detectar protuberancias o señales de alarma.
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Dolor mamario
La afección más extendida que afecta al pecho de la mujer es la mastalgia o dolor mamario que puede o no asociarse al ciclo menstrual. Normalmente suele aparecer durante la ovulación y desaparece con el periodo. Esta molestia puede ser apenas perceptible o ser tan severa que dificulte el uso de prendas ajustadas o, incluso, tolerar el contacto. "Aunque es un dolor incómodo y puede asustar, suele ser inofensivo y rara vez está asociado a un problema grave o a la presencia de algún tumor", indica la doctora Carmen Menéndez, ginecóloga del Instituto Palacios, en Madrid.
Si no guarda relación con el ciclo menstrual, suele tener su origen en algún trauma o golpe en el seno. Aunque también puede deberse a un dolor artrítico en la cavidad del pecho y la nuca que se irradia hacia la zona inferior de las mamas.
Tumores benignos
Otra de las causas más comunes de mastalgia o dolor en las mamas es la presencia de nódulos benignos. Se trata de una de las afecciones más comunes entre las jóvenes con pechos más fibrosos. Al palparlos pueden presentar pequeñas zonas nodulares (o bultos) que aumentan su tamaño con la regla y desaparecen después de la menstruación.
Los dos tipos más frecuentes de nódulos son los quistes y los fibroadenomas. Los primeros tienen el aspecto de un pequeño saco lleno de líquido que se desarrolla en el tejido de la mama. Debido a que suelen agrandarse después de la ovulación y conforme se acerca la menstruación, a menudo causan dolor e hinchazón. A pesar de que raramente son malignos, es conveniente acudir al ginecólogo para su revisión.
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Normalmente, se identifican con una simple exploración física aunque en algunos casos, el especialista puede realizar una ecografía o una mamografía para confirmar su tamaño y consistencia y una punción-aspiración para conocer su naturaleza y así poder llegar a un diagnóstico.
Cuando los nódulos son sólidos, lisos y firmes suele tratarse de fibroadenomas, unos tumores benignos que aparecen debido a la acción de los estrógenos. Suelen aparecer entre los 20 y 35 años y pueden aumentar su tamaño así como disminuirlo durante la menopausia.
Este trastorno benigno de la mama, suele reconocerse tan solo con el tacto. Sin embargo, indica la doctora Menéndez, "es aconsejable que se realicen más pruebas para confirmar el diagnóstico. Por ejemplo, mamografía, ecografía y una punción-aspiración". Normalmente, sólo se recurre a la extirpación si el fibroadenoma causa muchas molestias o hay un aumento de tamaño considerable o si el especialista considera que las pruebas no son concluyentes y prefiero la cirugía. También se puede extirpar si la paciente así lo desea porque siente miedo al tener un tumor en el pecho. En cualquier caso, es necesario realizar un seguimiento para valorar si crece o si hay cambios.
Otras afecciones de la mama
Por otro lado, otra afección común es la mastopatía fibroquística y también está muy ligada al ciclo menstrual. Puede darse a partir de los 30 años aunque las personas jóvenes con mamas muy fibrosas también pueden padecerlo. Algunos tipos pueden propiciar la aparición de quistes y dolor.
Otro grupo de dolencias comunes y benignas son las mastitis que pueden responder a una infección o a una inflamación del pecho. Puede ocurrir, sobre todo, en la lactancia materna, ya que los pezones se agrietan y facilitan la entrada de una bacteria. También puede producirse por una obstrucción del conducto de leche. Sea cuál sea la causa, los senos se endurecen, enrojecen, se calientan y duelen. En general, suele requerir tratamiento farmacológico que debe ser prescrito por un médico. También pueden aplicarse compresas tibias y realizarse masajes para intentar eliminar la obstrucción.
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La importancia de una detección precoz
Aunque siempre que se detecte un bulto en el pecho hay que acudir al médico para que éste realice el diagnóstico, normalmente estas dolencias benignas de la mama no suponen un peligro para la salud de la mujer, Es, sin duda, el cáncer de mama, la enfermedad que más preocupa. Este tipo de cáncer es el más frecuente entre las mujeres –solo en España y según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) se detectan más de 27.000 nuevos casos cada año– y, gracias a los programas de detección precoz, se está registrando un aumento relativo en una franja de edad más joven: un 15% de los casos se detectan en mujeres de entre 25 y 45 años. Afortunadamente, el pronóstico de esta enfermedad, gracias al diagnóstico precoz y a los tratamientos cada vez más avanzados y dirigidos, la supervivencia ha aumentado notablemente en los últimos 20 años.
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Por eso es tan importante realizarse autochequeos al menos una vez al mes y acudir a las revisiones anuales. A continuación te explicamos cómo debes realizarte una autoexploración mamaria:
- Frente a un espejo y de pie con los brazos en jarras, observa tus pechos de frente y de lado. Fíjate en la textura de la piel, su aspecto y coloración.
- Coloca los brazos detrás de la cabeza y vuelve a examinarlas. Busca posibles protuberancias, rugosidades o cambios en la piel y la textura.
- Con los brazos en alto, observa los pezones y comprueba si su aspecto es normal. Aprieta el pezón para detectar posibles secreciones.
- Túmbate o permanece en pie y coloca el brazo de la mama a examinar debajo de la cabeza. Presiona con los dedos contrarios toda la mama, desde el pezón hacia fuera en movimientos circulares. Continúa desde la base de la mama hasta el pezón.
- Posteriormente, divide el pecho en ocho partes y palpa todas las zonas del exterior al interior. Cuando hayas realizado este movimiento palpa toda la zona de la mama, observando también las axilas, con movimientos de arriba abajo y de abajo a arriba. Repite la misma exploración con la otra mama.
- Realiza los mismos movimientos anteriores en la ducha, puesto que la piel se reblandece y es más fácil detectar posibles alteraciones. No te olvides de observar también las axilas.
¿Qué otros signos buscar?
Cualquier otra alteración de la mama también tiene que valorarse por un especialista. Por ejemplo, si la piel se torna como de naranja (como si hubiera celulitis), si sangra el pezón o secreta un líquido anormal; si hay cambios en su tamaño, aspecto o tacto; si aparecen manchas, granos o lesiones en la piel que no se curan.